Si has pasado por terapias psicológicas más tradicionales, posiblemente ya tengas en claro, al menos en una buena parte, cuáles han sido los hitos de tu vida (situaciones adversas, experiencias traumáticas de vida, vínculos conflictivos y disfuncionales, patrones y aprendizajes negativos, etc.) que te han dejado heridas y que generan incluso hasta el día de hoy, mucho sufrimiento en tu vida. Todo ello hablado y entendido puertas adentro del consultorio psicológico.
Pero luego en la práctica, y de frente a situaciones, personas o vínculos similares que te encuentras en la vida real, la teoría y la comprensión resultan insuficientes para no volver a tropezar una vez más con la misma piedra, y con consecuencias cada vez más dolorosas. Esto se debe a que los cambios se dan a niveles más profundos donde no es posible llegar con terapias “habladas”.
Por eso, si estás pensando en comenzar una nueva terapia psicológica y te encuentras evaluando las posibles alternativas, este artículo te servirá para tomar mejores decisiones a la hora de elegir el enfoque terapéutico de trabajo, ya que aquí te explico por qué el EMDR es el modelo por excelencia (de los más recomendados por la OMS), para abordar tus problemáticas actuales, permitiéndote comprobar por tí mismo a lo largo de las sesiones cómo el reprocesamiento de situaciones traumáticas y/ó experiencias adversas de vida, es la clave para dejar atrás tu malestar y sentir que puedes avanzar hacia una mejor calidad de vida.
¿Qué vuelve traumática una experencia?
Existe una definición más conocida y tradicional de trauma, para señalar aquel tipo de experiencias puntuales y de gran poder perturbador como por ejemplo un accidente, un asalto, la muerte de un ser querido, una situación de abuso (entre otros). Pero también existen muchas otras situaciones de vida –inclusive mucho más cotidianas- que por su naturaleza subjetiva pueden ser consideradas traumas “de t pequeña”, ya que son vividas internamente de manera muy perturbadora por el paciente; por ejemplo una infancia surcada por discusiones y conflictos parentales, situaciones de negligencia en la crianza, la no disponibilidad afectiva de los padres, o la exposición a un modelo muy exigente de desempeño escolar, vivencias de soledad, de indefensión, la exposición a la crítica de los demás, entre muchas otras.
Como ya dijimos, el concepto de trauma puede ser muy subjetivo, y su vivencia como tal dependerá de los recursos internos que la persona posea para poder procesar adaptativamente y positivamente esas situaciones adversas. Nuestro cerebro, cada vez que nos vamos a dormir hace este trabajo de procesamiento de experiencias, guardando en sus redes de memoria cada experiencia que vivió en el día.
Una experiencia se vuelve traumática, cuando por su gran contenido perturbador, termina excediendo la capacidad del cerebro (y del organismo en su totalidad) para procesar ese material tan perturbador. Entonces la experiencia no es almacenada como parte del pasado, y vuelve a manifestarse a través de síntomas que se disparan ante determinadas situaciones de nuestro presente (flashbacks, creencias negativas sobre uno mismo, ansiedad, miedo, etc).
¿Cómo actúa el EMDR y por qué es tan efectivo?
Lo que hace el modelo EMDR (Reprocesamiento y Desensitización por medio de Movimientos Oculares) es simular el funcionamiento natural que tiene nuestro cerebro en su búsqueda permanente e instintiva de procesar positiva y adaptativamente la información de cada experiencia.
Entonces mediante la estimulación bilateral (que también emula el movimiento ocular que hacen nuestros ojos en fase de sueño REM mientras el cerebro procesa información), el terapeuta estimula de manera segura, focalizada y dirigida para que el paciente tenga en el consultorio la oportunidad de reprocesar las experiencias que no pudieron ser ni procesadas ni almacenadas por nuestro cerebro en el momento traumático en el que sucedieron, realizándolo en un contexto cuidado, seguro, guiado y previamente preparado por un profesional especializado. Es así como la experiencia traumática se reprocesa y pierde su potencial perturbador. Nuestra relación con el recuerdo se modifica, y los síntomas y el malestar desaparecen del presente.
Los últimos estudios científicos han revelado que este modelo terapéutico es el más efectivo en términos de costos y tiempos, ya que el paciente en un promedio de 12 sesiones ya puede auto-comprobar una reducción considerable de los síntomas y el malestar que lo llevaron a la consulta. Y estos cambios también son los más sostenidos en el tiempo.
Así que ya sabes, si no lo has decidido aún y quieres un cambio profundo y sostenido, te animo a que vayas más allá de la palabra y confíes en la capacidad de tu cerebro, que instintivamente (y con una ayudita extra) sabrá muy bien cómo hacer las cosas.