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Cómo navegar la travesía única del duelo: una guía para avanzar en el camino

En el proceso del duelo existen altibajos en un sendero sobre el que debemos aprender a caminar.

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Aunque comúnmente asociado con la pérdida de un ser querido, es esencial comprender que el duelo no se limita exclusivamente a la muerte física; es, en su esencia, una transición, ya sea voluntaria o involuntaria, hacia un cambio profundo. Este artículo tiene la intención de ofrecer una mirada diferente cuando nos encontramos viviendo un duelo, ya sea por la muerte de un ser querido, el fin de una relación u otra forma de pérdida menos tangible; el duelo es una experiencia de la que ninguno de nosotros puede escapar para siempre.

El proceso de duelo lleva implícito muchas emociones intensas y difíciles que pueden ser tan impredecibles como el movimiento de las olas del mar, un fenómeno que no sorprende dado que nuestro cuerpo, en su mayoría compuesto de agua, refleja la fluidez interna constante.

Es precisamente este constante fluir interior el que nos muestra tan adecuadamente la fluctuación de nuestra actividad emocional. No existe una única manera de procesar una pérdida profunda, y la idea de que uno debería cumplir con puntos de referencia externos es poco realista y contraproducente.

¿Cómo es el camino del duelo?

Así como la vida no sigue una trayectoria lineal ni un destino específico, nos encontramos sorprendidos en numerosas ocasiones por eventos impredecibles a lo largo de nuestro camino, como asumir roles laborales o personales inesperados, vivir en lugares que nunca imaginamos y experimentar situaciones que jamás pensamos vivir. De manera similar, nuestro duelo tampoco sigue una línea predefinida. Esto implica que el camino que recorremos durante el duelo, hasta llegar a la integración, está lleno de altibajos, con muchas sorpresas, ya sean agradables o no tanto, a lo largo de la travesía.

Es muy habitual que pasado un tiempo sintamos más alivio, menos emociones difíciles y dolorosas y por esta razón pensemos que ya hemos llegado finalmente a un punto en el que nuestro duelo ha concluido. Sin embargo, un buen día, inesperadamente aparece una canción, un determinado aroma o imagen, o una fecha importante, y de repente nos enfrentamos a recuerdos que nos hacen revivir el dolor, la añoranza o cualquier emoción difícil.

Es muy habitual que haya personas, lugares, objetos o circunstancias que sean desencadenantes del duelo, pero también hay recuerdos que aparecen sin un motivo claro, como si surgieran de la nada. En esos instantes, es posible que nos preguntemos: "¿Por qué sigue siendo tan difícil? - Pensé que había pasado suficiente tiempo" o "Creí que lo había superado". Estos momentos pueden interpretarse como retrocesos, dando la impresión de que estamos retrocediendo en una senda que suponíamos unidireccional.

En cierta ocasión, Alberto, después de pasado un año de la separación con su pareja y su cambio de residencia comenzó a sentirse bastante mejor. Se habituó a su nueva ciudad e incluso inició una nueva relación sentimental. Tenía la plena sensación de haber integrado su duelo abriendo una nueva etapa en su “nueva vida”, y así era. Sin embargo, un día inesperadamente me llamó angustiado, explicándome las emociones que le sobrecogían de nuevo. Me contó que alguien de su entorno, con quien había sentido la necesidad de desahogarse, le dijo que quizá no lo había superado como él creía, que probablemente aún seguía añorando a su exmujer y que definitivamente, debía pasar página.

Esto le hizo sentirse fracasado, estancado emocionalmente y en resumen mal consigo mismo por sentir lo que sentía. Sin embargo, el hecho de hablarlo, de validar sus emociones y entender como normal el hecho de recordar a un ser querido o incluso experimentar de nuevo tristeza por su pérdida, no le invalidaba para construir otras relaciones, que no son sustitutivas, sino distintas. Abrazar sus emociones sin enjuiciarlas facilitó de nuevo el proceso y poco a poco le hizo sentirse mejor.

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Entonces, ¿cómo debo andar ese sendero?

Estas y otras experiencias, vividas en diversas circunstancias pero igualmente inmersas en el duelo, me llevan a reflexionar sobre cómo nuestra mente tiende a trazar mapas con caminos familiares, transitables y similares a los que otros, en algún momento, nos relataron como experiencias que debíamos vivir. En realidad, nuestro proceso es único, y nuestras interpretaciones en circunstancias similares a las vividas por otros pueden ser completamente diferentes.

Aunque es cierto que en muchos procesos de duelo se observan las etapas clásicas de negación, ira, negociación, depresión y aceptación (modelo propuesto por Elisabeth Kubler-Ross en 1969) no siempre ocurren en ese orden, ni todas las etapas son experimentadas siempre.

En conclusión, transitar por el proceso de duelo no es un camino lineal ni uniforme, sino una travesía única y personal. Por lo tanto, esta es mi propuesta para una buena compresión del proceso de duelo sea cual sea el contexto en el que lo estés viviendo:

  • La aceptación a la emoción, observarla internamente con curiosidad, estar presente con ella.
  • Pedir al dolor, con gentileza, como si de un antiguo amigo se tratara, que afloje su intensidad. La meditación es una manera estupenda de hacerlo.
  • Cuidarnos sin juicios: Dedicarnos un tiempo de cariño, autocompasión y autocuidados.Como una madre hace con su hijx.
  • Hablar de ello con personas que nos aprecian y tienen una escucha activa. No esconderlo y definitivamente, si es necesario, buscar ayuda de un profesional que sujete nuestro espacio, para con su ayuda ir trabajando en nuestro proceso único.
  • Dejar a un lado la prisa por volver a la superficie y aprender a respetar nuestros propios tiempos. Aceptar que quizá , en algún momento de calma o serenidad, nuestras emociones incómodas pueden resurgir, pero también comprender que finalmente se desvanecerán. La razón de este fenómeno no radica en que nuestro duelo no haya concluido, sino más bien en la comprensión de que, como seres acuosos, nuestras mareas emocionales son intrínsecas a nuestra existencia.

Finalmente, envolver con ternura nuestra propia existencia se revela como una fórmula esperanzadora en este proceso delicado y a la vez transformador.

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Coach

Madrid
Terapia online

Margarita Coca es posgraduada en psicología transpersonal orientada al coaching por la Universidad de Middlesex, en Londres, así como profesora de yoga integral y mindfulness desde hace más de diez años y experta en programación neurolingüística y neuro-plasticidad. Interviene ante formas de malestar como los estados de ansiedad, las emociones difíciles, las transiciones de vida complejas o los momentos de estancamiento personal e indecisión.

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