Patricia está sentada en el asiento del acompañante mientras espera a que su padre regrese de la farmacia. A ella le hubiera gustado ir al comercio por su propia cuenta, pero empezó a sentir las manos empapadas y el corazón a mil por hora. Otra vez. Ahora está un poco más tranquila, pero los pensamientos siguen vagando de un lado a otro de su mente: ”La cajera se habría burlado de mí por la ropa que llevo, cuchillearía algo con otra empleada. En el mejor de los casos, se habría estallado de risa en mi cara porque cuando hablo no se entiende. Soy una ridícula”.
El asunto de ponerse ansiosa antes de entrar a un negocio es solo el dedo meñique del problema. En el trabajo, Patricia se asegura de tomar un descanso por el parque justo cuando sabe que su jefe llegará a la oficina. Aunque es muy buena en su trabajo y desea con todas sus fuerzas conseguir un ascenso en la compañía, en ese momento le invaden esas sensaciones físicas y esos pensamientos tan desagradables: ”Cómo va a querer ascenderme, si ni siquiera puedo verle a los ojos”. En las reuniones con amigos y las citas le ocurre lo mismo: los pensamientos afloran, evita los eventos a los que la invitan a toda costa, y aunque eso alivia su ansiedad momentáneamente, luego se arrepiente, sintiéndose pésimo consigo misma.
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Desmantelando la ansiedad social: ¿qué ocurre en este trastorno?
La historia de Patricia podría representar un caso de ansiedad social, que también se la conoce como fobia social. La ansiedad social se caracteriza por la presencia de un miedo constante a la desaprobación del otro, a ser evaluado y juzgado por los demás, lo cual produce altos niveles de ansiedad, todo esto durante un período de tiempo prolongado.
Los síntomas físicos que evidencian la ansiedad podrían ser la sudoración, el enrojecimiento, sentir palpitaciones, dolores estomacales intensos, entre otros. Las situaciones temidas pueden ser reales o hipotéticas, y el mero hecho de pensar en ellas es angustiante para la persona. La vía por la que logra escapar de esa nube de malestar es la evitación de las experiencias temidas.
El problema está en que detrás de muchas situaciones sociales de las que una persona tiende a huir podría ubicarse un logro que represente algo sumamente significativo para su vida, como sucede con la oportunidad laboral a la que aspira Patricia. Aquí está lo realmente problemático: padecer un trastorno de ansiedad social puede ser no sólo doloroso, sino también muy limitante para crear la vida que uno desea vivir.
Afortunadamente, existen muchas terapias psicológicas con fuerte sustento empírico para el tratamiento de la fobia social. En las últimas décadas se han desarrollado tratamientos grupales que también han probado ser muy beneficiosos. Por este motivo, a continuación desarrollaremos en qué se fundamenta la terapia grupal para la ansiedad social y cuáles son sus beneficios.
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La terapia grupal como tratamiento para la ansiedad social
Los tratamientos basados en grupos para la ansiedad social más eficientes son adaptaciones de la psicoterapia individual. Al contrario de lo que podría creerse si nos referimos a sujetos con ansiedad social, este cambio de modalidad no supone un problema para la mejoría de los síntomas clínicos.
Diego Rojo & Equipo
Diego Rojo & Equipo
Psicólogo Cognitivo Conductual
Uno de los tratamientos más utilizados es la terapia de grupo cognitivo-conductual en el trastorno de ansiedad social —también conocido por sus siglas en inglés, CBGT—, el cual fue desarrollado por Heimberg y colaboradores en 2002. De manera general, esta intervención promueve un contexto en el que se simulen ejercicios de exposición a las situaciones y sensaciones temidas, mientras se lleva a cabo el proceso terapéutico de reestructuración cognitiva.
Este último consiste en que el sujeto logre dilucidar que las creencias con las que interpreta la realidad podrían estar sesgadas o distorsionadas, ya que desde la terapia cognitivo-conductual se asume que los sesgos son una parte fundamental del mantenimiento de la enfermedad. Es decir, las personas que participan en los grupos para fobia social ponen en cuestionamiento la veracidad de los pensamientos que les incitan a actuar de determinado modo —volviendo al caso de Patricia, podría trabajar en poner en duda su creencia de ”soy una ridícula” y reemplazarla por una más adaptativa—. También se entrenará a los grupos en habilidades sociales y de relajación.