El perfeccionismo es una cualidad que muchos manifiestan, algo que tiene sus cosas buenas pero, también, algunas malas. Esta cualidad puede tener efectos negativos no solo en el ámbito profesional, sino también en la pareja.
Ser una persona que desea que todo salga bien, que todo sea perfecto, puede ser un verdadero quebradero de cabeza para aquellas personas de gustos más conformistas, en el sentido de que no les hace falta buscarle la perfección a aquello que ya está bien como es.
Estar en una relación con una persona altamente perfeccionista puede ser difícil, sobre todo si hay conflictos fruto de que uno tenga unas expectativas muy altas sobre la relación que el otro no parece satisfacerle. Abordemos el perfeccionismo en las relaciones de pareja y cuáles son sus implicaciones.
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Así es el perfeccionismo en las relaciones de pareja
Se suele considerar el perfeccionismo como un rasgo positivo, y puede serlo si se da de una forma adaptativa y funcional. Ser un buen perfeccionista, en el sentido de querer que las cosas salgan muy bien, evitando cualquier posible fallo y esmerándose en que todo salga perfecto, es una deseada por muchos y poseída por pocos. Esto no quiere decir que haya pocos perfeccionistas. Hay muchos, pero hay perfiles que lejos de conseguir hacer las cosas bien lo que consiguen con su alta exigencia y baja tolerancia a los errores es frustración, conflictos y tensiones.
El perfeccionismo nos puede atrapar, haciendo que nos obsesionemos con hacer todo lo posible para que algo salga bien, a costa de nuestra salud física y mental. Quien muchos se esmera por conseguir que el más mínimo y poco importante detalle salga bien pierde tiempo y va desgastándose física y psicológicamente. Y no solo le afecta en lo individual pues, además, el entorno cercano a la persona perfeccionista puede acabar harta de sus estándares absurdamente altos y de que esté todo el rato diciéndoles las cosas que hacen mal.
Es especialmente nocivo el perfeccionismo en las relaciones de pareja. Este rasgo puede conducir la paradójica situación de convertir la vida amorosa en algo sumamente frustrante y decepcionante, fuente de todo tipo de conflictos y tensiones. Difícilmente una persona quiere salir con alguien que dice que le quiere pero que le recuerda constantemente que hace las cosas mal, que no está siguiendo su “método” o que tiene muchos defectos.
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Diferentes perfiles de perfeccionista
No todas las personas perfeccionistas son iguales y, por consiguiente, la forma en que el perfeccionismo se manifiesta en las relaciones de pareja varía. A continuación vamos a hablar de diferentes tipos de ellos y cuál es su implicación en las relaciones humanas.
1. Quien se propone objetivos inalcanzables
Uno de los perfiles de perfeccionista de libro es quien se propone objetivos inalcanzables y poco realistas. Se trata de personas que se ponen unas metas que alcanzarán con muy poca probabilidad, lo cual les traerá mucha frustración. Además, son individuos que no aceptan sus debilidades y son muy críticos consigo mismos.
Les cuesta entender que todos somos humanos, que nadie es perfecto y por lo tanto, tienen defectos que por mucho que se esfuercen es difícil que consigan cambiar. Como siguen empeñados en cambiar lo que no se puede cambiar, sienten mucho malestar emocional.
Este perfil no implica necesariamente perjuicio para la vida de pareja, pero sí que resulta difícil estar saliendo con alguien que no es capaz de ver lo positivo de sí mismo y que se frustra constantemente porque tiene metas muy ambiciosas pero que no logra alcanzar.
La depresión y la ansiedad son dos problemáticas frecuentes en este perfil, además de comportamientos obsesivos-compulsivos.
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2. Quien quiere reconocimiento social
Hay otro perfil de perfeccionista que también es muy común. Este se trata de quien quiere gustar a los demás, que desea obtener mucho reconocimiento social. Quiere ser aceptado y evitar las críticas. No lleva bien escuchar frases negativas sobre él o sus acciones.
Las personas que presentan este tipo de perfeccionismo pueden incurrir en comportamientos obsesivos que les suponga algún tipo de beneficio a nivel social. Por ejemplo, si quieren ser reconocidos socialmente por su físico, se apuntarán a un gimnasio y se pasarán horas y horas entrenando. Nunca se sentirán satisfechos con la rutina de ejercicios, y tratarán de subir la dificultad.
Sea cual sea la conducta obsesiva que realicen, el hecho de que la hagan les supone menos tiempo para pasarlo en pareja. Además, si su obsesión implica invertir mucha energía, como es el caso del ejercicio físico que acabamos de ver, esto hará que una vez esté con su pareja sea menos propenso a hacer actividades con ella, sobre todo si las ve como algo que le quita tiempo para mejorar aquella habilidad o característica que cree que le traerá cierto reconocimiento social.
