Transedad: ¿identidad emergente o fenómeno psicológico mal comprendido?

Un análisis psicológico del fenómeno de la transedad y sus raíces emocionales y sociales.

Transedad: ¿identidad emergente o fenómeno psicológico mal comprendido?

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En un mundo donde la identidad personal se ha vuelto cada vez más compleja, diversa y en constante evolución, emergen ideas que provocan reflexión, cuestionamientos e incluso cierta resistencia. Uno de estos conceptos emergentes es la transedad, un término no reconocido oficialmente que ha ganado visibilidad en redes sociales y comunidades no convencionales, despertando tanto interés como debate por su naturaleza ambigua y desafiante.

Pero, ¿qué es realmente la transedad? ¿Tiene fundamentos psicológicos válidos o es una expresión más de la época digital y la búsqueda de pertenencia?

¿Qué es la transedad?

En una época donde la identidad personal se redefine constantemente y abarca una amplia diversidad de expresiones, emergen conceptos que generan reflexión, cuestionamientos e incluso resistencia. Por ejemplo, un adulto de 45 años que dice sentirse de 10, o un joven que afirma vivir como si tuviera 65. Se trata de una experiencia de autoidentificación que no responde a la edad cronológica, sino a la sensación subjetiva de tener una edad distinta a la real.

Este fenómeno no debe confundirse con la apariencia juvenil o el deseo de mantenerse joven, que son comunes en muchas culturas. La transedad va más allá: implica una vivencia identitaria que afecta cómo la persona piensa, actúa y se relaciona con su entorno.

¿De dónde surge este concepto?

El término "transedad" no tiene un origen académico claro ni respaldo formal en manuales clínicos como el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) o la CIE-11 de la OMS. Sin embargo, su uso se ha intensificado gracias a internet, especialmente en comunidades en línea donde se discuten identidades no tradicionales. Este fenómeno puede tener raíces en diferentes aspectos:

  • Experiencias traumáticas en la infancia o adolescencia: Algunas personas con traumas no resueltos pueden experimentar lo que en psicología se llama "regresión emocional", donde se anclan a una edad en la que ocurrió un evento doloroso y no pueden avanzar emocionalmente.

  • Trastornos disociativos: En ciertos casos, la persona puede sentir que tiene varias edades internas, como ocurre en trastornos de identidad disociativa (TID), aunque este es un diagnóstico clínico con criterios muy específicos.

  • Expresión simbólica o regresión emocional guiada: En algunos entornos terapéuticos o comunidades online, hay personas adultas que adoptan comportamientos infantiles de forma consciente, como una herramienta para calmar la ansiedad, reconectar con emociones básicas o procesar traumas del pasado. Esta práctica, conocida como "regresión por edad", no implica necesariamente una confusión de identidad, sino que puede utilizarse como recurso emocional o de contención temporal. Aunque esto puede ser funcional para algunos, no siempre implica un conflicto identitario.

  • Intentos extremos de pertenencia o evasión: En algunos casos, personas socialmente aisladas o que enfrentan malestar profundo pueden recurrir a estas identidades como forma de construir un sentido de ser, en un mundo donde cada vez es más difícil encajar.

Diferencias con otras identidades

Es fundamental no confundir la transedad con la identidad de género, aunque a simple vista puedan presentar aparentes similitudes. Las identidades transgénero están ampliamente respaldadas por investigaciones científicas, evidencias neurobiológicas y un reconocimiento creciente a nivel social y legal. En cambio, la edad es una medida biológica objetiva, no una construcción social o cultural.

Además, en los estudios sobre neurodesarrollo, no se ha encontrado evidencia de que una persona pueda tener una edad mental distinta a su edad biológica de forma permanente, aunque sí se acepta que algunas funciones cognitivas o emocionales pueden madurar más rápido o más lento.

Problemas o riesgos que puede traer

Aunque no todas las personas que se identifican como transedad presentan trastornos mentales, este fenómeno puede reflejar conflictos emocionales o cognitivos más profundos. Algunos riesgos que pueden presentarse son:

La falta de comprensión y el debate que genera este concepto pueden empujar a quien lo vive al aislamiento, la burla o el rechazo social. Si no se evalúa con un profesional, se corre el riesgo de pasar por alto condiciones como depresión, trauma, ansiedad o disociación.

En situaciones extremas, algunas personas han intentado utilizar la identidad transedad como argumento para justificar comportamientos inapropiados, especialmente en casos donde adultos manifiestan "sentirse como niños" para interactuar con menores.

Este tipo de uso representa un grave peligro, ya que puede encubrir conductas que atentan contra la integridad de los más vulnerables y desafían los límites éticos, legales y clínicos aceptados por la sociedad. Si la persona permanece anclada a una edad simbólica, puede evitar el crecimiento emocional, el desarrollo de autonomía o el afrontamiento de sus verdaderas dificultades.

Recomendaciones desde la psicología

Escuchar sin juzgar. Cuando una persona expresa sentirse de otra edad, lo primero es escuchar con empatía. La vivencia emocional es real, aunque su interpretación pueda necesitar revisión profesional. Buscar acompañamiento terapéutico. No se trata de etiquetar ni de rechazar, sino de comprender qué hay detrás de esa identidad. La psicoterapia puede ayudar a explorar si hay traumas, disociación, evitación emocional o necesidad de protección.

Trabajar en el presente. El objetivo no es negar cómo se siente la persona, sino acompañarla a integrar su historia y su edad cronológica con su experiencia emocional actual, desarrollando habilidades para el presente.

Evitar reforzar etiquetas que limiten. Aunque respetar es importante, también lo es ayudar a la persona a no quedarse estancada en una identidad que puede impedir su desarrollo personal, laboral o relacional.

No normalizar ni ridiculizar. Validar el sufrimiento no significa aceptar cualquier expresión como saludable. Pero tampoco se debe ridiculizar algo que puede ser reflejo de un dolor más profundo.

Conclusiones

La transedad puede expresar, en el fondo, el deseo profundo de sentirse vistas, comprendidas y emocionalmente validadas. Más que una identidad que deba afirmarse o rechazarse de plano, puede ser vista como una puerta para entender aspectos ocultos del mundo emocional.

La psicología tiene la responsabilidad de mantener el equilibrio entre la empatía y el análisis riguroso, evitando tanto el rechazo inmediato como la aceptación sin cuestionamiento.

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Centro Mind Club. (2025, octubre 24). Transedad: ¿identidad emergente o fenómeno psicológico mal comprendido?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/transedad-identidad-emergente-o-fenomeno-psicologico-mal-comprendido

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