Jean Berko y el experimento de los "wugs"

Este curioso experimento mostró que niños muy pequeños son capaces de aprender reglas del lenguaje.

El experimento de los wugs de Jean Berko supuso un verdadero hito en la historia de la psicolingüística. Mediante la presentación de palabras artificiales a niños pequeños, Berko demostró que incluso en etapas muy tempranas de la vida somos capaces de extraer reglas del lenguaje y aplicarlas a palabras desconocidas.

En este artículo veremos cuál fue el contexto del experimento, cómo se realizó y qué se descubrió exactamente gracias a él.

Biografía de Jean Berko

Jean Berko nació en 1931 en Cleveland, Ohio. En 1958, tras estudiar historia, literatura y lingüística, se doctoró en la Universidad de Harvard con un estudio en el campo de la psicolingüística que resultaría extremadamente influyente por incluir el llamado “experimento de los wugs”, que describiremos en detalle en el apartado siguiente.

Berko ha desarrollado la mayor parte de su carrera en la Universidad de Boston, donde trabajó como docente hasta hace pocos años. En la actualidad está retirada de esta profesión, si bien continúa dedicándose a la investigación en el campo de la psicolingüística.

Además de sus estudios y obras sobre el desarrollo del lenguaje en las primeras etapas de la vida, entre los trabajos de Berko destacan también investigaciones en torno al vocabulario, la afasia, la adquisición de rutinas en niños y las diferencias entre el lenguaje de las madres y el de los padres.

El experimento de los wugs

En su investigación más célebre, que posteriormente sería conocida como “el experimento de los wugs”, Berko trabajó con niñas y niños de entre 4 y 7 años. Su objetivo era analizar la capacidad de los pequeños de comprender las reglas del lenguaje (concretamente la adición de sufijos flexivos) y aplicarlas a palabras nuevas.

Para ello mostró a los sujetos experimentales imágenes de objetos y actividades a las que se había otorgado palabras artificiales como nombres. El ejemplo más famoso es el del “wug”, un ser de color azulado y aspecto vagamente similar al de un ave; en este caso se enseñaba primero un solo wug y a continuación dos dibujos iguales.

La prueba en sí consistió en presentar a los niños frases inacabadas que debían completar declinando la pseudopalabra en cuestión. El texto que acompañaba al primer dibujo del wug decía “Esto es un WUG”; bajo la imagen de los dos wugs se podía leer “Aquí tenemos otro WUG. Ahora hay dos. Tenemos dos…”. Se esperaba que los niños respondieran “wugs”.

Además de los plurales Berko estudió las conjugaciones verbales (por ejemplo el pasado simple), los posesivos y otras declinaciones habituales en la lengua inglesa. Con su experimento demostró que los niños de corta edad ya han aprendido las reglas de su lengua materna y son capaces de utilizarlas en palabras que no conocen.

Encontró además que en edades muy tempranas los niños pueden aplicar las reglas a palabras familiares pero no a pseudopalabras; de esto dedujo que en primer lugar se aprenden las declinaciones de cada palabra por separado y en un estadio más avanzado se adquiere la capacidad de deducir patrones lingüísticos y aplicarlos a nuevas palabras.

Implicaciones para la adquisición del lenguaje

El experimento de los wugs rebatió la idea de que el lenguaje se adquiere por imitación de las palabras de otras personas y por el reforzamiento obtenido al decirlas. En aquella época esta hipótesis era defendida por muchos teóricos del aprendizaje, particularmente en la orientación conductista.

Dado que los niños que participaron en el experimento no conocían las palabras artificiales antes de la prueba, el hecho de que acertaran al declinarlas implica necesariamente que conocían las reglas básicas de su idioma. Después de Berko otros investigadores generalizaron estos resultados a distintos idiomas y contextos.

Tras su publicación, los resultados de este experimento tuvieron una influencia muy significativa en el estudio del lenguaje. En la actualidad los hallazgos de Berko se encuentran sólidamente asentados en la base de la teoría científica sobre la adquisición del lenguaje.

Otras aportaciones de Berko

El resto de investigaciones de Berko se pueden englobar también en la psicolingüística, si bien esta autora se ha mostrado interesada en múltiples facetas del lenguaje y en su amplia influencia en el aprendizaje y en la conducta.

1. Estudios sobre la afasia

La afasia es un trastorno consistente en una dificultad muy marcada en el uso del lenguaje expresivo y/o receptivo. Generalmente se debe a lesiones cerebrales y sus características específicas dependen de la localización del daño, por lo que se han descrito múltiples tipos de afasia.

Junto con Goodglass, Bernholtz y Hyde, Berko defendió que los problemas lingüísticos de la afasia no se pueden explicar ni por la presencia de errores gramaticales estables ni por la omisión intencional de palabras para reducir el esfuerzo al hablar.

2. Diferencias lingüísticas entre madres y padres

En un estudio de 1975 Berko encontró que la interacción de los adultos con niños pequeños parecía variar en función de su sexo: mientras que los varones daban más órdenes y reflejaban en mayor medida los roles de género tradicionales, las mujeres adaptaban en mayor medida su habla a las características del niño.

Aunque Berko quiso generalizar estos resultados al lenguaje de madres y padres en general, lo cierto es que la muestra del experimento estaba compuesta sólo por tres parejas con hijos y cuatro maestros de guardería, dos de ellos mujeres y dos hombres.

3. Adquisición de rutinas en la infancia

Berko conceptualizó las rutinas como patrones verbales, en ocasiones acompañados por gestos, que los niños pequeños interiorizan por influencia del contexto cultural en que crecen. Destacan particularmente sus estudios sobre las conductas “de buena educación”, como saludar, despedirse, dar las gracias o pedir disculpas.

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