¿Es verdad que las mujeres de la Prehistoria también cazaban?

Repasamos los hallazgos que confirman el papel de la mujer prehistórica. Y no es el que se pensaba.

Es verdad que las mujeres de la Prehistoria también cazaban

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Desde que empezaron los estudios de la Prehistoria en el siglo XIX se dio por sentado que la mujer prehistórica era la encargada de permanecer en la cueva o refugio para cuidar a la prole y ejercer actividades como la confección de ropajes o las relacionadas con la alimentación. En pocas palabras, los estudiosos decimonónicos (todos hombres, por supuesto) trasladaron la mentalidad de su época al Paleolítico, sin ninguna prueba material que lo respaldara.

Recientemente, y gracias a los hallazgos y estudios relacionados, los especialistas en la Prehistoria no albergan ninguna duda de que la mujer paleolítica ejercía actividades parecidas a las de sus compañeros, como cazar o incluso pintar. En otras palabras; las pinturas rupestres, sin ningún género de duda, fueron ejecutadas tanto por hombres como por mujeres.

Si te interesa, sigue leyendo. En el siguiente artículo desmontamos la teoría de que la mujer prehistórica no cazaba, en base a diferentes pruebas avaladas por científicos especialistas en la materia.

¿Cazaban las mujeres en la Prehistoria? Un papel muy diferente al que se pensaba

La arqueóloga especialista en Prehistoria Marga Sánchez Romero, en su reciente libro Prehistorias de mujeres (2024) explica, con una gran diversidad de pruebas, por qué en la comunidad científica hace años que se ha descartado el tópico del ‘hombre cazador’ y la ‘mujer recolectora y guardiana de la casa’. El concepto se originó en el siglo XIX, fruto de la mala praxis de extrapolar las ideas del momento en el que se realiza el hallazgo arqueológico a una época tan alejada (y desconocida) como la Prehistoria.

El hecho de que en el periodo que nos ocupa no existiera la escritura (o, al menos, no en todas las civilizaciones, puesto que la Prehistoria no es lineal y no empieza y acaba igual en todos los rincones del planeta) dificulta enormemente el conocimiento de las comunidades humanas del Paleolítico y el Neolítico. Por tanto, cuando nos encontramos ante un descubrimiento arqueológico, debemos interpretar lo que vemos, pero nunca debemos hacerlo dando por sentado aspectos, puesto que lo que es ‘normal’ en una época puede no serlo en otra, y viceversa.

Los yacimientos de cazadoras que confundieron al mundo

Si nos remontamos al Perú de hace unos 9.000 años, encontramos un interesante descubrimiento. En Wilamaya Patjxa se halló hace unos pocos años la tumba de una mujer de entre 17 y 19 años, que había sido enterrada con un espléndido ajuar… de armas para la caza. Entre estas herramientas se encontraron puntas de proyectil para la caza mayor y un cuchillo y algunas hojuelas que, sin duda, servían para tratar las pieles de los animales obtenidos.

La cazadora peruana de hace 9.000 años

La única explicación posible era que aquella mujer había sido cazadora, puesto que el ajuar de una tumba suele relacionarse con los objetos que el finado manejó en vida. La noticia dio la vuelta al mundo y sorprendió por dos razones: primero, porque, fuera del ámbito académico, todavía existe la creencia popular de que las mujeres prehistóricas ‘no cazaban’; y, segundo, por la extrema juventud de la fallecida, que, según las pruebas que se realizaron al esqueleto, no llegaba a los veinte años cuando murió. Es decir, que antes de cumplir dos décadas, aquella joven ya había aprendido a abatir animales de gran tamaño, y también a raspar y curtir sus pieles.

Sin embargo, y a pesar de las pruebas, se siguió insistiendo en que aquello era ‘una excepción’, y que, en las sociedades prehistóricas, las mujeres no solían cazar. Bien; los mismos científicos que estudiaron los restos de la joven de Wilamaya Patjxa estudiaron a fondo otros restos de personas que vivieron durante la Prehistoria en América del Norte, y llegaron a una conclusión bastante significativa: de los 429 individuos inhumados, 27 eran evidentemente cazadores (a juzgar por sus ajuares funerarios). De estos, 15 eran hombres y 11, mujeres. Es decir, las mujeres cazadoras constituían aproximadamente entre el 30 y el 50% del total de las personas que se dedicaban a la caza.

