La palabra “crítica” viene del griego “kritikos” que significa “capaz de discernir”. Así mismo, la palabra “criticar” proviene del verbo “krinein” que significa “separar”, “decidir” o “juzgar”. Actualmente podemos utilizar dichas palabras para hablar de la acción de juzgar o de evaluar a profundidad una situación; pero sirven también para referirnos a una actitud (crítica), e incluso a un momento decisivo (momentos críticos). En este sentido, realizar una crítica no siempre es una acción de ofensa hacia la situación que se está evaluando; sino que puede tener el efecto contrario: favorecer nuestra capacidad de discernir o decidir.
En todo caso, cuando una crítica se realiza para juzgar o evaluar un comportamiento o decisión personal, pueden generarnos mucho malestar. Entre otras cosas, puede producir la sensación de angustia o de tristeza y en ocasiones enojo. En este artículo explicaremos algunas estrategias que pueden ser útiles para afrontar las críticas de una manera que nos facilite tanto la interacción social, como mantener la estabilidad emocional.
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5 estrategias para afrontar las críticas
Cuando nos encontramos en una situación donde escuchamos algo que no nos gusta, porque tiene que ver directamente con nosotros mismos, es común que reaccionemos desde el filtro emocional y omitamos la parte racional, con lo cual, frecuentemente nos generan la sensación de no saber qué hacer.
No obstante, aún sin saber qué hacer, actuamos. Y la forma en la que lo hacemos puede así mismo generar malestar o confusión en las otras personas. Incluso puede pasar que nuestras reacciones ante las críticas se conviertan en un obstáculo para el desarrollo de las relaciones interpersonales, o bien, para el desarrollo personal. Por todo lo anterior, no está de más hacer el ejercicio de preguntarnos cómo estamos afrontando las críticas y cómo podríamos hacerlo adecuadamente.
1. Valorar la situación
Las críticas, en tanto que se componen de una serie de juicios sociales, nos pueden generar culpa con facilidad. Es importante que, antes de pasar a este momento, tratemos de poner las críticas en contexto. Significa que podemos reflexionar sobre cómo se pueden ver afectadas las percepciones ajenas y las explicaciones del éxito o del fracaso sobre un desempeño según distintas etiquetas o valores sociales asignados a nuestra propia persona. De esta manera podemos generar herramientas para establecer un diálogo con el interlocutor (con quien hace la crítica), antes de que nos paralicemos, bien por enojo, o bien por angustia.
En definitiva, no todos y todas reaccionamos de la misma forma ante las críticas. En estas reacciones se involucran muchos elementos, que van desde nuestro autoconcepto hasta las posibilidades y los valores que nos han sido asignados (y a través de los que nos hemos socializado); que pueden ser distintos entre mujeres y hombres o entre niños y adultos o entre personas de una cultura o de otra. Poner las críticas en contexto y valorar la situación en la que se generan, también tiene que ver con reflexionar sobre el momento, el lugar, y la persona en concreto de quien viene la crítica. Dicha reflexión nos ayuda a saber cuáles comentarios o situaciones nos deberíamos “tomar personal”, y cuáles no.
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2. Fortalecer asertividad, más allá de las críticas
Por otro lado, una vez que hemos detectado que nuestra reacción ante las críticas nos genera problemas emocionales es momento preguntarnos si nuestro afrontamiento está afectando directamente nuestras habilidades sociales. En caso de que la respuesta sea afirmativa, algo que podemos trabajar es la asertividad; entendida como una habilidad que permite entablar comunicación de manera respetuosa y a la vez firme.
Al ser una habilidad, y no un rasgo de personalidad que algunas personas tienen y otras no, la asertividad es algo que podemos trabajar y desarrollar. Se trata de comunicar nuestras necesidades e intereses de manera clara, pero al mismo tiempo reconociendo las necesidades e intereses del interlocutor (es decir, manteniendo la empatía).
Consiste asimismo en discernir entre los momentos en los que es mejor mantenernos prudentes y más pasivos; y aquellos momentos en los que es necesario que nos mantengamos activos y firmes con nuestras decisiones. Fortalecer la asertividad es una habilidad que nos ayuda a comunicarnos diariamente, y que puede ir mucho más allá de mejorar la manera en la que afrontamos las críticas.
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3. Revisar y trabajar autoestima
La autoestima es la valoración que hacemos sobre nuestro autoconcepto. Es decir, es el conjunto de valores (positivos o negativos) que asociamos a la imagen que hemos hecho sobre nosotros mismos. Desde la psicología más científica hasta la más cotidiana se ha puesto atención a cómo una baja o alta autoestima se refleja de manera importante en las habilidades sociales; es decir, que se hace visible en las relaciones eficaces y satisfactorias.
La valoración que hacemos sobre nuestro autoconcepto impacta en la infravaloración o la sobrevaloración de las posibilidades propias y en el reconocimiento de nuestros límites. Así pues, según cómo nos percibimos a nosotros mismos, podemos tener algunos problemas para afrontar las críticas (precisamente por la dificultad de reconocer los tanto límites como las capacidades). Esto puede generar intolerancia o rigidez respecto al juicio que hacemos sobre los demás; y puede generar lo mismo sobre el juicio que los demás hacen sobre nosotros.
4. Reflexividad y autoconocimiento
La reflexividad, o la cualidad de ser reflexivo, hace referencia a la capacidad de evaluar algo con detenimiento, antes de llevarlo a cabo. O bien, una vez que ha sido llevado a cabo, para que los resultados de dicha reflexión nos sirvan en ocasiones posteriores. Trabajar está habilidad puede ser útil para afrontar las críticas ya que nos permite analizar cómo nos afectan las críticas ajenas en el día a día, y qué acciones propias pueden estar afectado a las otras personas. En este sentido la reflexividad se relaciona con la introspección y con desarrollar un pensamiento realista sobre las situaciones.
En última instancia todo lo anterior supone trabajar autoaceptación y autoconocimiento, que significa asumir nuestros pensamientos, sentimientos o comportamientos, y también nuestros límites y posibilidades reales; como parte de nosotros mismos y de nuestro contexto de posibilidades. Sin esperar aprobación incondicional, tanto de parte de los demás como de parte nuestra. Esto último nos permite trabajar aquello que no nos gusta de nosotros mismos, y al mismo tiempo, no debilitarnos en exceso ante las críticas ajenas
5. Compartir la experiencia
Es normal que las críticas nos provoquen cierto malestar, y también es normal que no sepamos cómo reaccionar en todo momento.
Ante esto, otra de las estrategias que pueden resultar eficaces para afrontar adecuadamente las críticas, es compartir dicho malestar y dicha incertidumbre. Seguramente nos encontraremos con alguien que se ha sentido igual, y aunque no se trate de una persona experta en psicología, puede llegarse a conclusiones interesantes sobre cómo nos hemos sentido ante las reacciones de los demás, y también sobre cómo se han sentido los otros ante nuestras reacciones.