Burrhus Frederick Skinner es, sin lugar a dudas, uno de los grandes psicólogos del siglo XX. Sus contribuciones a la ciencia de la mente ha dado lugar a potentes técnicas terapéuticas como la economía de fichas y la terapia de aversión.
Su principal contribución, los hallazgos del condicionamiento operante, no se podrían haber realizado sin su archiconocida caja de Skinner, un artilugio que usó para estudiar más a fondo este fenómeno con palomas y extrapolarlo en seres humanos.
A continuación veremos cómo funcionaba esta curiosa caja, además de comprender algunos de los principales fenómenos conductuales que se pueden estudiar con ella y comprender la polémica que hubo con otro invento también de Skinner.
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¿Qué es una caja de Skinner?
Burrhus Frederick Skinner es, sin lugar a dudas, uno de los máximos referentes de la psicología conductista del siglo XX, junto con la figura de John B. Watson. Skinner contribuyó a la ciencia del comportamiento creando un sofisticado artilugio que le permitió estudiar más a fondo el comportamiento animal, experimentando en concreto com palomas. De estos experimentos pudo describir y sacar conclusiones de un interesante proceso conductual: el condicionamiento operante.
El condicionamiento operante es un proceso en el que se ejerce control sobre la conducta de un organismo controlando las variables y el ambiente en el que se encuentra, especialmente por medio de la aplicación de refuerzos. Los refuerzos consisten en eventos que siguen a una determinada conducta realizada por el organismo, y que alteran, a su vez, la probabilidad de que ocurra esa conducta, ya sea incrementándola o reduciéndola.
Esta definición del condicionamiento operante es un tanto difícil de entender, por eso vamos a dar un ejemplo cotidiano. Imaginémonos que tenemos a un niño pequeño, el cual cada vez que quiere un caramelo va a su madre y le estira la parte baja del pantalón. La madre le da el caramelo, haciendo que el niño asocie tirar del pantalón con recibir una recompensa. De esta manera, el niño aprende que si quiere un caramelo tendrá que estirarle del pantalón a su madre, haciendo que repita cada vez más esta conducta viendo que ha tenido éxito.
El experimento
Para llevar a cabo el estudio científico del condicionamiento operante, Skinner fabricó su archiconocida caja. Tenía el objetivo de medir cómo los animales reforzaban o no su conducta, en relación a las consecuencias de sus acciones.
Skinner puso en su caja una paloma, la cual tenía espacio suficiente como para poder curiosear libremente dentro del artilugio. En la caja se encontraba un pequeño disco que, en caso de que el ave lo picoteara, obtendría unas pequeñas bolitas de comida.
El animal no descubría el disco a la primera, sino que primero iba picoteando aleatoriamente toda la caja hasta que, en algún momento, picaba ese disco y acto seguido obtenía la recompensa. Era cuestión de tiempo que el ave picoteara de forma repetida ese disco, viendo que recibía comida y aprendiendo que si lo hacía tendría premio.
Para asegurarse de que las palomas picotearían varias veces el disco, Skinner mantuvo a las aves en tres cuartas partes de su peso y, de esta forma, mantenerlas con hambre. De esta forma las palomas siempre querrían más comida. En cuestión de muy pocos minutos los animales se adaptaban al funcionamiento de la caja, picoteando de forma repetida el disco y esperando recibir algún premio cada vez que así lo hacían.
A lo largo del experimento Skinner registró el número total de veces que las palomas picoteaban el disco, comparándolos en gráficos. Si bien la intención original era que la paloma aprendiera que picoteando iba a conseguir comida, Skinner fue un poco más allá, haciendo que no todos los picotazos fueran recompensados siempre. A veces solo recompensaba cada 10 picotazos, y otras veces una vez por minuto. Quería ver cómo cambiando la forma en que se obtenía la recompensa cambiaba también la conducta.
El objetivo de estas variaciones de Skinner era estudiar los diferentes comportamientos de la paloma. Lo más llamativo es que el investigador extrapoló los resultados a la conducta humana y, en especial, con la adicción al juego.
