¿Cómo afrontar el Año Nuevo cuando las situaciones no son favorables?

Claves psicológicas para gestionar emocionalmente un Año Nuevo al pasar por una crisis personal.

¿Cómo afrontar el Año Nuevo cuando las situaciones no son favorables?

Las cenas de Año Nuevo pueden ser amenas, divertidas y emotivas, pero también incómodas. Se trata de un momento bisagra en el cual las personas elaboran un balance general de su año y plasman sus expectativas para el año venidero, que suele estar acompañado por una o varias reuniones familiares, en general, una cena o un almuerzo.

Estos eventos pueden ser dolorosos para las personas cuando han acontecido previamente ciertas situaciones desfavorables, como desencuentros interpersonales o la pérdida de un familiar. Por tal motivo, en este artículo desarrollaremos estrategias de afrontamiento para recibir el próximo año incluso en presencia de conflictos al interior de la familia.

Las situaciones desfavorables en Año Nuevo

Es habitual que en los consultorios se repita sistemáticamente el problema de las cenas familiares hacia fin de año. Y es que, a raíz de eventos convocantes como Año Nuevo o Navidad, los niños, adolescentes y adultos que están bajo tratamiento psicológico suelen manifestar a sus terapeutas que se sienten forzados a asistir a estas reuniones. Muchos de ellos señalan que preferirían pasar Año Nuevo en solitario, o con otras personas más significativas.

Existen diversos motivos que pueden subyacer al deseo de evitar un evento familiar en el cierre del año. Una persona podría no querer ir a una cena de Año Nuevo porque, en base a su experiencia previa, puede anticiparse a que asistirá ese tío, esa prima o pariente lejano que tardará poco tiempo en poner sobre la mesa un tema delicado —por ejemplo, la situación política actual— o dar comienzo a un interrogatorio que preferiría evadir —como los tan dichos: “¿Para cuándo el/la novio/a?” o “¿Cuánto te falta para terminar la carrera?”, por citar algunos—. También, podría ocurrir que existan diferencias o conflictos entre algunos invitados, lo que potencialmente conduciría a un mal momento para los demás.

Otra posibilidad es que la persona considere, de antemano, que el ambiente en la familia será tenso a partir de un evento reciente en la vida de alguno de sus miembros, como la enfermedad o pérdida de un ser querido. Es probable que la persona no se sienta lista o disponible emocionalmente para afrontar una cena en la que es posible que se haga referencia a ese familiar que ya no está más.

Por último, es importante mencionar que las situaciones desfavorables pueden exceder al plano exclusivamente interpersonal. La situación económica de muchas personas, familias y/o países del mundo genera que sea difícil invertir en los preparativos para Año Nuevo del mismo modo que solía hacerse en años anteriores. También podrían influir aspectos históricos y sociales influir en la posibilidad de pasar Año Nuevo junto a una o varias personas o lejos de ellas; por ejemplo, a raíz del atravesamiento de un proceso migratorio.

Estrategias de afrontamiento para el Año Nuevo en situaciones desfavorables

Acabamos de exponer algunos motivos frecuentes por los cuales alguien no querría asistir a una cena de fin de año, pero es importante recalcar que, más allá de estas posibilidades, toda experiencia es válida: una persona podría, simplemente, no tener ganas de asistir al evento (y eso está bien).

No obstante, a veces es útil reflexionar en el corto y largo plazo qué consecuencias podría desencadenar en nosotros mismos y en los demás la decisión de faltar o resistirse a una reunión. Quizás, podría suceder que no estamos tampoco dispuestos a afrontar un conflicto con nuestra madre por el hecho de que no hayamos asistido, por lo que aún en presencia de esa incomodidad y “pocas ganas”, puede que sea más útil tomar la decisión de asistir a la reunión.

El propósito de este artículo es brindar ciertas pautas para afrontar el Año Nuevo cuando la persona, aún inmersa en situaciones desfavorables, acaba decidiendo celebrar esta festividad con su pareja, familia, conocidos o amigos. Veamoslas a continuación.

1. Decidir en qué discusiones involucrarse y en cuáles no

En primera instancia, una estrategia clave para sobrellevar este momento es tomar la decisión de no involucrarse en discusiones con otros invitados que no llevan a ninguna parte; sobre todo, en aquellos casos en los que no están dispuestos a cambiar de opinión. En las cenas de Año Nuevo suelen presentarse comentarios fuera de lugar u opiniones controversiales. Muchas personas, en especial las más jóvenes, suelen verse tentadas a “educar” o “corregir” a los mayores en temas sobre los que no están demasiado informados.

Esto está muy bien si la otra persona está abierta a conocer un nuevo punto de vista, pero la realidad es que no siempre es así. Una buena estrategia es adelantarnos ligeramente al futuro y reflexionar: ¿Qué pretendo conseguir presentando mis argumentos opuestos a los de esta persona en la cena? ¿Existe la posibilidad de que el/la otro/a cambie o se muestre abierto a nuevos puntos de vista, o no?

2. Aceptar lo que no se puede cambiar

En las reuniones familiares de fin de año es fácil frustrarse por las situaciones que no funcionan como uno querría. A veces, alguien podría añorar la presencia de una persona que ya no está más; desear que la situación económica familiar fuera distinta para poder pasar las fiestas en mejores condiciones; querer que los invitados se comporten de una manera distinta al modo en el que siempre lo han hecho, etcétera.

Sin embargo, es importante tener presente que regodearse en la reflexión es una estrategia poco útil para cambiar la situación actual. Pensar y repensar varias veces una situación puede servir para arribar a una conclusión o una idea creativa capaz de resolver un problema o conflicto, pero llega un punto en el cual rumiar pasa a ser una técnica obsoleta para afrontar una situación difícil. Por lo tanto, la aceptación radical de los factores que están fuera de nuestro control es fundamental para afrontar el Año Nuevo de una manera más amena.

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3. Redirigir la atención a actividades provechosas

La recibida del Año Nuevo puede tener aspectos positivos. Esto no implica evitar pensar en los factores negativos de la situación desfavorable ni mucho menos negarlos. Por el contrario, supone aceptarlos por completo y redirigir la atención hacia otras actividades que puedan ser más útiles en ese momento y a las que podríamos sacarle provecho, todavía en presencia de la situación difícil. Por ejemplo, participar de los rituales para bienvenir el próximo año, como escribir los propósitos para el 2024 o brindar por aquellas pequeñas cosas por las que se está agradecido aún en un contexto complicado, pueden ser decisiones protectoras para hacer del Año Nuevo un evento más ameno.

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