Sensación de ahogo, hiperventilación, parestesias, pérdida del control del propio cuerpo...son síntomas habituales de las crisis de ansiedad. Pero si hay un síntoma que genera especialmente el miedo a morir cuando tenemos una de estas crisis es la existencia de dolor torácico.
Y es que el dolor en el pecho por ansiedad es un síntoma realmente molesto, siendo tomado a menudo por quienes lo padecen por primera vez como indicativo del principio del fin. A lo largo de este artículo vamos a hablar de este tipo de dolor, indicando algunas de sus causas y cómo tratarlo.
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Dolor en el pecho por ansiedad: síntomas básicos
Cuando hablamos de dolor en el pecho por ansiedad hacemos referencia a la percepción de dolor generado por la somatización de un estado ansioso que puede ocurrir en el contexto de una crisis de ansiedad, como pródromo de ésta o ante la percepción de un estrés continuado sin tener porqué llegar a una crisis.
Este dolor suele percibirse y clasificarse como punzante, siendo habitual que se dé en forma de pinchazos y que puede aparecer en diferentes puntos del torso. El dolor de este tipo suele desaparecer con prontitud (pueden llegar a un cuarto de hora, pero lo más habitual es que no duren más que unos minutos), además de no modificarse tanto si hacemos o no esfuerzos físicos.
Además del propio dolor es habitual que aparezcan junto con él síntomas tales como hiperventilación, adormecimiento de las extremidades y de forma habitual una sensación de estar enloqueciendo, muriendo o perdiendo por completo el control sobre el propio cuerpo.
Confusión frecuente con problemas de corazón
El dolor de pecho es un fenómeno frecuente en la somatización de la ansiedad, pero tal y como comentábamos en la introducción el hecho de que también se trate de un síntoma típico de problemas cardíacos y especialmente de anginas de pecho e infartos de miocardio hace que a menudo se confundan ambos problemas.
Las semejanzas son muchas pero pueden distinguirse por el hecho de que en el caso de los dolores propios de una cardiopatía el dolor suele ser más específico de puntos concretos del pecho y el brazo (si bien hay que tener en cuenta que los típicos síntomas de infarto suelen referirse al caso de los hombres, siendo la localización más generalizada en el caso de las mujeres), tienden a persistir en el tiempo y empeorar con el esfuerzo físico y al contrario que en la ansiedad no suele darse ni alteraciones respiratorias ni pérdida de control.
En cualquier caso, es posible que un problema cardíaco pueda llegar a generar ansiedad y resulta recomendable acudir cuanto antes a un servicio médico para garantizar que el problema en cuestión es ansiedad y no un problema médico real.
Causas
Teniendo en cuenta que el dolor en el pecho por ansiedad no es producto de una cardiopatía, es lícito preguntarse el porqué de su aparición. La causa última es el padecimiento de un elevado nivel de ansiedad. Sin embargo el motivo de que la somatización de la ansiedad aparezca en forma de dolor obedece a numerosos aspectos fisiológicos que pueden aparecer como consecuencia de la activación producida por esta.
En primer lugar, cuando estamos estresados, tenemos miedo o estamos ansiosos estamos generando un elevado nivel de adrenalina y cortisol, algo que a nivel fisiológico se traduce en la activación del sistema nervioso autónomo simpático (encargado de activar el cuerpo para permitir reacciones como las de lucha o huida). Cuando surge la crisis de ansiedad, esta activación genera una elevada tensión muscular de cara a preparar el cuerpo para responder rápidamente. Esta tensión continuada puede llegar a generar cierto nivel de dolor en diferentes partes del cuerpo, siendo el pecho una de ellas.
Asimismo el miedo y el nerviosismo también suelen generar un aumento de la actividad pulmonar, llegando a generar hiperventilación. Dicha hiperventilación supone también un elevado nivel de movimiento de la musculatura torácica y del diafragma, algo que junto a la tensión muscular favorece el dolor. Además, el hecho de estar haciendo de forma constante inhalaciones cortas y superficiales hace que vaya apareciendo la sensación de estar ahogándose, algo que a su vez generará más activación nerviosa y una mayor cantidad de inhalaciones.
Otra alteración frecuente en momentos de ansiedad y que participa en el dolor en el pecho por ansiedad es la alteración de la motilidad gástrica y la dilatación del tubo digestivo, que incluso puede generar un pinzamiento en los nervios del torso, o la acumulación de gases en el estómago que pueden subirse al pecho y generan dolor.
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Tratamiento
Para tratar el dolor en el pecho por ansiedad se va a tener que tratar en primer lugar la causa que lo genera, es decir la ansiedad en sí.
A nivel cognitivo en primer lugar lo primero que hay que valorar es el porqué ha surgido dicha sensación de ansiedad, siendo necesario analizar qué factores externos o internos nos remueven y agitan internamente hasta tal punto que nuestro cuerpo necesita expresarlo a través del cuerpo.
También hay que valorar si estamos ante algo ante lo que podamos o no actuar directamente. En caso de poder hacer algo para cambiarlo podemos pasar a intentar generar algún tipo de modificación conductual o elaborar alguna estrategia para solucionar el problema en cuestión. En caso de que la ansiedad se deba a algo no controlable e inmodificable, tendremos que reestructurar nuestra forma de relacionarnos con dicha situación. Se trataría de relativizar el problema, reduciendo su importancia y valorando si este o sus posibles consecuencias son realmente tan relevantes para el propio sujeto.
Otro aspecto que puede servir de gran ayuda es el entrenamiento y la práctica de diferentes ejercicios de relajación, que tengan en cuenta especialmente la respiración aunque también son de utilidad técnicas de relajación muscular. El yoga, la meditación o el mindfulness son también prácticas de gran utilidad que dificultan que se instaure la ansiedad y permiten relativizar las situaciones ansiógenas.
Si estamos en plena crisis de ansiedad, lo primero que hay que valorar es que la ansiedad no nos va a matar y que dicho dolor es algo pasajero y producto de la propia reacción a ésta. Debemos intentar, en la medida de lo posible, tranquilizarnos (si bien no es fácil). Asimismo debemos intentar centrarnos en nuestra respiración, evitando en la medida de lo posible la hiperventilación y procurando hacer inhalaciones profundas y lentas. La crisis terminará pasando.
Referencias bibliográficas:
- Barker, P. (2003). Psychiatric and Mental Health Nursing: The Craft of Caring. London: Edward Arnold.
- Seligman, M.E.P.; Walker, E.F.; Rosenhan, D.L. Abnormal psychology (4th ed.). New York: W.W. Norton & Company.
- Sylvers, Patrick; Lilienfeld, Scott O.; Laprairie, Jamie L. (2011). "Differences between trait fear and trait anxiety: Implications for psychopathology". Clinical Psychology Review. 31 (1): 122 - 37.