La amistad es una experiencia necesaria de vivir, al menos en algún momento de nuestra vida. Nos aporta cariño, comprensión, apoyo emocional, sentir que pertenecemos a un grupo, diversión y apertura mental.
Este vínculo es especial, porque nace entre dos personas que en un principio no tendrían por qué hacerse amigos. Es decir, no es como las relaciones familiares, con las que socialmente tenemos aceptada la idea de que debemos llevarnos bien y mantener el trato. Por eso, se suele decir que las amistades son la familia que se escoge.
Sin embargo, no a todo el mundo le resulta fácil escoger esta familia opcional. Hay quienes no encuentran la motivación para hacer amigos o mantener las relaciones. ¿Y esto es un problema? En este artículo exploro este tema, hablando de qué hay detrás de la falta de motivación para hacer amigos, consecuencias y cómo afrontarla.
¿Qué es la falta de motivación?
Para responder a esta pregunta, vamos a desgranar el concepto. La motivación es el proceso psicológico que inicia, guía y mantiene todas nuestras acciones. Sí, todas y cada una de ellas. Sin motivación, no harías acciones sencillas, como levantarte a por un vaso de agua o vestirte.
La motivación se suele ver como una especie de fuerza, ya que nos permite realizar acciones que en un principio no nos llaman o nos resultan desagradables, pero que están enfocadas a conseguir un objetivo importante para nosotros. Gracias a ella, podemos superar momentos difíciles, realizar tareas diarias y cubrir nuestras necesidades básicas.
Es por ello que la falta de motivación se suele entender como algo negativo. La falta de motivación es la ausencia de ese impulso que nos permite movernos hacia una acción concreta o a sobrellevar nuestro día a día. Puede derivar en malestar físico y/o psicológico, y terminar en problemas más graves, como la depresión.
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¿Qué hay detrás de la falta de motivación para hacer amigos?
En este artículo me centraré únicamente en la falta de motivación para hacer amigos, es decir, en un área concreta, pero lo que hay detrás de esta ausencia de motivación es aplicable también en otras situaciones.
1. Miedo a sufrir
Es posible que la persona que tenga falta de motivación para hacer amigos haya vivido experiencias pasadas negativas relacionadas con las amistades o con el hecho en sí de iniciar una amistad o de haberla intentado mantener. Por ejemplo, haber sufrido un rechazo, una traición o un conflicto.
Cuando nos han herido en algún momento de nuestras vidas, tememos volverlo a pasar mal en situaciones similares. De hecho, haber vivido esta experiencia puede afectarnos a nuestra autoestima, y pasar a formar parte de nuestro autoconcepto, bajo ideas del estilo de “nadie quiere ser mi amigo/a”, “no soy capaz de gustarle a la gente” o “me van a juzgar si intento acercarme a alguien”.
Estos pensamientos integrados en nuestra forma de ser y de ver el mundo nos provoca inseguridad, es decir, miedo a que nos hagan daño. Intentar hacer amigos nos hace vulnerables y nos expone a que nos vuelvan a hacer sufrir. Y a nadie le gusta pasarlo mal, ¿verdad? Al final pesa más en la balanza de la motivación seguir sin amigos antes que alguien nos pueda hacer daño.
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2. Falsa sensación de bienestar
A menudo, las personas nos creamos una zona de confort que realmente no es tan confortable. Vivimos situaciones que nos generan malestar, pero cuando nos planteamos salir de ellas, vemos más difícil y desagradable el intentarlo que el seguir dentro de la situación.
Al final, las situaciones en las que más percibimos la motivación o la falta de esta son aquellas en las que precisamente más motivación necesitamos para superarla. Esto es porque la acción en sí que queremos o necesitamos realizar realmente nos va a provocar malestar. Por eso terminamos perdiendo la motivación y evitando la acción.
Es por ello que al final nos autoconvencemos de que no se está tan mal en la situación que estamos viviendo. En el caso del artículo, esta situación desagradable que en el fondo nos gustaría que acabase es un sentimiento de soledad, pero percibimos que la acción que nos permitiría acabar con ella (hacer amigos) es peor.
