Fíjate bien: todos andamos por la vida con un par de anteojos. Estos, aunque a veces sean invisibles, son los que nos permiten observar el mundo desde nuestra perspectiva. Por algo dicen siempre que “todo depende del cristal con el que se mire”.
A esas gafas le pondremos nombre: se llaman “creencias”, y es, en gran parte, gracias a estas que cada persona puede hacer una interpretación de la realidad del mundo. Y es también a partir de allí que comenzamos a formarnos la idea de lo que queremos y esperamos en la vida. Esto, por supuesto, incluye a nuestras relaciones.
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Las creencias juegan un papel importantísimo en el amor de pareja, pues son la base de las expectativas que ponemos sobre las relaciones y que, si no son lo suficientemente realistas, suelen chocar con la realidad. ¡Hablemos sobre esto!
¿Qué son las creencias?
Las creencias son ideas que damos por ciertas y que influyen en la forma en que interpretamos el mundo. Se forman desde la infancia a partir de nuestras experiencias, la educación y el entorno. Muchas veces, ni siquiera nos damos cuenta de que están ahí, pero afectan la manera en que tomamos decisiones, nos relacionamos con los demás y vivimos el amor.
Las creencias no son algo fijo. Pueden cambiar con nuevas experiencias, aprendizajes o cuestionamientos. Por ejemplo, si alguien creció pensando que el amor implica sacrificio, podría modificar esa idea al vivir relaciones más equilibradas y sanas. Pero, ojo, si no las cuestionamos, pueden reforzarse con el tiempo y hacernos repetir patrones poco funcionales.
Creencias y expectativas: ¿cómo se vinculan?
Lo que creemos sobre el amor influye en lo que esperamos de una relación. Si crecimos con la idea de que "el amor todo lo puede", es probable que esperemos que debemos quedarnos junto a la pareja pase lo que pase, incluso cuando las condiciones son brutalmente adversas o negativas.
Si, por ejemplo, pensamos que "si alguien te ama, debe saber lo que necesitas sin que se lo digas", nos frustraremos cuando la otra persona no adivine nuestros deseos.
El punto es que tener expectativas no es un problema. De hecho, son necesarias para construir relaciones sanas porque nos ayudan a definir lo que queremos y lo que no estamos dispuestos a aceptar. El problema surge cuando están basadas en creencias poco realistas. Algunos ejemplos:
- Esperar que una relación siempre sea apasionada, sin entender que el amor evoluciona.
- Creer que las parejas felices nunca discuten jamás, cuando el conflicto es parte de cualquier vínculo sano.
- Pensar que nuestra pareja debe hacernos sentir completos, sin considerar que la felicidad también es una responsabilidad individual.
El papel de las creencias en el amor
Lo que creemos sobre el amor afecta directamente cómo nos relacionamos. Si pensamos que "las parejas felices nunca tienen problemas", nos sentiremos frustrados cuando haya diferencias. Si creemos que "el amor verdadero es incondicional", podríamos tolerar actitudes que nos lastiman en nombre de esa idea.
Por otro lado, las creencias también pueden ayudarnos a construir relaciones más sanas. Creer que "el amor es un trabajo en equipo" nos hace más conscientes de la importancia del compromiso mutuo. Pensar que "una pareja debe apoyarse, pero también dejar espacio para el crecimiento individual" nos ayuda a equilibrar la cercanía con la independencia.
Atención con esto: no todas nuestras creencias nos ayudan a vivir el amor de forma saludable. A veces, sin darnos cuenta, repetimos ideas heredadas que no nos hacen bien. Cuestionarlas nos permite elegir cómo queremos vivir nuestras relaciones, en lugar de seguir un modelo que no nos funciona.
- Artículo relacionado: "Psicología del amor: así cambia nuestro cerebro cuando encontramos pareja"
Cómo manejar las expectativas en una relación
Cuando te planteas una relación sentimental a largo plazo, quieres que todo funcione. Sin embargo, es clave saber hasta qué punto puedes esperar del otro.
¿Cómo mantener, entonces, un equilibrio en cuanto a expectativas? Te damos algunas claves a continuación:
1. Cuestiona tus creencias sobre el amor
Tómate un momento y pregúntate: ¿de dónde vienen mis ideas sobre lo que debería ser una relación? ¿Son realistas o vengo arrastrando creencias de mi familia, de lo que he visto en las películas o de experiencias pasadas? Reflexionar sobre esto ayuda a diferenciar entre expectativas alcanzables y aquellas que solo generan frustración.
2. Habla abiertamente sobre tus expectativas
Muchas decepciones surgen porque asumimos que la otra persona sabe lo que queremos. Expresar lo que necesitas y preguntar qué espera tu pareja evita malentendidos. No se trata de exigir, sino de dialogar y encontrar puntos en común.
3. Acepta que el amor evoluciona
Las relaciones cambian con el tiempo, y eso es normal. La pasión inicial no dura para siempre, pero puede transformarse en una conexión más profunda. Entender esto ayuda a ajustar las expectativas y valorar cada etapa de la relación sin sentir que "algo se perdió".
4. Equilibra la ilusión con la realidad
No hay nada de malo en querer una relación bonita y especial, pero también es importante tener los pies en la tierra. Nadie es perfecto, y todas las relaciones requieren esfuerzo. En lugar de buscar a alguien que cumpla con una lista de requisitos inalcanzables, enfócate en construir algo real con la persona que elijas.
5. Practica la flexibilidad
A veces, nuestras expectativas cambian con el tiempo. Lo que querías en el pasado puede no ser lo mismo que necesitas ahora, y eso está bien. Ser flexible te permite adaptarte a la relación y crecer junto con tu pareja.
6. No pongas toda tu felicidad en la relación
Si esperas que tu pareja sea tu única fuente de bienestar, las expectativas pueden volverse demasiado pesadas. Tener intereses, amistades y un espacio propio ayuda a que la relación sea más equilibrada y libre de presiones innecesarias.

Bárbara Zapico Salomón
Bárbara Zapico Salomón
Psicóloga De Pareja, Familia, Niños Y Adultos
7. Si sientes que repites patrones poco saludables, pide ayuda
Si notas que tus expectativas te generan frustración constante o que caes en relaciones que no te hacen bien, podría ser útil reflexionar sobre el origen de esas creencias y trabajarlas en terapia. A veces, entender de dónde vienen nuestras ideas sobre el amor hace una gran diferencia en cómo vivimos nuestras relaciones.
En resumen, las expectativas no son el problema, sino la manera en que las construimos. Tener expectativas realistas y comunicarlas fortalece las relaciones y evita frustraciones innecesarias.
Lo importante es encontrar un equilibrio entre lo que deseamos y lo que es posible, para construir un amor basado en la comprensión, la comunicación y el respeto mutuo.