Las Fiestas Navideñas son un período lleno de contrastes emocionales. Mientras que para muchos es una época emocionante de alegría y celebración, para otros puede desencadenar, o “disparar”, sentimientos de estrés, soledad o tristeza. Cada año la Navidad emerge como una época que toca las fibras más profundas de nuestro ser dependiendo de nuestras experiencias pasadas, los acontecimientos inesperados, las expectativas familiares y culturales, y la presión social. Todo esto activa disparadores emocionales, que alrededor de esta época del año, suelen estar más cargados que en otras temporadas.
¿Qué es un disparador?
Un disparador puede ser una palabra, una acción o una experiencia que despierta sentimientos fuertes y difíciles de gestionar como el enojo, la tristeza o el miedo. Ejemplo: A mis hijos, a mi compañero, y a mí nos encanta realizar una escapada cada año a algún sitio donde se viva el espíritu navideño a pleno. Este año, para elegir el lugar, comenzamos a leer blogs de viajeros y a realizar comparaciones de los pro y contra de cada opción. De repente, la búsqueda extenuante se convirtió en mi disparador, y como resultado sentí mucho agobio. A diferencia de otros años, este me pide descanso. Mi marido y yo hemos tenido que gestionar tantos frentes abiertos hasta la fecha, que investigar, leer y contrastar cada destino, me superó. Lo comenté con mi pareja y estuvo de acuerdo conmigo. Decidimos apretar el botón de pausa y simplificar a dónde ir y cómo hacerlo e incluso permitirnos no viajar si la situación se complicaba.
La gestión efectiva de los disparadores navideños implica desacelerar la marcha frenética en esta época, hacernos más conscientes de nuestras sensaciones, pensamientos, emociones y comportamientos asociados, y poder escoger cómo vamos a actuar en consecuencia. En última instancia, se trata de adoptar un enfoque equilibrado y realista para disfrutar de la temporada festiva de manera saludable y significativa. El desafío radica en reconocer los diferentes disparadores, viendo qué hay detrás de ellos para poderlo trabajar, y honrar la diversidad emocional que experimentamos.
De esta manera podemos enriquecer nuestra experiencia durante la Navidad, viviéndola de una manera más lúcida, en vez de desencadenar conflictos internos innecesarios. En el ejemplo de mi familia, el disparador fue la búsqueda, y lo que había detrás era un enorme cansancio que tenía que respetar.
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¿Cuáles son algunos de los disparadores en Navidad?
- La presión porque todo esté bajo control, despertándose nuestro "controlador" interno impulsado por el deseo de crear experiencias mágicas para la familia, pero llevándonos también a un estrés abrumador.
- Las expectativas autoimpuestas de lograr la perfección en términos de decoración, regalos y comidas. Esto puede desencadenar ansiedad y frustración cuando las cosas no salen como se planean.
- La nostalgia o tristeza de nuestro "niño/a interior" que busca la magia y la emoción de la temporada, sintiendo cuán lejos están las celebraciones de la infancia o rememorando la decepción si es que las Fiestas de pequeño/a no eran felices.
- Las tensiones no resueltas en las dinámicas familiares, los roles familiares asignados y las expectativas no comunicadas pueden contribuir a conflictos y emociones intensas durante esta época del año.
- La sensación de soledad puede estar intensificada para aquellos que no tienen una red de apoyo o están separados de sus seres queridos. La presión social para estar rodeado de amigos, parejas, y familiares puede aumentar esta sensación.
- La melancolía evocada por recuerdos dolorosos de pérdidas acontecidas o situaciones difíciles. Recordar tiempos pasados, personas que ya no están presentes o experiencias que han cambiado pueden disparar sentimientos de melancolía.
¿Qué podemos hacer para gestionar estos disparadores?
1. Practicar la generosidad
Practicar la generosidad característica de la temporada navideña puede tener un impacto profundo. Los actos de bondad activan la liberación de dopamina en el cerebro, generando una sensación de bienestar y felicidad.
2. Observar nuestras emociones
Practicar el Mindfulness o la Atención Plena nos permite observar nuestras emociones sin juicio, aceptarlas y liberarlas. Al tomarnos un momento para conectarnos con nuestro ser profundo, podemos experimentar alegría y paz interior independientemente de las circunstancias externas.
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3. Cambiar patrones de pensamiento
Identificar y cuestionar pensamientos negativos asociados con la temporada navideña es esencial. Cambiar patrones de pensamiento perfeccionistas por otros realistas puede reducir la presión autoimpuesta. Separar las experiencias del pasado del presente puede animarnos también.
4. Desarrollar estrategias
Desarrollar estrategias de afrontamiento como la planificación anticipada, el establecimiento de límites de recursos realistas y la búsqueda activa de conexiones sociales.
5. Establecer límites
Establecer límites saludables en cuanto a personas y comportamientos que se supone que debemos tolerar en nombre de la época del año. Dejar claro lo que necesitamos y podemos tolerar y lo que no es una vía auténtica para cuidarnos de raíz.
6. Mejorar la comunicación
Desarrollar una comunicación abierta con amigos y familiares que nos puedan proporcionar un sistema de apoyo vital. Compartir sentimientos y preocupaciones puede ayudar a mitigar la sensación de soledad y aislamiento.
7. Saber escuchar
Practicar la escucha activa cuando alguien cercano nos dispara emociones fuertes, así podemos entender qué está activando sus palabras y acciones para luego realizar un acuerdo mutuo de cómo gestionar la situación.
Aprender de la fiestas navideñas
Las fiestas navideñas pueden ser un terreno fértil para una amplia gama de disparadores emocionales. Comprender estos disparadores no solo nos brinda una visión más profunda de nuestra experiencia interna sino que también nos permite apreciar y gestionar la complejidad de las Navidades desde una perspectiva más informada.
Georgina Hudson
Georgina Hudson
Terapeuta Transpersonal, Coach Vida Y Estrategia, Coach Transformacional
Con las herramientas correctas para prepararnos, sosegarnos y enfrentar los desafíos que se nos presenten; y con un espíritu agradecido, generoso, y compasivo, podremos cultivar situaciones y relaciones más sinceras. Al hacerlo, experimentaremos un equilibrio interior que irá más allá de las expectativas externas y que nos conectará con nuestra experiencia más profunda.