La dama de Vix, poderosa guerrera

La lista podría alargarse ad infinitum, y podríamos incluir la famosa tumba de Vix, que alberga los restos de una mujer y de su ajuar, una magnífica colección de objetos relacionados, en esta ocasión, no con la caza, sino con la guerra. La mujer falleció alrededor de los 40 años y medía 160 cm., según las pruebas a las que se sometieron los restos.

En el enterramiento de Vix (Francia), descubierto en 1953, se halló el cuerpo de la mujer sobre un carro de guerra desmontado, cuyas ruedas descansaban contra los muros. Por otro lado, en la tumba se hallaba la que más tarde se denominó ‘crátera de Vix’, un hermoso jarrón de bronce fabricado en Grecia, de más de 200 kilos de peso y que constituye el mayor ejemplo de crátera de bronce del siglo VI a.C. El objeto es testimonio, por otro lado, de la influencia que ostentó esta dama y del poder que ejerció.

Prejuicios decimonónicos

Entonces, ¿por qué durante los primeros decenios de estudio de la Prehistoria se dio por sentado que las mujeres ni cazaban ni guerreaban? Tal y como hemos mencionado al principio, durante el siglo XIX, siglo en que la arqueología y la historia se convirtieron en disciplinas oficiales y regladas, se aplicaron los conceptos sociales de la época a periodos del pasado que, al fin y al cabo, nada tenían que ver.

Y es que ya desde la Ilustración se entendía que el lugar ‘natural’ de la mujer era el hogar, al cuidado de los hijos. Incluso el mismo Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), uno de los paladines del Siglo de las Luces, sostenía que, desde la ‘época de las cavernas’, el rol femenino esencial había sido el cuidado del hogar, mientras que sus compañeros masculinos salían a buscar comida (y, por tanto, a cazar). Toda una excusa sin fundamento histórico para retener a las mujeres de la época en sus casas. Recordemos que los siglos XVIII y XIX fueron los siglos en que el rol de la mujer estuvo más limitado.

Si, según las teorías oficiales, las mujeres se quedaban en la cueva mientras los hombres cazaban, podríamos deducir que las famosas pinturas rupestres eran obra de ellas, y no de ellos. Pues no. Según el pensamiento de estos primeros arqueólogos e historiadores, las mujeres tampoco tuvieron nada que ver en la creación del primer arte humano. Debían ser, forzosamente (pensaban los eruditos decimonónicos, muy convencidos) los hombres los que, tras una exhaustiva jornada de caza, se reunían alrededor del fuego (mientras, por supuesto, sus compañeras cocinaban lo cazado) y plasmaban sus maravillosos y fascinantes dibujos en las paredes y el techo de su hogar.

Hoy en día sabemos que sí, que las mujeres también participaron en la confección de estas pinturas. Lo sabemos por las huellas de manos y otras características anatómicas: incluso se han observado manos de niño en las paredes, por lo que es muy probable que toda la familia participara en la creación. Lo que desconocemos, eso sí, es el motivo. ¿Estético? ¿Ritual? ¿De todo un poco?

Conclusiones

En resumen: hoy en día no existe apoyo arqueológico para la idea simplista (hija del XIX) de que las mujeres no participaron activamente en la caza y/o en la guerra en la era Prehistórica. Más bien, todos los registros encontrados sostienen lo contrario: que ellas también cazaron y también guerrearon y, por supuesto, también pintaron.

  • METCALFE, T., Estas tumbas de mujeres ‘guerreras’ podrían cambiar todo lo que creíamos saber sobre los roles del pasado, en National Geographic, 31 de enero de 2025
  • SANCHEZ ROMERO, M. (2024), Prehistorias de mujeres, Booket
  • VV.AA (2003), Vix, le cinquantenaire d’une découverte, Dossier d’Archéologie, núm. 284

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Sonia Ruz Comas. (2025, julio 15). ¿Es verdad que las mujeres de la Prehistoria también cazaban?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/mujeres-prehistoria-tambien-cazaban

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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