La autoestima es uno de los elementos más importantes del modo en el que experimentamos la vida, y cuidar este aspecto de nosotros mismos resulta imprescindible para gozar de un buen equilibrio emocional. Sin embargo, no son pocas las personas que caen en la trampa de creer que, si se tratan con dureza y de una manera muy estricta de manera constante, eso les permitirá autorrealizarse y ser la persona que quieren llegar a ser.
Los problemas que produce esa tendencia a tratarnos de manera injusta no se hacen esperar, y nos llevan a entrar en un círculo vicioso: debido al desgaste psicológico que sufrimos por someternos a unos estándares tan exigentes que nos auto-imponemos, cada vez somos peores al tratar de lograr todo aquello que nos proponemos. Y, sin embargo, mucha gente es incapaz de darse cuenta de que adoptan contra sí mismos una actitud muy hostil que jamás adoptarían ante un amigo o una amiga.
Es ahí donde cobra valor la autoestima, que es el arte de la amistad con uno mismo y nos ayuda no solo a ser felices, sino también a ganar control sobre nuestras vidas, a empoderarnos.
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¿Qué es la autoestima?
Podemos definir la autoestima como la forma que tenemos los seres humanos de percibirnos a nosotros mismos y la valoración que hacemos de nosotros en cualquier ámbito de nuestra existencia, ya sea en el rendimiento deportivo o laboral, en nuestra capacidad de relacionarnos con otros, al considerar lo que sabemos y no sabemos, etc.
A lo largo de varias décadas, la psicología se ha encargado de estudiar a fondo el concepto de autoestima en el ser humano, así como de establecer pautas, estrategias y técnicas para mejorarla en cualquier persona que pueda presentar déficits en la concepción de sí misma.
Una de las estrategias más útiles en este sentido consiste en tratarnos a nosotros mismos como a un buen amigo, una pauta de comportamiento que tiene diferentes ramificaciones dependiendo del contexto en el que nos encontremos y el tipo de problemas o inseguridades personales que afrontemos de manera cotidiana. Y es que disponer de una buena autoestima no consiste en dar por supuesto que somos capaces de hacer cualquier cosa, sino en asumir que incluso en aquello que nos cueste, e incluso ante nuestros errores y fallos, debemos mantener una actitud constructiva y comprensiva hacia nosotros, tal y como lo haríamos ante un amigo al que quisiésemos ayudar.
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¿Cuáles son las ventajas de tratarnos como lo haríamos con un amigo?
Estos son los principales beneficios de no adoptar un punto de vista hiper-crítico e injusto al valorar cómo somos y cómo nos comportamos.
1. Permite aceptarnos
Aprender a autoaceptarse y a quererse a uno mismo tal y como lo hacemos con nuestros mejores amigos es el primer paso para empezar a tratarnos como nos merecemos e iniciar la senda hacia la mejora de la autoestima.
La autoaceptación nos ayuda a abrazar lo que somos en conjunto, sin miedo y con determinación, y valorando positivamente aspectos de nosotros mismos que puede que en el pasado llegásemos a rechazar o incluso a intentar ocultar.
Tener una percepción positiva de nosotros mismos tanto a nivel psicológico, como físico, aceptando nuestros pensamientos, emociones y opiniones, nos ayudará a tener una autoestima más fuerte y a ser más felices con nosotros mismos.
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2. Ayuda a eliminar la culpa que no aporta nada
La culpa que sentimos a lo largo de la vida por el motivo que sea puede acabar deteriorando nuestra autoestima y generando un círculo vicioso de auto-incriminación: ese sentimiento de que estamos atados a esa esencia “fracasada” o “corrupta” de nuestro pasado nos impide plantearnos mejorar como seres humanos. Y es que, aunque suene contraintuitivo, algunas personas se aferran a la culpa como una excusa para no plantearse cambiar; prefieren lo predecible de saber que en el futuro seguirán sintiéndose mal con su propia identidad, que afrontar el reto de aprender de los errores.
El sentimiento de culpa justificado o no debe ser eliminado de nuestras vidas y de nosotros depende realizar análisis más certeros de la realidad para averiguar si realmente sentimos ese sentimiento por motivos reales (y por consiguiente, que nos permiten aprender) o por situaciones que percibimos nosotros mismos.
La culpa que una persona siente generalmente suele estar originada por un juicio demasiado severo que se realiza a sí mismo, algo que acaba deteriorando su autoestima y su salud mental.
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3. Permite ejercer autojuicios más positivos
Los autojuicios demasiado severos o negativos hacia uno mismo constituyen una de las características clásicas que podemos encontrar en personas con niveles demasiado bajos de autoestima. Y además, facilitan que los demás también nos vean desde ese prisma que no nos favorece en absoluto.
Empezar a valorar nuestro comportamiento con parámetros propios menos severos y no con los de los demás, es una excelente manera de poner en práctica un mejor trato con nosotros mismos, algo que sin duda contribuirá a mejorar nuestros niveles de autoestima.
A este respecto, la honestidad y la compasión es imprescindible para realizar juicios más justos sobre nosotros mismos, adaptados a nuestros intereses personales y no a voluntades ajenas. Así lograremos aceptar cosas de nosotros que quizás antes valorábamos negativamente.
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4. Nos permite ser fieles a nosotros mismos
Esta nueva visión sobre nuestra persona nos ayudará a ser más fieles a nosotros mismos y a mantener la coherencia entre lo que pensamos genuinamente, lo que decimos y lo que hacemos a lo largo de nuestra vida. Nos ayuda a respetar nuestros propios valores y a no ceder por problemas de asertividad, doblegándonos a la voluntad de los demás. Se trata, además, de un elemento básico para desarrollar nuestra capacidad de autoliderazgo.
5. Promueve una vida plena
Vivir de acuerdo con nuestras propias convicciones, siendo fieles a aquello que queremos convertirnos en la vida nos proporciona el empuje y la energía necesarias para afrontar proyectos ilusionantes y no renunciar ante el miedo a que “lo hagamos mal” sin tener evidencias claras de que no estamos preparados para lograr nuestro objetivo.
En definitiva, nos ayuda a vivir una vida más plena y feliz, acorde a nuestras convicciones, y sin dejar pasar oportunidades.
6. Nos ayuda a valorar a quienes nos valoran
Poner en práctica un trato más respetuoso y cordial con nosotros mismos también nos permitirá, por extensión, tratar de igual manera a aquellas personas que están a nuestro alrededor.
De esta forma se produce un círculo virtuoso de retroalimentación en el que tratando mejor a los demás aumentamos tanto la autoestima propia como la ajena.
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7. Nos ayuda a conocernos mejor
Poniendo en práctica un trato más positivo y cordial con nosotros mismos aumentará nuestra autoestima, lo que nos proporcionará el empuje necesario para empezar a vivir plenamente para y por nosotros mismos.
Esta nueva vida también nos permitirá descubrir aquellas aficiones o intereses que teníamos ocultos o bien que habíamos reprimido en nuestra vida anterior.
Además de eso, podremos descubrir también qué compañías nos hacen sentirnos mejor y por el contrario qué clase de personas debemos evitar a toda costa en beneficio de nuestra salud mental.
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