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3. El detector de errores ajenos
Finalmente, tenemos el perfeccionista que ve los errores en los demás para satisfacer sus propias exigencias. Es quien cree que nadie lo hace bien, solo él. Este es el perfil que más conflicto social puede traer porque, como ve a los demás como personas que no saben hacer las cosas como debería, siguiendo su “método”, inicia el conflicto con cualquiera. Es este el perfil que puede dinamitar la convivencia de pareja.
El detector de errores ajenos critica incesantemente como los demás hacen las cosas y no toleran los fallos ajenos. En el ámbito laboral es fácil reconocerlo en la figura del jefe que nunca está contento con tu trabajo o en el compañero de oficina que considera que sus colegas son todos unos incompetentes. En el ámbito de la pareja sería el novio o esposa que intenta decirnos, sin cesar, como tenemos que hacer las cosas para lograr que las cosas vayan bien en casa.
En las relaciones de pareja, las personas perfeccionistas de este tipo se irritan con facilidad. No toleran los “errores” (lo que ellos consideran como tales) y culpan a los demás usando un ácido sarcasmo, insultos y gritos a la hora de describir la conducta errática de la persona que dicen querer. Como se puede suponer, esta es una actitud sumamente tóxica, dañina para la salud mental y autoestima de la otra persona y que incurre, a veces, en los malos tratos.
La persona que es reprendida por su pareja perfeccionista puede responder de varias maneras. Una de estas es que no se quede de brazos cruzados, se rebote y muestre sentimientos de rabia e impotencia. Si es una persona que necesita la aprobación de los demás puede dar origen a constantes discusiones, además de una pérdida de autoestima si la persona reprendida le atribuye superioridad a la persona perfeccionista o existe dependencia emocional de algún tipo.
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¿Cómo manejar este perfeccionismo sin que dañe la relación?
Superar el perfeccionismo en las relaciones de pareja es complejo. Para lograrlo, primero se debe conseguir que la persona perfeccionista tome conciencia de cómo este rasgo está limitando su felicidad y condiciona la relación con su novio/a o esposo/a. Conseguir liberarse del perfeccionismo es algo que requiere de un largo proceso de autoconocimiento y reflexión, y lo preferible es contar con ayuda profesional, sobre todo de un psicólogo de pareja.
Las dos recomendaciones que vienen a continuación pueden servirnos para reflexionar sobre cómo el perfeccionismo en nuestra relación de pareja puede haber estado dañando la felicidad en la misma.
1. Analizar los efectos de este rasgo en nuestra pareja
Para poder superar este tipo de perfeccionismo, una buena idea es analizar qué efectos está implicando para la pareja. Puede ser que cada vez que nuestra pareja hace algo, nosotros creemos que lo ha hecho mal, se lo decimos y surge un conflicto. También puede pasar que, empeñados en hacer de la forma más correcta algo (por ejemplo, limpiar el cuarto de baño) le dedicamos horas y horas mientras dejamos de lado nuestra vida sentimental.
Pueden ser muchas cosas. La cuestión es que una vez identificadas y analizadas, cuando volvamos a hacer esas conductas perfeccionistas problemáticas, podamos pararnos a pensar en el momento de hacerlas y ponerles freno. No es sencillo, pero esto es mejor que no ser consciente de qué conductas perfeccionistas afecta nuestra relación.
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2. Reflexionar qué es lo que nos aporta el perfeccionismo a nuestra pareja
Como hemos comentado, ser perfeccionista no tiene que ser algo malo. Desear que las cosas salgan bien y esforzarse porque así sea no es algo malo en sí mismo, más bien al contrario. No obstante, es cuando esto se convierte en una obsesión y un problema relacional y de salud mental cuando podemos ver que se ha convertido en algo perjudicial.
Una de las formas de ver si nuestro perfeccionismo es problemático para nuestra pareja es ver qué es lo que nos aporta a nuestra relación, y también qué es lo que le quita. A veces, cuando nos concentramos en un propósito excesivamente, no nos damos cuenta del mucho tiempo que perdemos haciendo eso mientras no lo estamos pasando con nuestra pareja. Otras son la cantidad de conflictos que nos trae querer las cosas bien hechas, en vez de satisfacción por tenerlo todo perfecto.
Sea la consecuencia en concreto que sea, el punto es que si nuestro perfeccionismo supone más inconvenientes que ventajas para nuestra pareja estamos ante un problema al que le deberíamos poner solución. Hecha esta reflexión, lo recomendable sería acudir a psicoterapia tanto individual como de pareja y tratar de superar el problema con un profesional.