El acoso laboral, también llamado mobbing, es una forma sutil de violencia que se ejerce en entornos de trabajo. Muchas veces, y a veces por motivos espurios, las empresas u organizaciones, los agresores y los observadores o testigos utilizan eufemismos para referirse a este tipo de violencia.
Así, se usan palabras como “conflicto laboral”, “luchas de poder”, “peleas entre compañeros”, “caracteres incompatibles”, etc., como si estos problemas fueran algo aislado entre trabajadores o tuvieran más que ver con las dinámicas normales dentro de las organizaciones.
Pero lo cierto es que el acoso laboral va más allá de una mera relación conflictiva entre compañeros. Ahondemos más en las características de esta clase de problemas.
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Características del mobbing
Se pueden identificar al menos tres características distintivas en el acoso laboral.
1. La violencia es ejercida hacia una víctima que apenas opone resistencia
Además, a menudo existen testigos de esa violencia que mirarán hacia otro lado, evitando inmiscuirse en el asunto o, si lo hacen, tomarán partido por el agresor.
2. Es violencia sistemática y repetida en el tiempo
Sin embargo, suelen ser episodios de intensidad media o baja. A veces se reducen tan solo a frases y comentarios que podrían ser juzgados como intrascendentes por un observador ajeno. Son raros los actos de violencia de alta intensidad.
No obstante, es precisamente esa baja intensidad y la repetición la que hace que la situación sea más peligrosa a medio plazo (a modo de símil podríamos compararlo con la tortura de la “gota china”).
3. Se ejerce la violencia de forma intencionada y con un objetivo
La víctima puede no percatarse ni entender dichos intereses ocultos. También es posible que los observadores tampoco los entiendan, bien porque eviten prestar su atención a la situación de injusticia o bien porque muchas veces los actos de agresión son sutiles y son solo percibidos por la víctima.
Para conseguir ese objetivo, el acosador sigue una serie de estrategias que pasan por el aislamiento, la hostilidad, el desprestigio y otras formas de violencia psicológica.
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Desarrollo del acoso laboral
Estos actos de violencia ejercidos de manera continuada causan un importante daño en la salud y otro tipo de perjuicios económicos y sociales. El acoso laboral podría ser entendido como un proceso extendido en el tiempo en el que la víctima pasa por una serie de etapas que van dejándole diferentes secuelas psicológicas.
Un posible curso podría ser, por ejemplo, el siguiente.
1. Etapa de subestimar el daño
Al comienzo del acoso laboral el trabajador piensa que se trata de una situación transitoria fruto de un problema o un malentendido que le impiden ponerse en guardia y tomar medidas para defenderse.
2. Culparse a uno mismo
Posteriormente, una vez percibe que entiende que la situación no va a cesar, puede preguntarse “¿por qué a mí?”, lo que erosiona su autoestima debido a que atribuye el acoso a ciertas características de su personalidad, culpándose por ello.
En estas etapas iniciales no es infrecuente que la víctima se pregunte, también, si no estará siendo demasiado susceptible o exagerada ante la situación. El hecho de que los episodios tengan una baja intensidad que muchas veces solo percibe la propia víctima tiene que ver con estos pensamientos. Esta comienza a dudar de sus propias percepciones lo que puede derivar en un fenómeno conocido como “desrealización” (una percepción del mundo exterior como algo extraño o irreal).
3. Ansiedad
La continuidad del acoso en el tiempo provoca procesos de ansiedad y síntomas depresivos, lo que, a su vez, empeora la situación en parte porque facilita la impunidad del agresor que justifica sus comportamientos en base a la situación problemática por la que pasa la víctima.
Es también frecuente la “somatización” de la experiencia que, junto al estrés que crea, puede producir dolores estomacales, irritaciones en la piel, dolores de cabeza, etc.
En definitiva, el acoso laboral tiene unas secuelas mucho más graves para la víctima que un simple “conflicto laboral”.
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