Esa relación que te dejó con miedo a que te vuelvan a engañar. Ese trabajo donde la gente competía de forma dañina y que te hizo pensar que todas las oficinas eran iguales. Ese amigo que te traicionó y te sembró dudas sobre si realmente se puede confiar en alguien.
Sin darnos cuenta, seguimos conversando con esas experiencias pasadas como si todavía estuvieran presentes. Y, lo queramos o no, ese eco afecta en cómo actuamos hoy.
A eso nos referimos con los recuerdos fantasma, y este será el tema de hoy.
Cómo lo vivido se convierte en base de lo que somos
Todo lo que experimentamos va dejando huella, aunque a veces no lo notemos. Lo bueno nos da confianza y seguridad, mientras que lo difícil puede empujarnos a ser más cautos o incluso a desconfiar. Al final, vamos formando una especie de mapa mental que nos guía sobre qué queremos repetir y qué preferimos evitar.
Desde la infancia vamos guardando estos aprendizajes. Si creciste con personas que te apoyaban, seguramente aprendiste a pedir ayuda y a sentir que te valoran. En cambio, si recibiste muchas críticas, es posible que te acostumbres a exigirte demasiado o a pensar que nunca alcanzas lo suficiente. Esto no significa que tu futuro esté escrito, pero sí que esos aprendizajes siguen ahí, influyendo en cómo entiendes la vida.
Y, ¡ojo!, no todo lo que guardamos sirve para avanzar. A veces esos recuerdos que deberían funcionar como referentes se convierten en barreras que nos frenan. Ahí es cuando lo vivido deja de ser una guía y pasa a ser un fantasma que no deja de aparecer.
- Artículo relacionado: "Tipos de memoria: ¿cómo almacena los recuerdos el cerebro humano?"
Tu pasado influye más de lo que crees en tu presente
Puede ser complicado darte cuenta de que tu historia está influyendo en lo que haces hoy, pero hay pistas que ayudan a identificarlo.
Una señal común es reaccionar de manera exagerada en situaciones que no lo ameritan. Si alguien se retrasa y sientes ansiedad o enojo como si se tratara de una gran traición, lo más probable es que esa emoción venga de una herida anterior que no ha sanado del todo.
Otra pista es caer una y otra vez en los mismos patrones. Dices que quieres relaciones tranquilas, pero eliges personas con las que terminas viviendo lo contrario. O aseguras que buscas un trabajo en paz, pero acabas en ambientes tensos. Esto pasa porque la mente suele preferir lo conocido, aunque no sea lo que realmente quieres.
También está la dificultad para confiar. Si tienes la sensación de que todos tarde o temprano te van a fallar, probablemente estás viendo a las personas actuales con los lentes de tu pasado. Lo mismo ocurre con la voz interna que te juzga y te repite que no eres suficiente; muchas veces esa voz viene de lo que escuchaste en tu infancia y se quedó grabada.
- Quizás te interese: "¿Qué es el trauma y cómo influye en nuestras vidas?"
El cerebro también juega un papel en todo esto
No es solo un tema emocional. La ciencia muestra que nuestro cerebro combina lo que percibimos en el presente con lo que ya hemos vivido. Eso significa que no ves ni interpretas las cosas de manera totalmente “limpia”, sino a través de los filtros que tu mente fue creando con el tiempo.
Si tuviste una experiencia negativa ayer, tu cerebro puede hacerte sentir que algo de hoy también es riesgoso, aunque no tenga relación. Así es como los recuerdos se cuelan en lo cotidiano y hacen que reacciones de cierta forma.
La parte positiva es que el cerebro no se queda fijo: también puede aprender a filtrar de otra manera. Cuantas más experiencias nuevas y diferentes vivas, más opciones tendrá tu mente para interpretar la realidad de forma menos condicionada por lo viejo.
Cómo empezar a soltar cuando el pasado duele
Aceptar que el pasado sigue influyendo es importante, pero lo verdaderamente útil es aprender a soltarlo poco a poco. Y soltar no es olvidar ni fingir que nada pasó, sino darle otro lugar para que deje de dirigir tu presente.
Estas son algunas ideas prácticas que puedes probar:
1. Pon palabras a lo que sientes
Escribe qué recuerdos vuelven una y otra vez y cómo se reflejan en tu vida de hoy. Nombrar lo que te pasa ayuda a separarlo del presente y a verlo con más claridad.
2. Revisa las creencias que cargaste de otros
Pregúntate de dónde vienen esas frases que repites en tu cabeza, como “no sirvo” o “siempre van a traicionarme”. Detectar su origen es el primer paso para decidir si quieres seguir creyéndolas.
3. Aprende a diferenciar pasado de presente
Cuando una emoción aparezca con mucha fuerza, hazte esta pregunta: ¿esto que siento está realmente relacionado con lo que pasa ahora o con lo que me pasó antes? Ese ejercicio puede ayudarte a reaccionar de manera más justa con lo que está frente a ti.
4. Usa la escritura como desahogo
Toma un cuaderno y escribe una carta a esa persona o a esa etapa que te dolió. No importa si nunca la entregas, lo importante es sacar lo que quedó guardado y mirarlo de otra forma.
5. Busca experiencias nuevas que contradigan lo aprendido
Si tu pasado te enseñó que no se puede confiar, empieza poco a poco a probar con personas que te demuestren lo contrario. La clave es hacerlo gradualmente para que tu mente aprenda que hay otras posibilidades.
6. Deja que las emociones salgan
Cuando aparezca tristeza, miedo o enojo, en lugar de taparlos, date un espacio para sentirlos. Reprimir solo alarga el peso de esos recuerdos.
7. Pide apoyo si sientes que no puedes por tu cuenta
Hay experiencias tan profundas que cuesta trabajarlas en soledad. Hablar con un profesional puede darte herramientas para procesarlas y liberarte de esos patrones que siguen afectando tu vida.

Avance Psicólogos
Avance Psicólogos
Centro de Psicología en Madrid
Puedes darle un lugar diferente a tu historia
Tu historia no se borra, y tampoco se trata de intentar arrancar páginas de tu vida. Lo que sí puedes hacer es dejar de darle tanto poder a esos recuerdos que ya no corresponden a tu presente. Reconocerlos, entender de dónde vienen y darles un nuevo sentido te permite vivir de forma más ligera. El pasado explica cosas de ti, pero no define lo que viene. Y ahí está la clave: usar lo que viviste como aprendizaje, no como cadena. Cuando logras eso, esos recuerdos dejan de ser fantasmas y se convierten en huellas que ya no dirigen tu camino.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad