La capacidad de ser comprensivos es una de las facultades psicológicas que nos ha hecho capaces de vivir en sociedad. Y es que por el mismo motivo por el que cada persona tiene su personalidad, es necesario poner algo de esfuerzo para adaptarse a los puntos de vista del resto para llegar a conectar con ellos.
En este artículo veremos varias ideas clave acerca de cómo ser comprensivo o comprensiva, y de qué manera pueden ser aplicadas en nuestro día a día.
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Cómo ser comprensivo: 8 consejos
Desde el momento en el que los seres humanos viven en sociedad, es necesario que cada individuo se adapte a las necesidades y características propias de aquellas personas con las que convive. Este proceso siempre conlleva un cierto nivel de sacrificio, pero podemos procurar que ese esfuerzo no sea en vano y sirva para relacionarse mejor con el otro no solo en la teoría, sino también en la práctica.
1. Piensa en las prioridades del otro
Para ser más comprensivo es necesario tener en cuenta la escala de valores y de necesidades que mueven a la persona con la que estamos hablando. Independientemente de si estamos de acuerdo con esa manera de establecer prioridades, es necesario comprender su punto de vista para poder realizar los primeros pasos de diálogo y consenso.
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2. Ten paciencia
Si todo el mundo pensase como nosotros, la comunicación sería increíblemente fluida y rápida… aunque también aburrida y poco estimulante. Por eso, ser comprensivo implica tener la paciencia necesaria para dejar espacio al acercamiento de posiciones, al entendimiento mutuo, que por definición no puede darse en cuestión de fracciones de segundo, sino que conlleva todo un proceso.
3. Practica la escucha activa
El momento de escuchar es muy importante, y no solo porque nos permite empezar a pensar como nuestros interlocutores, sino porque también es una manera de propiciar el diálogo y la colaboración. Por eso, hay que potenciarlo implicándonos en la escucha activa, que tiene que ver con todos los elementos verbales y no verbales que indican que estamos escuchando. Realizar breves comentarios, mirar a los ojos, asentir… pequeños detalles que marcan la diferencia.
4. No ridiculices
Hay quien aprovecha cualquier situación en la que hay un desacuerdo con su interlocutor para intentar ridiculizarlo. Esto puede resultar un aparente alivio para quien lo hace (a expensas del otro), pero no sirve para nada más que eso, y en cambio tiene muchos efectos negativos. Entre ellos, el hecho de hacer bastante más difícil el entendimiento mútuo.
5. Muestra interés por sus emociones
Muchas veces, no llegamos a comprender verdaderamente al otro hasta que no conocemos sus sentimientos y, en general, esa parte irracional suya que le lleva a actuar. Pero esto es algo que no todo el mundo está dispuesto a compartir con el resto a la primera de cambio. Por eso, hay que demostrar que se respeta su punto de vista y que se puede hablar libremente sin miedo a ser juzgado.
6. Da oportunidades para redimirse
A veces, lo que nos mantiene separados de otra persona es el hecho de que esta se siente culpable y, por consiguiente, cree que solo puede continuar por la vía de la confrontación, dado que en el pasado ha hecho cosas que serían consideradas claramente malas si ese enfrentamiento no existiese.
Así pues, es importante dar oportunidades para redimirse de una manera sutil, sin que se note que es una especie de “ritual”.
Por ejemplo, asumir en parte que se ha hecho algo que ha perjudicado al otro, aunque eso no sea verdad, para que esa persona se sienta bien realizando el aparente sacrificio de perdonarnos. De esa manera es posible que sienta que sus culpas han quedado expiadas. Pero hay que lograr un equilibrio para que no se siente un precedente en el que cualquier agravio pueda ser resuelto de un modo excesivamente fácil.
7. Piensa en las consecuencias de lo que haces
Cada vez que hagas algo que afecte a otra persona, piensa más allá de lo que ese cambio significa para ti. Hay que ponerse en la piel del otro y ver, por ejemplo, si eso empeora su situación, algo que es posible si hasta ese momento no nos habíamos parado a considerar lo que implica que participe activa o pasivamente en aquello que hemos modificado.
8. Considera la influencia del contexto
De manera natural, los seres humanos tendemos a creer que una persona es lo que elige ser, sin más. El fenómeno descrito por la teoría del mundo justo, por ejemplo, es una muestra de ello. Sin embargo, esto es falso, ya que el ambiente nos influye mucho.
Por eso, para ser más comprensivo hay que tener en cuenta que el individuo es el producto de sus decisiones pero también de las circunstancias en las que le ha tocado vivir.
Referencias bibliográficas:
- Coller, N. (2018). Una tortuga, una liebre y un mosquito. Valencia: Nau Llibres.
- Goleman, D. (2006). Social Intelligence. Nueva York: Bantam Books.
- Strauss, N. (2015). The Truth: An Uncomfortable Book About Relationships. Nueva York: William Morrow.