Una ruptura amorosa, la muerte de un familiar, los abusos físicos o sexuales, la pérdida de un amigo, un accidente grave… Son muchas las situaciones traumáticas que pueden dañar nuestra salud emocional y que, a pesar de creer que las hemos superado, muchas veces siguen en nuestro interior atentando contra nuestro bienestar. Precisamente del trauma es de lo que hablaremos hoy, pues Camila del Solar nos visita para respondernos algunas de las preguntas más frecuentes acerca de esta dolorosa realidad de nuestra mente.
La psicoterapia informada en trauma: ¿qué es y cuáles son sus beneficios?
Camila del Solar, psicóloga clínica especializada en el trabajo de trauma, ansiedad, depresión y regulación emocional y corporal visita Psicología y Mente para ofrecernos una muy enriquecedora entrevista.
¿Qué es el trauma y cómo afecta a la memoria del ser humano a la hora de relacionarse con su pasado?
Existen muchas definiciones desde diferentes perspectivas teóricas y autores pioneros/as en el estudio del trauma psicológico, pero personalmente me gusta definirlo así. El trauma no es lo que nos sucede (el evento traumático), es lo que sucede dentro de nosotros/as como resultado de eso que nos pasó. Lo traumático es lo que nos faltó para poder procesar e integrar las emociones que nos generó ese evento traumático, y que deja marcas en nuestro cuerpo y neurobiología.
Lo que es traumático para una persona difiere de la otra, y las secuelas que tengamos va a depender de diversos factores según la etapa de la vida en que ocurre (bebe, niño/a, adolescente, adulto, adulto mayor), nuestra neurobiología (cómo fue nuestro apego, como es nuestro sistema nervioso) y nuestras redes de apoyo y seguridad (cuidador(es), familia, amigos/as, pareja, comunidad) y cultura.
De forma más científica, el trauma se define como el recuerdo de un evento, en el cuerpo, que queda almacenado disfuncionalmente en las neuroredes de memoria del cerebro. No está en el nivel del pensamiento, ya que cuando estamos gatillados/as, las áreas del cerebro de la lógica, pensamiento y lenguaje (neo-cortex, cerebro más nuevo evolutivamente, el “yo pienso”) se apagan y se activan otras, asociadas al cerebro mamífero (cerebro límbico, “yo siento”) y cerebro reptiliano (“yo actúo”). Estos dos cerebros más primitivos, no requieren de la conciencia para funcionar, tienen su propio lenguaje distinto al de nuestra lógica, y manejan todo el funcionamiento de nuestro cuerpo para mantenernos vivos/as.
El trauma tiene el poder de sesgar las interpretaciones (o representaciones) que tenemos de la realidad, ya que, al quedar almacenado de forma disfuncional en nuestra memoria, no lo sentimos como algo “que nos pasó y ya terminó” en tiempo pasado, si no como algo que “nos sigue pasando” en el momento presente, y nuestras reacciones neurofisiológicas y conductuales frente a un gatillante, accionan como si estuviéramos en ese momento del pasado en que nos ocurrió algo que amenaza nuestra supervivencia.
Es por esto que nuestras reacciones automáticas frente a ese estímulo gatillante, son acordes a como si estuviéramos en ese evento pasado amenazante, y no se actualiza a lo que ocurre en el presente, por lo que suelen ser respuestas desproporcionadas a el estímulo concreto. Eso que nos pasó no logra convertirse en una memoria pasada, si no que se vuelve una memoria patogénica, que queda como un fantasma en el limbo del mundo de los vivos, no podemos verla o tocarla, pero la sentimos y nos afecta de formas no tan explícitas (como nuestras relaciones, nuestras reacciones).
¿Cuáles son los aspectos de la vida en los que se plasma más el hecho de sufrir un trauma? Por ejemplo, las relaciones de pareja, el trabajo…
Cuando hemos sufrido una o más situaciones traumáticas, sobre todo en nuestro desarrollo (infancia y adolescencia), esto afecta en la forma en que percibimos e interpretamos los estímulos del mundo y el estado de alerta en que podemos estar frente a los diferentes estímulos tanto de nuestro propio cuerpo como del exterior.
El trauma tiende a afectar en todas las aristas de la vida, en la relación consigo mismo/a, la relación con otros (cómo percibimos la intimidad con otros, muchas veces como amenazante) y la relación con el mundo. Y cuando nos paramos desde esto, se ven afectadas todas las áreas de nuestra vida, trabajo, pareja, amigos/as, y cómo nos tratamos, muchas veces las sintomatologías son en aristas físicas (enfermedades autoinmune, sobrepeso, problemas de sueño, entre otras) y/o en aristas psicológica-emocionales y que no nos permiten vivir una vida más plena o en paz.
¿El trauma psicológico siempre emerge a través de síntomas fáciles de detectar, o tiene formas de expresión más sutiles?
El trauma, dependiendo del origen del evento (un evento particular o eventos repetitivos), del momento vital en que ocurre (niñez – adolescencia –adultez) y del contexto familiar, comunitario, cultural, social y económico, puede ser más fácil de detectar el hilo conductor de la sintomatología con el origen del trauma. Por ejemplo, una persona sufre un accidente automovilístico y meses después, comienza a sentir ansiedad nocturna, ya no puede subirse a ningún vehículo motorizado sin sufrir crisis de ansiedad, se paraliza al escuchar ruidos fuertes en la calle, tiene pesadillas y flashbacks...
