En el imaginario colectivo la figura de la madre suele representarse como una persona abnegada que antepone las necesidades de sus hijos e hijas a las propias. Con frecuencia, se plantea que no solo antepone las necesidades, sino también los deseos porque, aparentemente, les hace más felices ver a sus hijos contentos que su propia alegría.
¿Es esto cierto o solo una creencia social más que carga con expectativas sociales a las mujeres madres? La neurociencia está empezando a brindar información sobre los cambios reales que suceden en el organismo de la mujer y con esta información empiezan a surgir, también, explicaciones realmente sorprendentes.
En este artículo damos respuesta a la pregunta que da forma a este artículo y, para ello, nos basamos en la evidencia científica disponible actualmente. Hablamos también sobre cuando empiezan a originarse estos cambios y, por último, mencionamos algunos aspectos que van más allá de la biología.
¿El cerebro de las madres realmente prefiere las recompensas para sus hijos?
Según los datos de un estudio publicado en 2023, parece ser que sí, que el cerebro de las madres muestra una mayor activación neuronal cuando anticipa y/o recibe recompensas para sus hijos/as en comparación con la activación referente a las recompensas para sí mismas.
Esta investigación se llevó a cabo comparando la actividad cerebral de 31 madres en tres situaciones diferentes: al ganar una recompensa para ellas, para una organización benéfica y para sus hijos.
Los resultados obtenidos señalan que las respuestas neurales más fuertes se registraban tanto al anticipar como al consumir las recompensas que eran para sus hijos que cuando eran para ellas mismas o la donación benéfica.
Además, en esta línea, se observó también que había una mayor motivación y un mayor compromiso para conseguir las recompensas cuando eran para sus hijos. Es decir, las respuestas eran más rápidas si la recompensa era para sus criaturas. Cuando les preguntaban, ellas mismas reportaban un mayor esfuerzo y placer anticipado también.
Por último, es interesante destacar que se apreciaron y destacaron mayores activaciones en las regiones cerebrales asociadas a la cognición social cuando se anticiparon las recompensas para las criaturas.
¿Cómo explica esto la ciencia?
Tal y como hemos visto, el hecho de que se produzca una mayor activación en los circuitos neuronales relacionados con la motivación social y la recompensa cuando se trata de las recompensas que van a recibir los hijos es un indicador claro de que estas son la prioridad para el cerebro materno.
Áreas cerebrales como la corteza prefrontal media y la unión temporoparietal se ven más activadas. Estas regiones están implicadas en aspectos como la toma de decisiones altruistas, así como tener en consideración el bienestar de las otras personas.
En otras palabras, estos resultados sugieren que parece ser que la especie humana se ha adaptado a nivel evolutivo para favorecer y potenciar aquellos comportamientos altruistas que promueven y garantizan supervivencia y el bienestar de la descendencia y, por tanto, la continuidad de la especie.
El embarazo como preparación emocional
El embarazo es un periodo crucial para las mujeres que se están convirtiendo en madres. Durante la gestación ocurren muchos cambios que van más allá de los apreciables a nivel físico.
A nivel cerebral se produce una reducción de la materia gris que permite, entre otras cosas, una especie de especialización en la que se potencian y optimizan las funciones cerebrales relacionadas con el cuidado del bebé (empatía, vinculación, detección de necesidades, etc.).
También aumenta la conectividad neuronal en las áreas que permiten dar respuestas emocionales más efectivas y una mayor sintonía con las necesidades del bebé. Además, el cerebro se vuelve más sensible a las señales sociales y emocionales —especialmente las del bebé— y se refuerzan las estructuras que se relacionan con l protección.
Todos estos son solo algunos de los cambios que se producen durante la gestación y que perduran años después de dar a luz. Así pues, vemos que durante los 9 meses del embarazo el cerebro ya se va preparando para priorizar a la criatura.
Un estudio realizado en 2021 examinó cómo la respuesta neural a las recompensas durante el embarazo predecía el vínculo con el bebé. Se observó que una mayor respuesta se asociaba con una mayor sensación de placer en la cercanía con el bebé durante el primer año posparto, independientemente de los niveles de depresión, ansiedad o estrés de la madre.
¿Qué sucede más allá de lo biológico?
Es importante tener en cuenta que, más allá de lo que sucede a nivel biológico, hay diversos aspectos que moldean la experiencia de ser madre. Es innegable que se producen cambios físicos, hormonales y cerebrales durante el embarazo y la crianza, pero también existen factores emocionales, psicológicos y sociales.
La maternidad es, sin duda, una construcción compleja en la que intervienen muchos factores. Las expectativas culturales, los roles establecidos, las experiencias previas de cada persona junto con sus vínculos y aprendizajes son aspectos clave que también van a influir en la relación entre madres e hijos/as.
Los seres humanos estamos programados para crear vínculos muy potentes con nuestra descendencia. Estos activan mecanismos de empatía, cuidado y responsabilidad. Como ya hemos visto, parece ser que el cerebro materno prioriza el bienestar de la descendencia.
Sin embargo, no podemos olvidar todos aquellos aspectos mencionados que van más allá de lo biológico y que impactan directamente en la experiencia materna, en la forma de desempeñar este rol y en el vínculo que se establece con las criaturas.