Nuestro cuerpo es un organismo altamente complejo, formado por diversas sistemas que actúan de manera conjunta para permitir nuestra supervivencia.
Estos sistemas interaccionan entre sí, a menudo siendo interdependientes, de tal manera que el funcionamiento de unos afecta o incluso permite que otros realicen su función. Es lo que ocurre con el sistema vascular, que permite llevar la sangre del corazón a los órganos y viceversa, de tal manera que permite llevar oxígeno y nutrientes a las células del organismo.
Sin embargo el sistema vascular puede sufrir algunas alteraciones que pueden dificultar el correcto funcionamiento del cuerpo, como la aterosclerosis. Este problema está vinculado a los niveles de colesterol de nuestro cuerpo, y poder saber el riesgo de padecerlo puede llegar a salvar nuestra vida. Una forma de hacerlo es calcular el índice aterogénico, sobre el que vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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¿Qué es el índice aterogénico?
El índice aterogénica es una fórmula matemática formulada con el fin de poder realizar un cálculo del riesgo de una persona de sufrir aterosclerosis a partir de sus niveles de colesterol en sangre. Así, y en base a unos valores determinados de este índice que se cogen como criterio para ello, podemos determinar o predecir la probabilidad de que las arterias de la persona terminen por obstruirse si no se introduce ninguna modificación en sus niveles.
El índice aterogénico, también denominado índice de Castelli en base al director del estudio que dió origen a la fórmula (William Castelli), expresa a nivel matemático la relación o proporción entre los niveles de colesterol total y los niveles de lipoproteínas de alta densidad o HDL (también conocido popularmente como colesterol bueno), en miligramos. Concretamente, la fórmula general es la siguiente: Índice aterogénico= Colesterol total/Colesterol HDL.
Sin embargo, a pesar de que este es el índice aterogénico que más suele contemplarse, en realidad debe tenerse en cuenta que podría hablarse de diferentes índices aterogénicos: existen diferentes fórmulas que permiten obtener un índice con el que valorar el riesgo de aparición de aterosclerosis. Además de la relación entre colesterol total y colesterol bueno, podemos calcular la relación entre colesterol malo y colesterol bueno (LDL/HDL) o la relación entre triglicéridos y colesterol HDL.
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Interpretación y valores de referencia
La interpretación de los resultados del índice aterogénico (considerando la primera de las fórmulas mencionadas) debe tener en cuenta que la presencia de valores altos de colesterol HDL provocará que tengamos un índice relativamente bajo, algo que implica menor riesgo de obstrucción y problemas cardíacos.
Por el contrario, niveles proporcionalmente más bajos de colesterol HDL que del resto provocarán o harán más probables la presencia de problemas cardíacos, al suponer esto que en el colesterol total habrá más prevalencia del colesterol malo lipoproteínas de baja densidad. El índice resultante será bajo.
En lo que respecta a los valores, podemos encontrar que como valores de referencia existe un riesgo mínimo de aterosclerosis cuando obtenemos un índice de 3,5 o menos. El riesgo pasa a ser moderado cuando los valores están entre 3,5 y 4,5, momento en que empieza a ser necesario empezar a controlar el colesterol y sería útil realizar estrategias de prevención. Por último aquellos valores mayores de 4,5 suponen un riesgo máximo de aterosclerosis, es decir que hay un riesgo muy elevado de padecer algún tipo de enfermedad coronaria. Es necesario establecer medidas para bajar el colesterol y monitorizar dichos niveles.
Estos niveles deben tener también en cuenta el sexo de la persona en cuestión: el riesgo elevado está en hombres en valores de 4,5-5 o más, mientras que en mujeres podemos considerar como riesgo elevado todo valor situado por encima de 4.
Aterosclerosis y sus riesgos
El índice aterogénico sirve como hemos dicho para visualizar a través de valores numéricos el riesgo de padecer aterosclerosis.
La aterosclerosis es una enfermedad o alteración vascular caracterizada por la acumulación de partículas de colesterol y lípidos en las paredes de las arterias. Las paredes de los vasos se ven recubiertas, con lo que existe menos espacio para que la sangre pueda fluir y aumenta el riesgo de que obstrucción. Asimismo, es frecuente que se produzca un endurecimiento y pérdida de flexibilidad de las paredes de las arterias, lo que junto al aumento de la presión arterial (debido a que el conducto por el que pasa la sangre es más estrecho) puede llegar a provocar roturas en los vasos y hemorragias.
La aterosclerosis es una condición relativamente común pero que de no controlarse puede ser muy peligrosa y llevar a la muerte. Se trata de una enfermedad que puede llevar a hemorragias, trombosis o ictus, además de poder generar severos problemas cardíacos. Cerebro, riñones o hígado también pueden resultar tremendamente afectados, ya que puede provocar la muerte celular. Uno de sus mayores riesgos de esta enfermedad se encuentra en que en realidad no suele generar síntomas hasta que provoca complicaciones, con lo que el tratamiento puede ser tardío.
Afortunadamente este riesgo puede ser controlado mediante la reducción del colesterol malo o la elevación del colesterol bueno, controlando la dieta, el peso o la realización de ejercicio. También hay que controlar y tener en cuenta factores de riesgo: la edad, la diabetes, el tabaquismo, la hipertensión, el sedentarismo o la presencia de antecedentes familiares son factores de riesgo a valorar, pudiendo controlar algunos como el sedentarismo, la hipertensión, la diabetes o el consumo de tabaco para reducir los niveles de colesterol.
Referencias bibliográficas:
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