Skinner y el juego patológico
De sus experimentos con palomas y el condicionamiento operante Skinner extrajo conclusiones muy útiles para la psicología, pero lo más llamativo de todo esto fue que extrapoló sus hallazgos con aves a las personas, en concreto a aquellas que eran víctimas del juego patológico. De la misma manera que había conseguido hacer que las palomas asociaran que picoteando un disco recibirían comida, los jugadores patológicos asociaban el tirar de una palanca a ganar dinero tarde o temprano.
La forma en cómo los casinos y salas de juego producen adicciones al juego es muy similar a cómo funcionan los programas de refuerzo conductual en los experimentos de condicionamiento operante. La persona apuesta su dinero en un entorno en el que cree que va a recibir una recompensa, ya sea porque piensa que tiene una estrategia y controla la situación o porque realmente detrás de las máquinas tragaperras o la ruleta hay algún tipo de regularidad, que hace que se reciba un premio cada X intentos.
Básicamente, la caja de Skinner le había servido a su inventor el poder inducir una especie de juego patológico controlado a las palomas. Es gracias a esto que Skinner se mostró crítico con las teorías de su época propuestas para explicar el juego patológico, como eran la idea de que las personas ludópatas lo eran porque querían castigarse a sí mismas o porque sentían muchas emociones cuando apostaban. Lo que realmente pasaba era que el juego era un programa de reforzamiento que inducía a un trastorno psicológico.
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El bebé en una caja
Dada la conocida fama de la caja de Skinner es inevitable hablar de otro de sus inventos que, lejos de ser algo nocivo, acabó ganándose la fama de ser una versión de la famosa caja solo que usada con niños humanos. Realmente no se trataba de tal cosa, pero los rumores fueron muy ácidos en su época y la fama de experimentador de la conducta hicieron que lo que podría haber sido un gran invento se convirtiera en un “diabólico” experimento.
Después de tener a su primer hijo Skinner se dio cuenta de que criar a un niño era algo realmente agotador. Al enterarse de que su mujer volvía a estar embarazada, Skinner decidió diseñar una cuna que facilitar el cuidado de los pequeños y quitara un poco de carga a los padres. De esta forma, con el nacimiento de la pequeña Deborah en 1944 nacería, también, un aparato revolucionario en el cuidado de los bebés, una auténtica cuna automatizada.
Se trataba de una caja que medía unos dos metros de alto por uno de ancho. Las paredes estaban aisladas para evitar la entrada de ruido del exterior. El bebé se colocaba en un colchón interior a un metro del suelo, y podía ver el exterior a través de un cristal que se subía y bajaba. Por dentro, la caja disponía de un humidificador, calefacción y un filtro de aire que hacía circular aire caliente y fresco en el interior de la cuna. Unos rodillos permitían cambiar la tela sucia del colchón en tela limpia, sin necesidad de tener que abrir la cuna.
Al estar el interior climatizado, el bebé podía ir en pañales, con lo cual lo único que tenían que hacer los padres eran estar pendientes de si se había hecho sus necesidades encima o si necesitaba alimento o mimos. Gracias a que era un habitáculo cerrado, no había riesgo de que el bebé se escapara o se hiciera daño saliendo de la cuna, además de que como era un medio aislado se evitaba la entrada de gérmenes.
Definitivamente, el invento de Skinner era una cuna futurista, muy avanzada para la época (¡incluso para hoy en día!). Skinner estaba verdaderamente contento con este innovador invento. Nadie en los años cuarenta se hubiera imaginado semejante tecnología, que seguramente hubiera competido con la televisión y el ordenador como uno de los grandes inventos del siglo XX. Lamentablemente, los antecedentes de Skinner y un poco acertado título en la revista donde lo promocionó hizo que este invento se convirtiera en una especie de aparato de experimentación humana.
Skinner presentó esta cuna en la revista “Ladies Home Journal”, enfocada en mejorar la vida de las amas de casa presentándoles nuevos productos de limpieza del hogar. Originalmente, el título del artículo en el que presentaba su nuevo invento iba a ser “Baby care can be Modernized” (Los cuidados del bebé pueden ser modernizados) y no iba a ser nada más que un artículo informativo de las bondades del nuevo aparato inventado por el prestigioso psicólogo conductista Skinner, ya muy famoso en la década de los cuarenta.
