La deshumanización es un concepto que se estudia cada vez con más frecuencia, tratando de averiguar cuáles son exactamente sus implicaciones.
Pero este fenómeno puede ir un paso más allá, dando lugar a lo que se conoce como metadeshumanización. Con estas líneas vamos a tratar de explicar qué significa exactamente esta compleja idea, cuáles son los rasgos que la definen y de qué manera le afecta al que lo experimenta.
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¿En qué consiste la metadeshumanización?
Si queremos entender el concepto de metadeshumanización, es primordial que primero hagamos una pequeña introducción en la que se clarifique el fenómeno de la deshumanización. La deshumanización es un tipo de comportamiento por el cual una persona o grupo de personas niegan la condición humana de otro u otros individuos.
Esta forma de discriminación ocurre conlleva, por lo tanto, la consideración de un determinado grupo de sujetos como menos humanos o humanos menos válidos. La argumentación esgrimida para ello se fundamenta en alguna o varias de las características de esos sujetos, que les sitúan en algún grupo diferente desde el punto de vista del que deshumaniza.
Antes de centrarnos en la metadeshumanización, que supone un salto más allá en este razonamiento, debemos conocer mejor la deshumanización. A lo largo de la historia, este comportamiento ha dado pie a actos que han ido desde una mera discriminación hasta humillaciones y finalmente, a algunos de los crímenes más graves cometidos.
Algunos de esos hechos serían el esclavismo, que durante siglos fue habitual en diferentes culturas, los crímenes de guerra, el genocidio o la negación de determinados derechos fundamentales, como puede ser el derecho a sufragio, debido a una serie de características que, según los legisladores, les hacían menos humanos o humanos de menor categoría.
Esa deshumanización puede ejercerse en virtud de diferencias físicas, sociales, religiosas, étnicas, nacionales, políticas o cualquier otra dimensión que pueda segregar a las personas en diferentes tipologías y una de ellas esté dispuesta a discriminar a los otros grupos debido a esta divergencia.
La metadeshumanización implica avanzar en esta cuestión para realizar un cambio de perspectiva, como explicaremos más adelante. Algunos de los ejemplos más claros y contundentes de deshumanización que se han realizado a lo largo de la historia, con terribles consecuencias, han sido el de los nativos americanos por parte de los Estados Unidos, que en su Declaración de Independencia les calificaban de salvajes y despiadados, o bien los judíos por parte de la Alemania nazi, que fueron ejecutados sistemáticamente, dando lugar al Holocausto.
Obviamente, no todos los ejemplos de deshumanización llegan a esos extremos, pues existen conductas mucho más sutiles, como puede ser el uso de calificativos despectivos o nombres de animales para referirse a una población en concreto. Todos ellos suponen una forma de considerar a un grupo como menos humanos de lo que son.
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Características de este fenómeno
Ahora que hemos podido conocer con más detalle a qué se refiere la deshumanización, podemos dar el paso y entrar en el terreno de la metadeshumanización. Este concepto supone un nivel más profundo de análisis, ya que sitúa el punto de vista, no en el grupo que está deshumanizando a otras personas, sino en esas personas que están sintiéndose deshumanizadas.
Por lo tanto, la metadeshumanización se referiría a la percepción de una persona o grupo de personas, de estar siendo tratadas como si fueran menos humanos o no lo fueran en absoluto por parte de otros individuos. Es importante señalar que dicha percepción puede o no corresponderse con la realidad. Es decir, es posible que estas personas estén siendo realmente deshumanizadas, o puede que lo estén sintiendo así aunque no sea cierto.
El principal efecto de la metadeshumanización es, paradójicamente, la deshumanización del grupo contrario. En otras palabras, cuando un colectivo siente que está siendo tratado como menos humano por parte de otro grupo (repetimos, aunque no sea así realmente y todo se reduzca a una mera percepción), lo más probable es que el grupo aparentemente discriminado comience a su vez a deshumanizar al otro colectivo, creando un efecto rebote.
Obviamente, este efecto puede producirse de nuevo en la otra dirección y comenzar con una escalada de discriminación, odio y polarización entre grupos que puede acabar estallando en un conflicto entre ambas partes. Este comportamiento se puede observar entre colectivos de posiciones muy enfrentadas, como pueden ser aficiones rivales de un club deportivo, o incluso entre seguidores de diferentes partidos políticos.
