Lamentablemente, es muy probable que alguna persona de tu entorno, o incluso tú mismo/a, esté haciendo una dieta en estos momentos con el objetivo de perder peso. Esta práctica es muy habitual en nuestra sociedad debido a la importancia que se le da al cuerpo —más que a la salud en sí—, al aspecto físico y a los estándares de belleza prácticamente inalcanzables.
Cada vez son más los estudios que investigan la relación entre la alimentación y las funciones cerebrales. Así pues, a lo largo del presente artículo nos centraremos en explicar cómo influye el hecho de hacer dieta en nuestro cerebro. Para ello, revisaremos la relación entre la dieta y la salud cerebral en términos generales.
Además, hablaremos brevemente sobre algunas dietas específicas y sus efectos en el cerebro y profundizaremos en un estudio que habla sobre el impacto de la dieta baja en calorías mantenida durante 8 semanas. Finalmente, hablaremos sobre el impacto físico y emocional.
La relación entre la dieta y la salud cerebral
Con los avances de la ciencia y la importancia que el tema del impacto que la nutrición y la alimentación tienen sobre nuestro organismo, hoy disponemos de suficiente evidencia científica como para asegurar que la relación entre alimentación y cerebro es clave. Las grasas, proteínas, glucosa, nutrientes y aminoácidos que se encuentran en el cerebro provienen de los alimentos que consumimos.
El cerebro humano es un órgano altamente complejo y aspectos como su desarrollo o funcionamiento puede llegar a estar influenciado por muchos factores. Los alimentos que consumimos son uno de esos aspectos. La dieta no es solo una fuente de energía, sino que también influye en nuestro bienestar mental, físico y emocional.
Cada vez son más los estudios que demuestran que la alimentación interfiere en aspectos como la memoria y el estado de ánimo. Además, la dieta es un aspecto clave también para la prevención de enfermedades neurodegenerativas.
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Dietas específicas y sus efectos en el cerebro
Es cierto que podemos encontrar estudios en los que los resultados obtenidos sobre el mismo tipo de dieta sean opuestos. Cuando esto sucede, es interesante revisar quién ha realizado o financiado el estudio por los posibles intereses que pueda haber detrás.
En términos generales, parece haber un consenso al hablar sobre los beneficios que la dieta mediterránea aporta a nuestro cerebro. Al tratarse de una dieta variada, con elevada presencia de frutas, verduras, pescado y aceite de oliva se asocia con una mejora de la función cognitiva y también de la memoria.
Por el contrario, dietas basadas en un elevado consumo de alimentos ultraprocesados y con altos niveles de azúcares se relacionan con un incremento de problemas de memoria y mayores probabilidades de padecer enfermedades neurodegenerativas.
Impacto de la dieta baja en calorías mantenida durante 8 semanas
El pasado mes de junio se publicó en la revista Obesity un estudio en el cual se estudió el impacto cerebral que tuvo una dieta baja en calorías realizada durante 8 semanas. Esta investigación se realizó con 25 personas, 15 mujeres y 10 hombres, de una media de 46 años. De esas 25, 9 personas padecían diabetes tipo 2.
Se utilizaron técnicas de neuroimagen antes y después de la dieta para valorar los cambios que se producían en las conexiones cerebrales. Los resultados fueron reveladores. Se observaron cambios significativos en la conectividad especialmente de las áreas cerebrales relacionadas con la recompensa y la regulación emocional.
Por otro lado, los participantes referían un mayor deseo de comer y un aumento del apetito al haber acabado la dieta. De hecho, justo al final de la intervención dietética, se les ofreció a los y las participantes una comida de bufé y se observó que la ingesta era mayor y había un alto consumo de alimentos grasos.
En relación con las personas diabéticas se observaron diferencias en la conectividad cerebral en comparación con el resto de participantes. Los resultados sugieren que la diabetes puede influir en la forma en que el cerebro responde a los cambios de dieta.
Por último, es importante tener en cuenta que la muestra se realizó con 25 personas y durante un periodo de 8 semanas. Por ello, es necesario continuar investigando sobre los posibles efectos a medio y largo plazo, además de con muestras más grandes y representativas de la población.
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El impacto de las dietas en la salud física y emocional
Las dietas, dependiendo del planteamiento con el que se realicen, pueden aportar grandes beneficios o, por el contrario, tener un grave impacto en la salud física y emocional de una persona.
Las dietas altamente restrictivas pueden tener graves consecuencias para la salud. A nivel emocional, pueden darse alteraciones del estado de ánimo y producirse altos niveles de estrés y ansiedad. En los casos más complejos, pueden llegar a desencadenarse trastornos de la conducta alimentaria. Además, la restricción en la alimentación puede conllevar desequilibrios nutricionales y generar consecuencias físicas de diferentes intensidades.
Por otro lado, entender una dieta como un estilo de alimentación equilibrado que se prioriza sobre otro tipo de estilos menos equilibrados, pero con flexibilidad y conciencia de las propias necesidades puede tener grandes beneficios.
En este sentido, se destacan aspectos como los ya comentados (mejora de las funciones cognitivas y disminución del riesgo de enfermedades neurológicas), pero también pueden darse otros como la mejora del estado de ánimo, la reducción de los niveles de estrés y un mayor bienestar físico.