Sin embargo, de la edición de la revista no consideró que ese título fuera muy llamativo, así que decidió cambiarlo por “Baby in a Box” (Bebé en una caja), una aparentemente modificación que, sin quererlo ni beberlo, causaría una enorme controversia. Para colmo, la revista puso una foto de la pequeña Deborah usando el aparato que, lejos de parecer que la estaba cuidando, parecía que la tenía encerrada para ver si pulsaba alguna palanca para recibir comida.
El título, la desafortunada fotografía y la fama experimental de Skinner hicieron que la sociedad creyera firmemente que este psicólogo experimentaba con niños. La gente se pensó que se había cansado de usar a palomas y ratas y ahora prefería los moldeables bebés para hacerles todo tipo de experimentos que tocaban la línea de la ética. La Segunda Guerra Mundial estaba en las últimas, y ya no era secreto lo que habían hecho los científicos nazis con humanos, con lo cual el miedo de la experimentación humana estaba en boca de todos.
Skinner desmintió todo e intentó ver si lograba que su invento consiguiera la buena fama que quería, pero sus intentos no tuvieron éxito. Consiguió algunos apoyos para poder comerciar su cuna revolucionaria, pero el rechazo de la sociedad era tan grande que, al final, acabó siendo descartada. Los rumores fueron tan fuertes que, ya adulta, la propia Deborah tuvo que defender a su padre diciendo que nunca había experimentado con ella como si hubiera sido una paloma en una de sus cajas.
Otros fenómenos conductuales y la caja de Skinner
Otros fenómenos conductuales interesantes se pueden observar con la caja de Skinner.
1. Generalización
Pongamos el caso de que la caja de Skinner en vez de tener un disco tuviera tres, de diferentes colores. Por ejemplo, hay un disco rojo, otro verde y otro azul. Si la paloma picotea cualquier disco para obtener comida, hablamos de generalización. Es decir, como ha asociado picotear un disco con comida, picotea indistintamente uno de los tres para obtener más comida.
2. Discriminación
La discriminación consistiría en que la paloma aprendiera que solo uno de esos tres discos es el que le va a dar como recompensa comida. Por ejemplo, si picotea el disco verde obtendrá comida, pero si picotea el rojo y el azul no. De esta forma la paloma aprende a discriminar entre los discos según su color, asociando el color verde con la comida y los otros dos con no recibir nada a cambio.
3. Extinción
La extinción consistiría en eliminar una determinada conducta, mediante la eliminazión de su refuerzo. Ahora, si la paloma picotea un disco y, durante varios intentos, ve que no obtiene nada, deja de emitir su respuesta de picoteo. Ahora considera que picoteando el disco ya no va a recibir más recompensa, que se ha acabado.
4. Moldeamiento
B. F. Skinner también investigó el moldeamiento, proceso a través del cual se refuerzan conductas que se aproximan a la conducta objetivo. Debido a que la conducta que se persigue no se puede conseguir siempre en el primer intento, es necesario condicionar la conducta para conseguir que, poco a poco, el comportamiento del animal se vaya pareciendo más a la conducta que nos interesa que vaya aprendiendo.
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5. Terapia
Los hallazgos de Skinner fueron extrapolados a la terapia psicológica. Los métodos más conocidos derivados del condicionamiento operante son la economía de fichas y la terapia de aversión.
Para poder aplicar el condicionamiento operante en terapia es necesario analizar los refuerzos y estímulos que llevan a una persona a tener un comportamiento concreto, tanto si es adaptativo como desadaptativo. Modificando los estímulos y los refuerzos se pueden cambiar las conductas del paciente.
Referencias bibliográficas:
- Skinner, B. F. (1975). La conducta de los organismos. Barcelona: Fontanella.
- Skinner, B. F. (1948). Walden Two. The science of human behavior is used to eliminate poverty, sexual expression, government as we know it, create a lifestyle without that such as war.
- Skinner, B. F. (1966). Contingencies of Reinforcement. New York: Appleton-Century-Crofts.
- Skinner, B. F. (1953). Science and Human Behavior. New York: Macmillan
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