El sexo es un tema conflictivo y atractivo a partes iguales. La mayoría de las personas consideran que es una actividad para disfrutar, aunque hay quien no quiere hablar de ello, a quien no le resulta placentero o a quien le da más igual.
Por suerte, cada vez está más normalizado el sexo, tanto para hablar sobre él como para practicarlo, tumbando tabúes. Además, cada vez se sabe más, gracias a que se divulga información de calidad sobre él y se intentan combatir las ideas y prácticas tóxicas que crea la pornografía.
Sin embargo, no siempre es fácil poder disfrutar del sexo. Como en todos los aspectos de nuestra vida, individual o en pareja, es común que puedan aparecer problemas sexuales. Por suerte, la terapia sexual puede ayudarnos a resolver estos problemas. Sigue leyendo este artículo y te describo qué es la terapia sexual, en qué consiste y cuándo acudir a ella.
¿Qué es la terapia sexual?
La terapia sexual es aquella que tiene como objetivo lograr que la actividad sexual de la persona que acude llegue a ser satisfactoria. Para ello, un/a profesional de la salud trata problemas de carácter sexual, ya sea a modo de prevención, de intervención o de fortalecimiento.
Los especialistas pueden ser médicos, psicólogos o sexólogos, aunque tristemente solo por el ámbito privado. Además, determinados problemas puede que requieran que los trate un/a especialista, como lo son los sexólogos, y no médicos o psicólogos generales, para lograr una mejor intervención.
Esta variedad de sanitarios es debida a que los problemas sexuales pueden ser causados por aspectos tanto físicos (como enfermedades, lesiones o características físicas) como psicológicos (como emociones o ideas que dificultan la excitación y el placer), o ambos simultáneamente.
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¿En qué consiste la terapia sexual?
Como en la terapia psicológica, las sesiones de terapia sexual suelen durar en torno a una hora, durante la cual, el/la sanitario/a ofrece asesoramiento, resolver dudas y romper tabúes. Para ello, es posible que se requiera en sesión:
- Entrevistas de evaluación, para conocer el problema sexual en profundidad e identificar su causa y mantenedores.
- Psicoeducación, es decir, dar información y explicaciones sobre fenómenos, características y problemas psicológicos. En este caso, se centra sobre todo en una educación sexual.
- Ejercicios sexuales para probar en casa, a modo de entrenamiento paulatino (control de la eyaculación, ejercicios de Kegel, focalización sensorial…).
- Técnicas de regulación de las emociones, para favorecer la excitación y la atención en el placer.
- Reestructuración cognitiva, con el objetivo de trabajar los prejuicios, tabúes e ideas irracionales sobre el sexo.
- Cierta terapia de pareja, en caso de que exista un problema de complicidad dentro de la relación. Mayormente se trabaja para que haya una comunicación fluida sobre las emociones, deseos, fantasías, etc.
De esta manera, la terapia sexual conseguirá que la persona llegue a disfrutar plenamente del sexo. A la terapia pueden asistir personas de forma individual o en pareja, dado que el problema sexual puede aparecer tanto a la hora de masturbarse o de practicar sexo en pareja, o únicamente en uno de los dos casos. Por otro lado, pueden realizarse las sesiones de manera presencial u online.
La duración del tratamiento dependerá del paciente, de su implicación a la hora de poner en práctica las técnicas y pautas, de la gravedad de su problema sexual, de la eficacia del profesional a la hora de dar en la clave y de la relación entre paciente y terapeuta, entre otras cosas. Por ello, su extensión es variable, dependiendo del caso.
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¿Cómo saber si necesito terapia sexual?
La decisión de acudir a terapia sexual puede estar cubierta por diversas dudas, entre otras el saber si deberíamos ir o no, si tenemos un problema o no, si merece la pena… De partida, te recalco que a terapia sexual puedes ir por el motivo que quieras, ya sea para prevenir posibles problemas, para solucionar alguno ya existente o para potenciar tu vida sexual.
El único criterio que te recomiendo que debes tener en cuenta para decidir ir a terapia sexual es valorar si estás satisfecho con tu actividad sexual. Si la respuesta es no, ya es suficiente motivo para ir a consulta, independientemente de la gravedad del asunto. Una vez que hayas tenido la primera sesión, podrás ir diciendo cuántas sesiones necesitas y cuándo parar, al igual que lo valorará por su lado el/la profesional.
Problemas sexuales comunes
Los problemas sexuales por los que se acuden a consulta suelen ser los mismos, de manera que sufrir alguno de estos te sirve de indicativo para pedir terapia sexual. Igualmente, ten en cuenta que no son los únicos:
En el caso de las mujeres, los problemas más comunes son la anorgasmia, es decir, la dificultad para tener un orgasmo; y el vaginismo, un problema que dificulta tener penetración.
Por otro lado, los problemas más habituales en hombres son la disfunción eréctil, que es la dificultad para tener erecciones y mantenerlas; y la eyaculación precoz, es decir, alcanzar un orgasmo antes de lo deseado.
Estos problemas son más frecuentes de lo que pensamos, son difíciles de controlar por nosotros mismos y, sin embargo, suelen generar vergüenza o culpa, emociones que dificultan que la persona acuda a terapia sexual. Aunque parezca algo sin demasiada importancia, debido a que el sexo se puede ver como algo prescindible en nuestras vidas, no te recomiendo evitar la terapia sexual si no estás satisfecho/a con eses aspecto.
Psicólogos Sevilla Cribecca Psicología
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