Las consecuencias de la metadeshumanización
Ahora que sabemos que la metadeshumanización conlleva un proceso de deshumanización recíproca que puede escalar entre ambos grupos, podemos indagar en algunas de las consecuencias que tiene este fenómeno. Una de ellas es el aumento de la aceptación de realización de acciones negativas contra el colectivo opuesto.
Además, dicha aceptación será mayor cuanto más escale el proceso de deshumanización mútuo. Igualmente, se aceptarán represalias de carácter cada vez más severo, por lo que se genera un círculo vicioso en el que los ataques son cada secuencialmente más graves y percibidos cada vez como más justificados por el grupo que los comete, lo que a su vez da pie a que el otro grupo actúe de la misma manera.
Es evidente que esta situación genera una dinámica muy peligrosa, pues la deshumanización y la metadeshumanización van en aumento y esto justifica en ambos bandos la utilización de métodos cada vez más crueles y deshumanizantes. Las posiciones cada vez estarán más enfrentadas, si cabe, y el contrario se convertirá en rival y después abiertamente en enemigo, al que hay que eliminar.
Llegados a ese punto, la situación será insostenible, y el conflicto estará tan encendido que será complicado apaciguarlo. Pero, ¿existe una manera de hacerlo?
Cómo revertir la metadeshumanización
La realidad es que la metadeshumanización y el fenómeno que desencadena, no tienen por qué ser un camino sin retorno. En otras palabras. Es posible revertir sus efectos y evitar que la escalada de violencia sea tal que no exista vuelta atrás para los grupos de personas implicados en dicho conflicto. La cuestión es cómo lograrlo.
En un estudio sobre metadeshumanización dirigido por Nour Kteily, en 2016, descubrieron que al igual que existe este mecanismo, existe exactamente el contrario, que es la humanización y por lo tanto la metahumanización. Veíamos antes que se generaba una espiral descendente y polarizante de las posiciones entre ambos colectivos. En este caso sucede justo lo opuesto.
Es decir, cuando contamos con dos grupos de personas que, por las razonas que sea, han caído en la espiral de la metadeshumanización y por lo tanto se encuentran en un conflicto creciente entre ellos, podríamos llegar a revertir la situación si uno de los grupos toma la iniciativa y toma una actitud humanizante con el contrario.
Al igual que ocurría de manera negativa, si un grupo lleva a cabo acciones hacia el otro colectivo, pero de connotaciones humanizadoras, la tensión generada descenderá y será más probable que el otro grupo también decida corresponder con una acción similar, lo que podría llegar a frenar la desescalada y cambiar la dirección del ciclo en el que se estaban moviendo.
La explicación de este fenómeno es sencilla, pues la metahumanización no deja de ser el negativo de la foto de la metadeshumanización. Si un grupo de personas cree que otro le considera humano y le reconoce por tanto los derechos que como personas tienen, la reacción lógica es la de hacer lo propio respecto a los primeros.
Es así como se genera otro tipo de espiral, en este caso de corte positivo, en el que progresivamente las posturas entre ambos colectivos, previamente enfrentadas, se van acercando más y más hasta reconocerse mutuamente como totalmente humanos y por lo tanto otorgar todos los derechos que merecen.
Ese descenso finaliza cuando la situación está totalmente normalizada y desaparecen las discriminaciones entre ambos grupos de personas, aunque ambos mantengan los rasgos de identidad que habían generado el conflicto previamente. Es decir, continúan siendo colectivos independientes, pero ya no existe una problemática entre ambos.
La conclusión que se puede extraer de este fenómeno observado es que, ante una situación de tensión crítica entre dos o más grupos, existe una posible solución, que es la de fomentar la metahumanización, frente a la metadeshumanización. Para ello, se requiere que uno de esos colectivos tenga un gesto, una acción, en la que se humanice al contrario.
Será necesario también que el grupo rival recoja el testigo y devuelva esta acción, para dar pie a la desescalada que se busca para retomar así la normalidad entre ambos.
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