La asociación libre es uno de los métodos más íntimamente ligados al psicoanálisis de Sigmund Freud y sus seguidores. En su momento, esta estrategia sirvió para sustituir la hipnosis y el método catárquico en la consulta clínica de la época, y hoy día sigue siendo muy recurrida en las diversas escuelas de psicología relacionadas con la corriente psicodinámica.
En este artículo veremos en qué consiste exactamente la asociación libre y en qué supuestos teóricos se fundamenta.
¿Qué es la asociación libre?
Vista de manera superficial, la asociación libre puede resumirse en una frase: "dígame todo lo que le venga a la cabeza"; una actividad que vista desde fuera de la teoría freudiana parece ociosa y carente de un propósito claro. Sin embargo, es también una regla fundamental del psicoanálisis.
En resumidas cuentas, la asociación libre es un método para hacer que algunos aspectos de las ideas y recuerdos que resulten demasiado traumáticos para poder ser accesibles por la consciencia (entendida dentro del marco teórico del psicoanálisis) puedan ser revelados indirectamente a través del lenguaje.
De algún modo, Sigmund Freud planteaba que la asociación libre era una manera de sortear los mecanismos de represión y bloqueo de los contenidos mentales traumáticos y generadores de mucha ansiedad. De este modo, haciendo que un paciente jugase con el lenguaje de forma improvisada, el psicoanalista sería capaz de alcanzar un nivel de comprensión más profunda sobre los problemas inhibidos de esa persona.
El nacimiento del concepto
La asociación libre nació en un contexto histórico en el que era necesario tratar muchos pacientes con trastornos mentales de tipo neurótico, una categoría diagnóstica muy amplia que servía para englobar acciones y formas de pensamiento relacionadas con cambios bruscos del estado de ánimo y del grado de activación mental.
Justo antes de empezar a formular las bases del psicoanálisis, Sigmund Freud se vio muy influido por Jean-Martin Charcot, un neurólogo francés que utilizaba la hipnosis y el método catárquico para curar casos de histeria. Freud decidió hacer uso de la hipnosis para explorar las dolencias de pacientes neuróticos, aunque tardó poco tiempo en llegar a una conclusión muy diferente acerca de cómo debían ser tratados los trastornos.
Freud empezó a pensar en la idea de que los problemas mentales podían ser en realidad manifestaciones de ideas y de recuerdos traumáticos que resultan tan estresantes que deben ser "aislados" y mantenidos lejos del alcance de la consciencia. El organismo es capaz de mantener un cierto equilibrio entre los contenidos que realmente circulan por la consciencia y aquellos que permanecen en lo inconsciente, pero no es capaz de hacer desaparecer estos últimos, tan solo los mantiene bloqueados. Sin embargo, en ocasiones los contenidos a reprimir son tan poderosos que generan los síntomas de los trastornos al luchar por filtrarse hacia la consciencia.
La hipnosis sería una manera de hacer que los mecanismos de bloqueo de estos contenidos mentales ocultos quedasen relajados, haciendo posible que se expresasen de forma más clara (aunque siempre de manera indirecta). Con los sueños ocurriría algo parecido: Freud los interpretó como hipotéticas manifestaciones de lo inconsciente y reprimido, pasadas por un filtro de simbolismo.
Pero la asociación libre permitiría conocer y trabajar con los contenidos de lo inconsciente de forma más eficaz. Veamos por qué.
Liberar los contenidos de lo inconsciente
Tal y como hemos visto, el método de la asociación libre se basa en estos supuestos:
- Existe al menos una parte consciente de la psique, y otra que es inconsciente.
- Los contenidos de la parte inconsciente luchan por emerger a la consciencia, pero nunca pueden ser examinados directamente.
- Muchos trastornos mentales son fruto del choque entre contenidos de lo inconsciente que quieren ocupar el resto de la psique y la parte consciente que trata de impedir esto.
- Es posible crear situaciones en los que los mecanismos de bloqueo de contenidos del inconsciente se relajan.
Teniendo en cuenta esto, el psicoanalista utiliza la asociación libre para permitir que contenidos de lo inconsciente que pueden estar detrás de la aparición de un trastorno mental se expresen de manera indirecta para, de ese modo, poder influir en ellos mediante mecanismos del lenguaje.
De este modo, se deja que el paciente vaya diciendo todo lo que le viene a la mente, sin imponerle condiciones ni vetar temas; de ese modo, sus mecanismos de autocensura se relajan. Al crear un contexto en el que el uso del lenguaje puede ser caótico, se asume que es la parte inconsciente de la psique la que se encarga de encadenar palabras y temas entre sí.
De este modo, la lógica que hay detrás de lo que se dice pasa a ser la lógica de lo inconsciente, algo que debe ser descubierto por el psicoanalista, que va tomando nota de regularidades en el uso de símbolos, temas que parecen importantes pero de los que nunca se habla de forma directa y que parecen actuar como centro de un remolino de frases
Estas ideas y significados ocultos son planteados por el psicoanalista, que da una interpretación de lo que acaba de escuchar. Estos nuevos significados deberán ser afrontados por el paciente una vez que el terapeuta le ofrezca una interpretación de lo que ha dicho que encaja con lo que él mismo es incapaz de expresar directamente en palabras.
Según Freud, este método era mucho más útil que la hipnosis y el uso de la catarsis, porque podía ser utilizado en una cantidad mayor de personas y permitía reelaborar discursos de lo inconsciente en vez de, simplemente, esperar que el paciente hallase una manera de reconciliarse con los contenidos de lo inconsciente reviviéndolos.
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Los problemas de la asociación libre
Con esto, ya hemos visto los aspectos básicos que caracterizan la asociación libre. Sin embargo, toda esta explicación solo es válida si aceptamos el marco teórico del psicoanálisis de Freud y la epistemología desde la que parte.
Este último componente es el que hace que tanto la asociación libre como toda la teoría psicoanalítica en general haya sido muy criticada, especialmente por filósofos de la ciencia como Karl Popper; básicamente, no hay manera de fijarse unos objetivos concretos, implementar un método concreto y evaluar si ha funcionado o no, porque todo depende de las interpretaciones.
En resumidas cuentas, la interpretación que realice un psicoanalista a partir del torrente de palabras y frases que el paciente va emitiendo durante la asociación libre será válida en la medida en el que el paciente lo considere; pero, a la vez, el paciente no está capacitado para ser un conocedor fiable de lo que ocurre en su cabeza, por lo que siempre puede ser cuestionado.
Además, los supuestos de que en la vida mental de las personas hay entidades conscientes e inconscientes que actúan con una agenda propia se considera una entelequia, porque es algo imposible de demostrar: la parte inconsciente siempre se las arreglará para no ser revelada.
Así pues, en la práctica de la psicología contemporánea la asociación libre permanece como uno de los elementos de la historia de la psicología, pero no se considera una herramienta científicamente válida.