Si estás leyendo esto, probablemente te duele. Mucho. Cuando hay una infidelidad, se rompe algo adentro: la confianza, la seguridad, el “estábamos bien, ¿no?”. Y es normal que te sientas hecha/o un nudo: rabia, tristeza, confusión, ganas de saberlo todo y a la vez de no saber nada. No estás exagerando. Lo que sientes tiene mucho sentido. Y ahora aparece la gran pregunta: ¿perdono o termino? Ojalá hubiera un botón mágico, pero no lo hay. Esta decisión toca tu historia, lo que han construido, tus valores, tus límites y cuánto te lastimó lo que pasó. Por eso, antes de decidir, respira. No tienes que resolverlo hoy. De verdad.
Te propongo algo simple para empezar. Pausa. Toma agua, respira profundo. Nómbralo. “Estoy triste / estoy furiosa/o / estoy confundida/o.” Ponerle nombre calma. Y cuida lo básico. Dormir, comer, moverte un poco. Tu cuerpo también necesita contención.
Lo que venga después debe ser tuyo. No de tus amigos, no de tu familia, no de “lo que se supone”. Tuyo. Aquí vamos a acompañarte a mirar con calma, para que decidas desde un lugar que te cuide y te devuelva paz. Pase lo que pase, no estás sola/o en esto.
¿Qué es realmente una infidelidad?
A veces creemos que la infidelidad solo se trata de “acostarse con alguien más”. Pero la verdad es que no hay una única definición, y por eso duele tanto y confunde tanto. Para algunas personas, lo insoportable es lo físico: los besos, el sexo, el contacto. Para otras, lo que más rompe es imaginar a su pareja compartiendo secretos, ilusiones o cariño con alguien más. En el fondo, lo que se fractura siempre es lo mismo: la confianza y los acuerdos, aunque nunca se hayan dicho en voz alta.
Y aquí viene algo importante: una infidelidad no siempre significa que no había amor. A veces lo que revela es otra cosa: desconexión en la relación, monotonía, heridas sin hablar, o la búsqueda de una parte de uno mismo que se sentía apagada. Eso no justifica el daño, porque la elección de traicionar sigue siendo elección, pero sí puede ayudarte a mirar la situación con más claridad.
Lo esencial es que entiendas esto: no hay una forma “correcta” de sentirlo o de enfrentar la situacion. Lo que para alguien más sería imperdonable, para ti puede ser manejable… o al revés. Lo importante no es lo que la sociedad diga, ni lo que tus amigas opinen, sino cómo lo vives tú, con tu historia, tu sensibilidad y tus valores.
Claves para decidir: ¿Perdonar o terminar?
Sé que lo que más quieres ahora mismo es una respuesta clara: ¿qué hago? Ojalá pudiera darte una fórmula mágica, pero cada historia es distinta. Lo que sí puedo hacer es mostrarte algunas claves que pueden ayudarte a mirar tu situación con más calma y decidir desde un lugar que te cuide.
- Qué tipo de engaño fue: Tú y yo sabemos que no es lo mismo unos mensajes escondidos que una doble vida paralela. Tampoco es lo mismo un “error de una noche” que meses de secretos y mentiras. Lo importante no es solo el tipo de engaño, sino cómo te hace sentir a ti. Si tu herida se siente insoportable, eso ya es una señal importante.
- Cómo estás tú: Detente y mírate, ¿te sientes capaz de volver a confiar? ¿o sientes que aunque quieras, tu mente y tu corazón no paran de recordarlo? No se trata de lo que “deberías” sentir, sino de lo que de verdad estás viviendo. Tu bienestar va primero.
- Qué tan comprometidos están ambos: Reconstruir después de una infidelidad no es trabajo de una sola persona. Pregúntate: ¿tu pareja está mostrando con hechos, no solo palabras, que quiere reparar? ¿o sientes que todo el peso recae en ti? Si no hay compromiso mutuo, la balanza se rompe muy rápido.
- Estado previo de la relación: ¿Cómo estaban antes de la infidelidad? ¿ya había distancia, discusiones o falta de intimidad? A veces la traición es síntoma de algo que ya venía frágil, y a veces aparece en una relación que parecía “bien”. Entender el contexto ayuda a ver si hay algo que salvar o si lo más sano es soltar.
- Tu bienestar futuro: Hazte la pregunta más honesta ¿quedarme aquí me da paz o me roba paz? Imagina tu vida un año adelante en cada escenario: ¿cómo te ves quedándote?, ¿cómo te ves yéndote? Esa imagen puede darte mucha claridad.
Al final, no hay prisa. La decisión de perdonar o terminar no se toma en caliente. Date espacio, escucha tu voz y recuerda: lo más importante no es salvar la relación, es salvarte a ti.
Si decides perdonar: cómo reconstruir la relación
Perdonar no significa “hacer como que no pasó nada”. Tampoco significa olvidar de un día para otro. Perdonar es elegir darle una nueva oportunidad a la relación, pero desde un lugar diferente, con nuevos acuerdos y compromisos que les permitan sentirse seguros otra vez.
Si tomas este camino, ten presente que la relación no volverá a ser igual. Puede doler escucharlo, pero también es cierto que puede transformarse en algo más honesto, más consciente y hasta más fuerte. Eso sí, solo si ambos están dispuestos a trabajar de verdad. Algunas claves para reconstruir:
- Hablar con total honestidad. Aunque incomode, aunque duela, poner las cartas sobre la mesa es la única forma de sanar. No se trata de entrar en detalles morbosos, sino de abrir espacio a la transparencia.
- Disculpas reales. No basta con un “perdón”. Lo que sana es ver un cambio de actitud sostenido en el tiempo: respeto, coherencia, actos que demuestren que lo que pasó no volverá a repetirse.
- Comunicación sin culpas ni reproches. Decir “yo me sentí herida/o cuando…” conecta mucho más que lanzar acusaciones. Guardarte lo que duele solo acumula resentimiento.
- Compromiso demostrado con hechos. Palabras hay muchas, pero la confianza se reconstruye con acciones pequeñas y constantes: cumplir lo que se promete, rendir cuentas si hace falta, dar tranquilidad sin que tengas que pedirla.
- Reconectar en todos los niveles. La intimidad emocional y la física son parte de volver a sentirse pareja. No tiene que ser forzado ni inmediato, pero sí con intención de acercarse poco a poco y crear nuevos momentos juntos.
Si ambos ponen de su parte, este proceso puede ser una oportunidad de crecimiento. No será un camino fácil ni rápido, pero sí puede ser un camino que los lleve a una relación más auténtica y consciente.
Una reflexión final
Sé que todo esto puede sentirse abrumador. Es normal que te duela, que te confundas, que un día sientas que puedes con todo y al otro no tengas fuerzas ni para levantarte. No tienes que cargarlo sola/o, ni resolverlo todo de golpe. Lo importante es que recuerdes que tu valor no depende de lo que alguien hizo o dejó de hacer, sino de cómo eliges cuidarte a ti. Y si en este camino sientes que te vendría bien un espacio seguro donde ordenar lo que sientes, hablar sin juicios y poco a poco recuperar tu paz, aquí estoy.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad