Las 10 etapas de una relación sexoafectiva: ¿en qué etapa se encuentra la tuya?

Cada relación evoluciona, se transforma y revela lo que necesitamos sanar para amar de verdad.

Las 10 etapas de una relación sexoafectiva

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Una relación de pareja no es un estado, es un proceso. Más allá de la manera en la que muchos fuimos programados por Disney, Hollywood, sistemas familiares y culturales. Una relación real evoluciona, cambia de forma y, en ese tránsito, confronta lo más profundo de nuestra identidad, contrario a las expectativas de muchos del esperar que con el tiempo sea siempre igual.

Desde la perspectiva de Carl Jung, el amor en pareja es una oportunidad para hacer consciente lo inconsciente. Cada relación se convierte en un espejo donde se reflejan nuestras heridas, proyecciones y potenciales aspectos en el inconsciente que se relevan para trabajar y sanar. La sexología somática complementa esta mirada al recordarnos que el cuerpo es el primer enterarse de lo que te pasa, el cuerpo no miente: expresa lo que la mente reprime y traduce la calidad emocional del vínculo en gestos, tensión o apertura.

Las etapas de un vínculo sexo afectivo

Comprender las etapas por las que atraviesa tu relación permite no solo sostenerla, sino también comprenderla cultivar una sexualidad más consciente, sana y viva.

1. Atracción: la proyección del deseo

En el inicio, la atracción es un proceso tanto químico y simbólico. Elegimos inconscientemente a personas que reflejan aspectos internos no resueltos o cualidades que deseamos integrar. Jung llamó a esto “la proyección del ánima y el ánimus”: depositamos en el otro la imagen de nuestra parte interior ideal. Durante esta fase, el cuerpo vibra con intensidad. Hay deseo, aumenta la energía y la tensión sexual, se despierta curiosidad y apertura. Sin embargo, el error común es confundir la intensidad de la novedad y la bioquímica inicial con compatibilidad real.

Desde la sexología somática, esta etapa se caracteriza por una gran carga de energía vital e idealización del otro, también por una desconexión de la conciencia corporal: la atracción domina, no la presencia. El reto es no quedarse en la fantasía ni la bioquimica del enamoramiento, sino empezar a conocer realmente al otro.

2. El despertar del ego: la aparición de las diferencias

Pasada la etapa de idealización, emergen los contrastes. Lo que antes parecía encantador, ahora puede resultar molesto y se revelan “los defectos”, se revelan las diferencias. Aquí se activa el ego relacional: el impulso de defender nuestra identidad frente al otro, ambos buscan tener la razón.

En términos somáticos, el cuerpo empieza a tensarse. Las discusiones, los malentendidos o la falta de escucha generan contracción muscular y emocional. Esta tensión sostenida impacta directamente en la sexualidad: fluctúa el deseo, aumenta la fatiga, el estrés no bien manejado y se pierde la idealización del otro, surgen los primeros conflictos. Comprender que esta fase no es un fracaso, sino una etapa natural de individuación, permite construir un vínculo más maduro.

3. La lucha de poder: el control como defensa

En este punto, las personalidades se enfrentan. Cada uno intenta que el otro cambie o se adapte. Desde la mirada junguiana, aquí emergen los complejos relacionales: patrones aprendidos en la infancia que buscan repetirse para obtener validación o control.

En la sexualidad, esta dinámica se traduce en roles inconscientes de dominio o sumisión emocional. Aparece la resistencia al contacto, hay cierta falta de iniciativa o la búsqueda de aprobación en el acto sexual. El deseo no desaparece: se contamina de tensión, miedo al rechazo, hay niveles de desinterés o sensación de obligación, como el cumplir con una tarea. La solución está en redefinir el poder como responsabilidad compartida, y no como imposición. Cuando ambos aprenden a escucharse y a regularse emocionalmente, el cuerpo vuelve a sentirse seguro.

4. La desilusión: cuando la realidad reemplaza la fantasía

Es la etapa donde la pareja deja de ver el potencial y comienza a ver lo real. La idealización se desvanece por completo, y con ella, muchas veces, la atracción inicial. Hay cierta sensación de decepción o del “no es como antes”, “él, ella no era así” o “Era así pero pensé que iba a cambiar”. Este momento suele marcar una crisis, pero también una oportunidad de madurez emocional.

En la intimidad, la desilusión se refleja como apatía sexual, dificultad para excitarse o deseo unilateral. El cuerpo expresa lo que la mente no quiere aceptar: el vínculo ha perdido presencia. En esta etapa muchas relaciones se distancian y surgen situaciones de infidelidad, se prolonga la crisis o se da la ruptura. Aquí el trabajo somático se centra en reaprender el contacto sin exigencia y en reconectar con el cuerpo propio antes de intentar reconectar con el otro. Solo desde la autenticidad puede renacer el deseo.

5. La sombra: Lo oculto. Lo que NO queremos ver

La “sombra”, según Jung, representa los aspectos que negamos de nosotros mismos: emociones reprimidas, traumas, impulsos o heridas no resueltas. En pareja, esta etapa puede manifestarse como celos, infidelidad emocional, resentimiento o indiferencia.

A nivel sexual, se traduce en bloqueos eróticos, dificultad para entregarse y desconexión sensorial. Cuando el cuerpo se siente juzgado o presionado, se cierra y se activa alguno de los mecanismos del trauma: Huída, congelamiento ante cualquier iniciativa del otro o lucha (reacción a la defensiva al contacto) La energía sexual se redirecciona a otros propósitos de manera inconsciente o consciente (trabajo, deporte, amigos, adicciones – Porno, sexo casual, masturbación-, infidelidades) como mecanismo de protección. Reconocer la sombra no significa culpar, sino asumir responsabilidad personal emocional. Este paso es esencial para pasar de una sexualidad reactiva a una sexualidad consciente.

