La típica imagen que a todos nos viene a la cabeza cuando pensamos en una persona sabia es un hombre mayor, con una larga barba, que se pasa el día filosofando en la soledad de su estudio. Así pues, la idea que transmite esta imagen arquetípica es que la comprensión de la realidad que nos envuelve siempre tiene que ir de la mano de durísimos sacrificios que prácticamente impiden disfrutar de la vida en cualquier otro plano que no sea el intelectual. Pero esto es falso, se ajusta poco a la realidad.
De hecho, para llegar a un alto grado de conocimiento no es necesario ser de la tercera edad, y especialmente no es necesario vivir aislado ni ser hombre. En el día a día las personas sabias tienen todo tipo de apariencias; lo que sí tienen en común consiste en rasgos psicológicos y hábitos de vida. A continuación veremos cuáles son esas características de propias que sirven para reconocerlas.
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Características y hábitos de las personas sabias
Lejos de ser individuos estrafalarios fácilmente reconocibles por sus manías, las personas sabias acostumbran a ser tan discretas como lo es la mayor parte de la población, y no hay en su imagen más externa y superficial que nos lleve a pensar que son individuos con alguna particularidad.
Veamos, pues, cuáles son esas señales que aparecen cuando estamos frente a personas sabias.
1. Sienten curiosidad por una gran variedad de temas
El conocimiento siempre empieza con una pregunta, y las personas sabias se plantean, cada día, un gran número de ellas. Es por eso que con frecuencia se interesan por una gran variedad de temas, ya que justamente en esos ámbitos de la realidad en los que se tiene poca experiencia aparecen dudas muy amplias que tientan a las mentes curiosas. Esto nos lleva al siguiente punto.
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2. Llevan un registro de sus dudas
Cuando las personas sabias se dan cuenta de que hay una pregunta que está pidiendo a gritos ser respondida, o cuando se topan con un libro, vídeo o artículo que parece ser una buena fuente de aprendizaje, encuentran una forma de recordar o esa duda o esa pieza de información en la que se dan respuestas a las dudas.
Este registro no tiene por qué ser estrictamente un listado, sino que también puede ser una carpeta de “Favoritos” en el navegador llena de enlaces a contenidos interesantes de cara a formarse de manera autodidacta.
3. No les avergüenza mostrar su ignorancia
Para las personas sabias, la ignorancia es lo que se da por supuesto, lo que viene dado por defecto con el simple hecho de ser un ser humano. Lo normal, lo que sucede con mayor frecuencia, es que no sepamos responder a las preguntas, a no ser que estas estén dirigidas hacia un tema que se considere de “cultura general”. Por eso, no les da vergüenza reconocer abiertamente su ignorancia.
Es aquí donde se nota especialmente la diferencia entre las personas sabias y las que solo quieren aparentar serlo: las primeras consideran que intentar hacer que su ignorancia pase disimulada significa perder una oportunidad para aprender por la simple presión social, mientras que las segundas prefieren mantener su imagen pública a preguntar por aquello de lo que el otro habla.
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4. Tienen experiencia de vida y se mueven por muchos ámbitos
Las personas sabias, al contrario de lo que se asume muchas veces, salen mucho de su casa, ya que de no ser así no tendrían un conocimiento de la vida basado en la experiencia. Eso significa que viajen, lo cual les permite conocer otras culturas y puntos de vista, y que tienen vida social, lo cual les permite tener acceso a más personas sabias de las que aprender.
Por otro lado, a pesar de que no tengan por qué formar parte de la tercera edad, dejaron atrás la adolescencia desde hace mucho tiempo. Antes de esa etapa vital no estamos neurológicamente preparados para pensar en términos abstractos (algo indispensable para llegar a un conocimiento sofisticado acerca de las cosas) y por otro lado no se ha tenido oportunidad de contar con experiencia.
5. Toleran la incertidumbre
Hay quienes no pueden soportar la idea de ver desafiadas sus creencias, ya que esto les produce un estado de malestar conocido como disonancia cognitiva. Sin embargo, las personas sabias aceptan bien esa sensación de incertidumbre, porque para ellas cualquier creencia está sujeta a revisión y el conocimiento es concebido como algo dinámico.
Además, como se plantean constantemente si lo que creían saber sigue siendo válido, su entendimiento del mundo es sofisticado y lleno de matices; no se basa tanto en simplificaciones como en los frutos de la reflexión.
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6. La lectura es un hábito constante
Los libros y ciertas fuentes de información disponibles en Internet son un valioso recurso para aprender, y las personas sabias no desaprovechan estos elementos. Esto no significa que lean cualquier cosa, sino que son hábiles a la hora de buscar la información que buscan y aprenden por su cuenta acudiendo a fuentes útiles y didácticas. Ya sean textos de ficción o de no-ficción, hay miles de fuentes de sabiduría que abordan diferentes ámbitos de conocimiento y que son consideradas como un tesoro por mucha gente.
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