La honestidad y el engaño son aspectos que han suscitado un gran interés a lo largo de la historia. Múltiples autores han intentado comprender y descifrar qué lleva a las personas a mentir o, por el contrario, a ser sinceras. Las explicaciones se han asociado a múltiples factores dependiendo del momento y el contexto.
Con el continuo desarrollo y progreso de la tecnología parece que todavía es más fácil potenciar las conductas de engaño y esto también ha llamado la atención de los investigadores como aspecto a tener en cuenta en sus estudios. Se considera que se producen procesos cognitivos distintos en comparación a cuando se trata de un engaño cara a cara.
En el presente artículo exploramos la relación que hay entre la honestidad y la sincronización cerebral. Para ello, empezamos contextualizando la honestidad desde un enfoque científico, explicando qué es la sincronización cerebral y cómo afecta en las interacciones sociales. Finalmente, veremos qué posibles implicaciones puede tener esta información.
La honestidad desde una perspectiva científica
Se considera que la honestidad es un factor fundamental a la hora de construir relaciones sociales. Esto aplica especialmente cuando hablamos de vínculos significativos puesto que influye directamente en otros componentes de la relación como la confianza que, a su vez, interfiere en la disposición a la cooperación, por ejemplo.
La neurociencia nos permite comprender mejor qué sucede a nivel cerebral cuando se actúa de forma honesta. Por ejemplo, se activan, entre otras, áreas como la corteza prefrontal dorsolateral y el cingulado anterior. Ambas tienen relación con el procesamiento de la información moral y la toma de decisiones éticas.
La honestidad se vincula con respuestas emocionales agradables, reconocidas y validadas también a nivel social puesto que refuerzan los comportamientos que van en pro de la comunidad. En este sentido, la activación de las áreas cerebrales nombradas también se asocia con la percepción de las normas sociales y, a su vez, la evaluación de las consecuencias de las acciones a nivel ético y/o moral.
Por otro lado, hay estudios que señalan la relativa facilidad con la que nuestro cerebro se adapta a la transgresión de las normas y la realización de actos poco honrados. Es cierto que dichos comportamientos, al principio, van acompañados de un intenso malestar emocional que, con la repetición de los mismos, va disminuyendo.
Además, se acompaña de una normalización o minimización de la gravedad a nivel cognitivo. Se observó que las personas tenían más tendencia a engañar —y a justificar sus acciones— cuanto mayor era el beneficio que obtenían de dicha transgresión.
La sincronización cerebral en las interacciones sociales
El concepto de sincronización cerebral interpersonal hace referencia a la alineación de las ondas cerebrales entre dos o más personas a lo largo del tiempo. En otros términos, se describe como la correlación de la actividad cerebral puesto que se han observado similitudes entre las fluctuaciones neuronales cuando varias personas comparten actividades y colaboran.
Este es un proceso crucial en la comprensión de cómo las personas se comunican, cooperan y se relacionan a nivel emocional. Hoy en día se sabe que la sincronización cerebral interpersonal aumenta en las interacciones cara a cara, hecho que permite aumentar la empatía y la comprensión.
Un aspecto interesante, a la par que relevante, observado en las investigaciones es el hecho de que el género juega un papel importante en las interacciones sociales. Se observó que la sincronización cerebral interpersonal variaba en función del género y esto, sin duda, puede tener repercusiones en la forma en la que se establecen las relaciones.
También hay otros factores que pueden influir en que los patrones de actividad neuronal se sincronicen entre personas que coinciden en el tiempo. Entre ellos, se pueden destacar, por ejemplo, algunos como la familiaridad y la cercanía entre los individuos, el nivel de empatía que se siente hacia la otra persona, la calidad de la interacción y la coherencia entre la comunicación verbal y la no verbal.
La relación entre la honestidad y la sincronización cerebral
La sincronización cerebral juega un papel importante en el establecimiento del vínculo entre personas puesto que se relaciona con aspectos como la comunicación, la empatía y, sobre todo, la confianza. Hay evidencia que demuestra que, cuanto más confían entre sí las personas, más se sincronizan sus cerebros.
En este sentido, y teniendo en cuenta también lo que se ha mencionado previamente sobre la honestidad, se considera que puede ser un facilitador de la sincronización cerebral interpersonal. Es decir, la honestidad ayuda a reducir la ambigüedad, mejora la claridad en la comunicación y este hecho contribuye al fortalecimiento de los vínculos sociales.
Aspectos tan importantes para nuestra comunidad como la cohesión social y la cooperación se ven reforzados gracias a la sincronización cerebral que se produce cuando se percibe honestidad en las interacciones interpersonales. Estudios recientes demuestran que la sincronización cerebral puede ser un indicador de transparencia emocional en una relación —especialmente si el vínculo es de pareja—.
Por el contrario, los comportamientos deshonestos pueden repercutir negativamente en la confianza y, por lo tanto, dificultar la sincronización cerebral interpersonal. La falta de sinceridad impide que las personas puedan tener una experiencia compartida de la realidad y, por lo tanto, que se produzca dicha alineación en la actividad cerebral.
Un aspecto interesante a tener en cuenta se observó en los estudios realizados. Dichas investigaciones señalan que las personas eran menos propensas a mentir a sus parejas en comparación con la tasa de engaños hacia personas desconocidas.
Posibles implicaciones
El trabajo de investigación sobre la sincronización cerebral es realmente interesante puesto que, como se ha observado, aporta valiosa información en relación con la construcción de las relaciones humanas en los diferentes ámbitos de la vida.
Esta información podría suponer también grandes beneficios a la hora de fomentar conductas cooperativas en ámbitos como el escolar —permitiendo el desarrollo de estrategias que potencien el aprendizaje de otras formas novedosas y más satisfactorias— o el laboral. Además, puede ser de gran utilidad a la hora de intervenir en situaciones de conflictos interpersonales de diversos tipos.