6. El vacío: la desconexión emocional y corporal

En esta fase, la pareja en caso de elegir seguir junta, la intimidad y la comunicación ha desaparecido. Se mantiene la convivencia, pero sin contacto genuino ni deseo, muchas veces hasta sin respeto alguno por el otro. La comunicación se vuelve disfuncional y el cuerpo deja de ser un canal de expresión sexoafectiva con el otro. Vivir sin intimidad de ninguna índole, no solo erosiona el vínculo: también deteriora la salud sexual, mental, energética y emocional. El cuerpo entra en un estado de estrés crónico, el sistema nervioso se apaga y aparece una sensación de vacío vital.

Desde la sexología somática, este punto requiere volver a la sensibilidad: respirar juntos, mirarse sin juicio, tocarse sin expectativas, retomar asuntos inconclusos, enfrentar situaciones incómodas con una solución viable. Sin el cuerpo presente, ni interés genuino, ya no hay relación viva.

7. La integración: la decisión de sanar

Algunas parejas, al llegar al vacío, eligen separarse. Otras deciden sanar y reconstruir desde la consciencia y la esperanza de recuperar el amor. La integración implica reconocer la historia compartida y aprender a comunicarse desde la vulnerabilidad y la transparencia. La sexología somática propone aquí prácticas corporales simples pero poderosas:

  • Respiración sincronizada.
  • Contacto físico consciente.
  • Exploración erótica sin objetivos.
  • Dejar de depender de la juguetería y del porno para intentar tener interacciones sexuales

En este proceso, lo conveniente es no solo buscar ayuda, sino apoyarse en eventos, retiros, talleres para parejas, aprendan a brindarse masajes eróticos entre tantos. También está el recurso del workbook “Los 69 Códigos del Placer” ofrece una guía no solo desde la teoría sino de la práctica basado en las personalidades eróticas o los Erotic Blueprints donde pueden jugar al azar. Cada número o código propone una experiencia erótica en pareja que ayudará a reeducar el cuerpo, liberar tensiones de pareja, conocer sus personalidades eróticas, a integrar diversidad de recursos para experimentar en la relación y recuperar la conexión sensorial y emocional. El placer deja de ser un fin y se convierte en un medio de reconexión.

8. La comunicación corporal: más allá de las palabras

Una relación Consciente, se sostiene no solo en el diálogo verbal, sino en la comunicación somática, es decir desde su lenguaje corporal. El cuerpo transmite lo que las palabras no alcanzan: amor, cariño, respeto, tranquilidad, entrega, seguridad, presencia, deseo, ternura.

Cuando una pareja aprende a comunicarse desde la piel, el ritmo y la respiración, el encuentro sexual se transforma. Ya no se trata de rendimiento, ni de las veces en las que tienen sexo sino de la calidad de los mismos, de escucha y observación corporal mutua. Este tipo de comunicación es la base de la intimidad profunda y previene recaídas en patrones de desconexión.

9. La expansión: el placer como energía vital

En esta etapa, la sexualidad deja de ser algo separado del vínculo. El placer se entiende como una energía que nutre la relación y no como un acto aislado. La pareja comienza a integrar prácticas de autoconocimiento, exploración sensorial y juego erótico sin culpa.

El cuerpo se convierte en un territorio compartido de aprendizaje y expansión. Aquí, los “69 Códigos del Placer” funcionan como un laboratorio íntimo sexual para seguir descubriendo nuevas formas de conexión y vitalidad erótica. Estos códigos no son solo ejercicios eróticos; son una herramienta de transformación que ayuda a restaurar interés, la complicidad, la sensibilidad, a sanar la relación con el propio cuerpo y a reactivar la intimidad perdida.

10. La unión consciente: elegir desde la libertad

La última etapa representa la madurez emocional y erótica del vínculo. Ambos miembros se eligen cada día desde la libertad, sin codependencias ni miedo. La relación se transforma en un espacio de crecimiento mutuo, donde el deseo se alimenta de autenticidad. La sexualidad aquí es integral: incluye el placer, la presencia, la ternura y la expansión espiritual. No hay posesión ni sacrificio, sino una colaboración consciente.

Conclusión: el cuerpo como centro del vínculo

Una relación no se rompe porque se acabe el amor, sino porque se deja morir la conexión corporal y emocional. La sexología somática nos recuerda que el cuerpo guarda la memoria del vínculo y que recuperar el placer es recuperar la vida. El camino hacia una unión consciente no es lineal, pero siempre empieza en el mismo lugar: el cuerpo presente y una mente dispuesta a sentir.

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Alessandra Skcardocci. (2025, noviembre 7). Las 10 etapas de una relación sexoafectiva: ¿en qué etapa se encuentra la tuya?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/sexologia/etapas-relacion-sexoafectiva-en-que-etapa-se-encuentra-la-tuya

Sexóloga Somática & Tantra

Bogotá
Terapia online

Alessandra Skcardocci es fundadora de la marca Sexologiatantra. Primer Sexóloga Somática certificada en Brasil de Bogotá y la cuarta Sexological Bodyworker titulada de Colombia por el ILLASS de USA en Brazil. Educadora en Sexualidad Somática y facilitadora en Tantra. Especialista en Sexualidad Masculina, Parejas y Disfunciones Sexuales.

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