Ambos conceptos, ansiedad y miedo, muestran rasgos similares, lo que hace que ambos términos se puedan confundir. Debemos tratar de conocer las diferencias para saber cuándo es propio utilizar cada uno.
Así pues, en este artículo hablaremos de las diferencias entre la ansiedad y el miedo, como se definen ambos términos y qué diferencias muestran.
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¿Qué diferencias existen entre ansiedad y miedo?
La ansiedad es un estado de activación del organismo, el cual da lugar a una experiencia en la que el sujeto se siente inquieto, excitado, inseguro. Por su parte, el miedo se define como una sensación de angustia que aparece ante un peligro real o imaginario. En ambos casos la reacción es similar, incluso se describe la ansiedad como un sentimiento de miedo. Pero no debemos confundirnos ni usar ambos términos como sinónimos, ya que muestran diferencias; por tanto, no los podemos considerar la misma reacción.
Veamos pues cuáles son estas diferencias que distinguen la ansiedad del miedo.
1. Los estímulos que provocan la reacción
Aunque la reacción puede ser similar, los estímulos que la producen son distintos. Cuando el estímulo es peligroso, como podría ser un león, hablaremos de miedo; en cambio, cuando el estímulo es una situación amenazante para el sujeto, puede afectar a nuestro interés, a nuestra imagen social… consideraremos que se trata de ansiedad. Es decir, podemos considerar, que los estímulos que comportan miedo, sí que pueden suponer un peligro para la vida de la persona que lo siente. Contrariamente, la situación que produce ansiedad no es peligrosa para la vida del sujeto.
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2. Tipo de reacción
Vinculado con el tipo de estímulo que comporta cada sensación. En el caso del miedo, al tratarse de una reacción ante un estímulo amenazante para la vida del sujeto, la conducta que aparece con mayor frecuencia, de manera involuntaria, es la huida, salir corriendo. O incluso, dependiendo de la situación, las reacciones más adaptativas pueden consistir en luchar si no tenemos escapatoria, o quedarnos paralizados, para que no nos vean.
En cambio, ante situaciones que nos generan ansiedad, solo necesitaremos una pequeña activación para que esta sea funcional, haga la función de alertarnos, pero nos permita controlarla. De lo contrario, si la reacción es muy elevada sí que puede afectar a nuestra actuación, no dejándonos tener un comportamiento adecuado.
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3. Expresión facial
El miedo se puede entender como una emoción básica, ya que consta de una expresión facial universal, capaz de ser reconocida por los sujetos de todo el mundo, es transcultural. Del mismo modo, esta expresión facial no es aprendida, lo que quiere decir, que desde bien pequeños la mostramos, incluso los sujetos ciegos, que no han podido ver la expresión la realizan sin problemas.
Contrariamente, la ansiedad no se vincula con una expresión facial concreta, es decir, el sujeto puede expresarla de distinta manera y no todas las culturas la mostrarán igual.
Esta distinción y falta de expresión universal para la ansiedad, puede deberse a la importancia de cada reacción, es decir, el miedo es una reacción funcional, que nos hace activarnos y actuar ante una situación que puede poner en riesgo nuestra vida. En cambio, la sensación de ansiedad no es indicadora de peligro para nuestra supervivencia, podríamos no mostrarla y seguir viviendo.
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4. Momento de aparición
Podríamos considerar que el miedo aparece ante un estímulo presente, que genera en nosotros una reacción inmediata debido a la amenaza que supone. Por el contrario, la ansiedad suele aparecer ante un posible acontecimiento futuro. Es decir, el acontecimiento aún no ha tenido lugar, pero el sujeto se siente inquieto y excitado por ello, anticipa lo que puede suceder, vinculándose con pensamientos negativos.
Con los siguientes ejemplos será más fácil entenderlo: el miedo aparecerá al exponernos a una serpiente, el animal está presente; en cambio, la ansiedad aparece cuando anticipamos cómo nos sentiremos, lo que sucederá, cuando presentemos el trabajo delante de la clase, el acontecimiento aún no ha tenido lugar.
5. Naturaleza de los términos
Ambos conceptos muestran distinta naturaleza o destacan distintos componentes. En el miedo influyen componentes biológicos; como hemos visto es una reacción innata, no aprendida, que se produce de manera automática ante un estímulo peligroso. En cambio, la ansiedad muestra una naturaleza cognitiva, actúa en mayor medida el pensamiento, cómo el sujeto interpreta la situación y qué sentido le otorga. De este modo, aunque en la ansiedad también observamos reacción conductual y fisiológica, la interpretación cognitiva que se hace es la que derivará en vivencia de la ansiedad.
6. Activación cerebral
En ambos casos se produce activación cerebral, pero en caso del miedo, al tratarse de una reacción más inconsciente y sobre todo por la necesidad de realizar una respuesta rápida que nos proteja del peligro, el circuito que se activa es corto, llegando la información del estímulo exterior a la amígdala, que forma parte del sistema límbico y es la que dará lugar a la sensación de miedo.
Sin embargo, la ansiedad requerirá de un proceso mental más largo, se realiza una interpretación cognitiva y valoración de la situación, donde se tendrá en cuenta no solo el estímulo o situación externa, sino también el conocimiento o vivencias que hayamos experimentado previamente. De este modo, al necesitar más tiempo para mostrar la sensación de ansiedad, la reacción no será instantánea, como hemos dicho, al no peligrar la vida del sujeto, esta tampoco es necesaria. Como vemos, nuestro cuerpo es sabio y sabe cómo debe procesar cada estímulo.
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7. Tipo de tratamiento
Dado que el estímulo que genera la reacción y el proceso mental que se realiza es distinto, el tratamiento indicado para cada sensación será también diferente. En el caso del miedo que como vimos se produce ante un estímulo externo que supone una amenaza para el sujeto, consideraremos esta reacción como funcional. Pero cuando esta reacción aparece de manera intensa, afectando en la vida del sujeto, sí que vemos necesario realizar intervención.
El tratamiento que ha mostrado mayor eficacia en estos casos es la exposición en vivo al estímulo fóbico. La graduación o intensidad de exposición dependerá de cada paciente, con el propósito de evitar que la experiencia de exposición se viva como muy aversiva y la sensación de miedo sea muy intensa podemos realizar conductas complementarias, como la respiración para disminuir la activación. Cuando exponerse al estímulo es difícil, ya sea por su baja frecuencia de aparición o por el alto gasto que supuso, como sería viajar en avión, podemos realizar exposición en imaginación o en realidad virtual, aunque siempre deberemos terminar realizando exposiciones en vivo.
Ahora bien, como hemos mencionado, en el proceso que se produce ante la sensación de ansiedad interviene una valoración más subjetiva, es decir, el modo de interpretar y valorar la situación por parte del sujeto. Por este motivo, la intervención en esta ocasión irá dirigida a modificar el pensamiento o el modo de interpretar la situación, con el propósito de lograr un pensamiento más adaptativo y que no genere malestar en el individuo.
La técnica que ha probado eficacia es la reestructuración cognitiva, que consiste en confrontar las creencias irracionales y negativas que puede mostrar el sujeto, con el propósito de tratar de revertir estas distorsiones y conseguir un pensamiento más funcional. Se suelen utilizar preguntas como “¿Qué pasaría si?” o “¿Qué es lo peor que puede pasar?” para que la persona tenga en cuenta y valore otras alternativas y se dé cuenta de que las consecuencias que podrían ocurrir no son tan negativas como cree.
Asimismo, la exposición al estímulo o situación fóbica también es adecuada y ha mostrado eficacia para disminuir la ansiedad. Por ejemplo, en situaciones de ansiedad social, ha mostrado buenos resultados trabajar en grupo para que los pacientes puedan exponerse a situaciones sociales y practicar la actuación en un entorno seguro.
Actualmente, la intervención que utiliza de manera combinada técnicas cognitivas y conductuales ha demostrado alta eficacia, siendo una de las más utilizadas en distintos trastornos, como pueden ser los trastornos de ansiedad.
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