Es un hecho conocido por todos que el ser humano, al igual que el resto de animales, necesita dormir. El sueño es una función fisiológica básica, un mecanismo que le permite al organismo (y especialmente al cerebro) descansar y repararse a sí mismo. Sin embargo, el sueño no es un proceso único e invariable, sino que va pasando por diferentes fases a lo largo del proceso. Además, se trata de un proceso que no es voluntario, sino que depende de los ritmos circadianos.
Estos ritmos regulan el ciclo sueño-vigilia según las necesidades biológicas del organismo y el momento del día. Dicha regulación, así como los patrones estacionales que se dan en otros animales, se deben principalmente a la acción de una hormona: la melatonina
Melatonina: ¿de qué estamos hablando?
La melatonina es una hormona segregada principalmente por la epífisis o glándula pineal a partir del triptófano y la serotonina. Se trata de una hormona muy liposoluble, con gran facilidad para penetrar en la barrera hematoencefálica y en el interior de las células. Esta hormona es generada cuando la retina percibe ausencia de luz, produciéndose el máximo pico de esta hormona durante la noche y reduciéndose ante la presencia de luminosidad.
El proceso de producción de melatonina es el siguiente: la retina capta la presencia o ausencia de luz, pasando esta información al nervio óptico, posteriormente al núcleo supraquiasmático y de ahí al ganglio cervical superior, el cual llega hasta la epífisis. Ésta procede a realizar una serie de reacciones que culminan en la producción de melatonina, la cual se distribuye por el resto del organismo. Al margen de su nacimiento en el cerebro, aparece también en la retina, hígado, riñones, intestino, células inmunes y en el endometrio femenino.
Los receptores de la melatonina
La melatonina posee sus receptores en diversos puntos del organismo, tanto dentro como fuera del cerebro, que producen diferentes efectos en el funcionamiento del cuerpo. Los receptores cerebrales de la melatonina tienen un efecto en los ritmos circadianos, los no neurales influyen en la reproducción, y por último los periféricos tienen efectos diferentes según su localización.
De este modo, las funciones de la melatonina son muchas y variadas, afectando a diversos sistemas del organismo, aunque la función por la que más es conocida y estudiada es la del control de los ritmos circadianos, llevando a cabo principalmente una acción cronobiológica en el núcleo supraquiasmático. Es decir, esta hormona contribuye a establecer en qué momentos pasamos de sueño a vigilia y a la inversa. La máxima producción suele darse concretamente alrededor de hora y media tras quedarse dormido, contribuyendo a inducir el sueño profundo.
Efectos más allá del sueño
Al margen de la función de regular el ciclo sueño-vigilia, investigaciones recientes han demostrado que esta hormona tiene una gran utilidad en numerosos sistemas. Participa activamente en la regulación de fenómenos estacionales y reproductivos, como el celo en los animales. También incide en la potenciación a largo plazo de la memoria.
El sistema inmune también se ve afectado por esta hormona (reduciéndose su eficiencia durante su ausencia) y teniendo un importante efecto antioxidante que contrarresta el exceso de radicales libres. Así, esta hormona participa también en los procesos de crecimiento y envejecimiento.
Uso de la melatonina de manera exógena
A pesar de tratarse de una hormona endógena, fabricada por el propio cuerpo, la melatonina se ha sintetizado artificialmente y se ha comercializado como complemento dietético (si bien no se permite aún como medicamento debido a la poca investigación existente y a los resultados poco concluyentes extraídos hasta el momento).
Algunos de los usos que se le han dado son los siguientes:
1. Trastornos del sueño
La melatonina ha sido empleada como tratamiento de trastornos del sueño. Concretamente, destaca su capacidad para mejorar el ajuste del sueño en casos de jet lag, demostrándose que administrada alrededor de la hora de dormir en el punto de destino la desadaptación horaria disminuye considerablemente. Por eso se utiliza mucho en los trastornos del ritmo circadiano. También produce beneficios ante el síndrome de fase retardada de sueño, así como en desajustes del sueño en el caso de individuos que trabajan a altas horas de la noche.
Sin embargo, en lo referente al insomnio primario o secundario a otro trastorno, si bien sí ha demostrado disminuir la latencia de sueño y mejorar la cantidad de tiempo dormida, en algunos estudios no ha manifestado un efecto mayor que el placebo, siendo más efectivo el uso de benzodiacepinas y priorizándose siempre la higiene de sueño.
Algunas investigaciones ponen de manifiesto que la administración de esta sustancia produce mejoría en otros trastornos debido a la mejora en los patrones de sueño, siendo ejemplo de ellos casos de autismo o epilepsia infantil. Sin embargo, se requeriría una mayor investigación al respecto.
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2. Actuación sobre la reproducción y el crecimiento
Se ha observado que la administración de melatonina está vinculada no solo a patrones de sueño, sino también a otros procesos estacionales.
En animales, se ha comprobado que afecta y modula los periodos de celo. En seres humanos, se ha observado que la administración de esta hormona incide en el crecimiento, haciéndose evidente que tiene un efecto en el momento de aparición de la pubertad. Un exceso de esta hormona puede retrasarla, mientras que un defecto puede causar un adelanto de ésta.
3. Cefaleas
La investigación llevada a cabo indica que la administración de suplementos de melatonina puede actuar de manera preventiva para evitar migrañas.
4. Trastornos del estado del ánimo
Diferentes estudios han demostrado la eficacia de la aplicación de melatonina para mejorar el estado de pacientes con trastornos depresivos, especialmente en el caso del desorden afectivo estacional.
5. Envejecimiento y demencias
La producción de melatonina no es constante a lo largo de la vida, produciéndose un descenso significativo y progresivo desde la adolescencia hasta el final de la vida (cosa que ayuda a explicar por qué los ancianos tienen periodos de sueño más cortos y frecuentes).
Además, gran parte de los efectos del envejecimiento se deben a la presencia de radicales libres. Asimismo, diferentes tipos de radicales libres y la oxidación se han visto también vinculadas a procesos demenciales tales como Alzheimer o Parkinson.
Habida cuenta de que se ha demostrado que la melatonina es uno de los mayores antioxidantes endógenos de los que disponemos, se han realizado diversas pruebas que han demostrado que la administración de melatonina disminuye el daño oxidativo en los diferentes sistemas del organismo, con lo que puede resultar una ayuda para retrasar el envejecimiento cerebral y prolongar la funcionalidad intelectual en cuadros demenciales.
6. Cáncer
La aplicación de melatonina en algunos pacientes con cáncer parece reducir el crecimiento tumoral y prolongar la supervivencia, observándose como un posible tratamiento a combinar con la quimioterapia. Este efecto parece ser debido a propiedades antiproliferativas y a la potenciación de los efectos de la quimioterapia, especialmente en casos de cánceres que dependen de células reproductoras.
7. Otras investigaciones no concluyentes
Tal y como se ha mencionado, la melatonina tiene ciertos efectos sobre el sistema inmune, actuando como modulador. Además de ser un potente antioxidante, se ha descubierto que actúa sobre receptores en los linfocitos T, contribuyendo a la producción de inmunoglobulina.
Se ha estudiado la posibilidad de que contribuya a retardar la replicación del VIH, de manera que podría ser aplicado como tratamiento reforzante. También se ha explorado su utilidad en casos de diferentes cánceres. Sin embargo, los resultados no son concluyentes.
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