Esta falsa sensación de bienestar, a su vez, es causada por el miedo a sufrir. El pensamiento subyacente puede ser “Para qué complicarme ahora la vida, estoy mejor solo/a”. Todo esto es también la explicación de por qué se mantienen otros problemas variados en las vidas de las personas, como situaciones de maltrato o la inactivación conductual, un síntoma clave de la depresión.
Consecuencias de la falta de motivación para hacer amigos
La falta de motivación para hacer amigos no es un problema si tu situación actual es como deseas respecto a las amistades. Si estás satisfecha con esa parte de tu vida y no tienes un sentimiento de soledad no deseado, no tienen ningún motivo para tener que hacer amigos, es comprensible. En cambio, si la situación no es como deseas, sí que es un problema.
1. Soledad no deseada: ansiedad y depresión
Aunque en un principio la idea de hacer amigos pueda darte miedo y parecerte que te va a hacer sufrir, no quita que tu situación actual sea más agradable. Es posible que te sientas solo/a, y cuando esta soledad no es deseada, es bastante dolorosa.
Asimismo, es probable que tengas una red social limitada, de manera que cuando necesites personas que te comprendan y te apoyen en situaciones difíciles, no puedas contar con alguien. O simplemente no tengas con quien pasar un buen rato y divertirte. Ambos aspectos limitan tus opciones para mantener tu bienestar emocional, y puedes desarrollar problemas psicológicos, como ansiedad o depresión.
2. Profecía autocumplida: baja autoestima y escasas habilidades sociales
La falta de motivación hace que se mantenga la situación en la que no estás satisfecho/a y no seas capaz de salir de ella. A su vez, esta escasa red de apoyo solo hace confirmarte las ideas negativas sobre ti mismo/a y empeorar tu autoestima. Es decir, se crea una profecía autocumplida: “como creo que no voy a poder hacer amigos, no hago amigos”.
Además, el hecho de que no tengas suficientes amigos o no intentes hacer alguno/a, no te permite desarrollar tus habilidades sociales. Las habilidades sociales, como el resto de habilidades, necesitan práctica para poder aprenderlas, a base de ensayo y error. Sin habilidades sociales, te va a resultar aún más difícil hacer amistades, y es la pescadilla que se muerde la cola.
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¿Cómo hago frente a la falta de motivación para hacer amigos?
Si es tu caso y consideras que la falta de motivación para hacer amigos es un problema para ti, estás en el artículo correcto. Sin embargo, he de decirte algo que no te va a gustar: la falta de motivación solo se supera buscando motivaciones. Sin motivación, es imposible que hagas nada. A continuación, te dejo aquí una serie de consejos que te pueden ayudar a buscar esa motivación:
Hazte el camino más fácil: en vez de centrarte en hacer amigos como una sola acción abrumadora, desglósala en pequeños pasos. Así solo tienes que motivarte y superar tu miedo para cada pasito, de manera individual.
Analiza por qué quieres cambiar la situación: ¿por qué te planteas hacer amigos?, ¿qué necesidad o deseo no está cubierto en tu vida ahora mismo y piensas que te lo va a dar una amistad? Las respuestas a estas preguntas pueden ser motivaciones para seguir adelante.
Piensa qué te impide cambiar la situación: ya te he dado algunas pistas de qué hay detrás de la falta de motivación. ¿Te encaja la explicación? Ya sabes entonces a qué tienes que hacer frente para poder dar el paso de hacer amigos.
Vas a conseguir más resultados intentándolo que no intentándolo: puede parecer una idea simple, pero a veces es útil tenerla en mente. Si no haces por intentar hacer amigos, es cuando seguro que vas a fracasar en ello.
Recuerda que nadie nace sabiendo: puede que te dé miedo fracasar en el intento, que te hagan daño y que te vuelvan a rechazar. No siempre podemos caerle bien a todo el mundo, y si llevas un tiempo evitando hacer amigos, tienes oxidadas tus habilidades sociales. Date un respiro y sé compasivo/a contigo mismo/a.