Ahí podemos ir a identificar con mayor claridad el origen de la memoria traumática y el hilo conductor del mismo, y con un trabajo previo esa persona pudiera probar psicoterapia con profesional que trabaje con técnicas o modelos enfocados en el reprocesamiento de memorias traumáticas estancadas y la sintomatología aguda (no crónica) que padece. Pero hay personas que han sufrido múltiples vulneraciones y situaciones traumáticas constantes y es ahí donde se habla de trauma complejo, o como diría el DSM V, Trastorno por estrés post-traumático complejo (TEPT-C), o Trastorno traumático del desarrollo como acuña Van der Kolk.
Hay personas que desarrollan, no solo sintomatologías, sino formas de moverse en el mundo que vienen desde las protecciones del cuerpo a las amenazas que vienen de los eventos traumáticos originarios y que no pudimos procesar por la falta de recursos, y que dejan a nuestro cuerpo (y sistema nervioso) estancados en respuestas defensivas – con las consecuencias fisiológicas que eso tiene - cuando ya no hay amenaza, y acá se complejiza ya que pueden aparecen diferentes sintomatologías que pueden llevar a diferentes diagnósticos, muchas veces múltiples diagnósticos, como TLP, adicciones, TOC, fobias, TDA(H), ansiedad generalizada, entre otros, que nos alejan de poder trabajar la base detrás de estas sintomatologías.
Hay personas también que son muy “funcionales” para el sistema mismo, pueden trabajar, tienen familia, y llevan estilos de vida “esperados”, pero se relacionan con ellos/as mismos/as y su entorno de formas no sanas a nivel vincular (respuestas violentas, desregulación emocional, invalidación, distimia, desconexión emocional) que vienen de trauma no resuelto muchas veces de generaciones más arriba incluso, que si no trabajamos, las repetimos y lo traspasamos hacia abajo en nuestro árbol genealógico. Hay mucha sintomatología sutil, pero el que sea sutil depende del contexto socio-cultural, ya que hoy en día en distintas partes del mundo se normalizan conductas no sanas y dejan de verse como un problema real.
¿Cuáles son las estrategias psicoterapéuticas más eficaces para tratar a las personas con trauma?
Hoy en día, hay información basada en evidencia de muchos modelos terapéuticos para el trabajo de trauma, pero es importante desglosar que existen diferentes formas de expresión del trauma, dependiendo del evento traumático, si fue algo único, o repetitivo, si fue algo en nuestra primera infancia, adolescencia o adultez, y de lo que nos faltó para poder enfrentar esa situación traumática, lo que hace que podamos tener sintomatologías de estrés postraumático agudo, estrés postraumático complejo, trauma complejo o relacional, o el diagnóstico (comprensivo) que no está en CIE 11 ni DSM V, de estrés traumático del desarrollo (Bessel Van der Kolk).
Hay un abanico grande de autores/as y modelos psicoterapéuticos tal y como Teoría polivagal, Somatic experiencing, Teoría sensorio motriz, Terapia basada en componentes, Compassionate inquiry, y de herramientas psicoterapéuticas para trabajar diferentes aspectos del abordaje del trauma, tales como EMDR, Neurofeedback, IFS, Yoga sensible al trauma, modelo Parcuve, modelo NARM, y últimamente psicodélicos (MDMA específicamente para TEPT), entre otros/as.
Por lo que considero relevante que el o la profesional tenga una perspectiva basal informada en trauma al momento de hacer un acompañamiento psicoterapéutico, incorporando siempre el cuerpo, ya que el trauma se presenta de muchas maneras, con muchas sintomatologías distintas no solo emocional/psicológica, si no fisiológicas muchas veces, y es relevante que el o la profesional comprenda lo que pasa neurobiológicamente en el cuerpo con los eventos y memorias traumáticas, sin saber esto, lo único que el profesional verá son diagnósticos y patologías físicas y/o psicológicas inconexas, que irá a trabajar con el/la pacientes sin saber que tienen origen traumático… Y eso es rasurar el vello en vez de ir a la raíz, volverá a crecer. Tristemente muchas corrientes son reduccionistas o simplistas, dejando fuera el cuerpo y su lenguaje, tales como psicoanálisis clásico o incluso cognitivo conductual, que pueden ir a tratar sintomatologías específicas del trauma, pero no el trauma mismo.
¿En qué se nota que un profesional de la salud mental se ha formado en el tratamiento del trauma?
Se nota en la forma de vincularse con quienes le consultan. La perspectiva informada en trauma comprende que el dolor humano proveniente de situaciones que nos pasaron que no debieron suceder y que es algo que afecta desde nuestra neurobiología, nuestro desarrollo cognitivo/atencional, nuestro historial de vínculos, nuestros mecanismos defensivos (o más bien protectores en pos de la sobrevivencia) hasta las creencias que tenemos de nosotros/as mismos/as, del mundo y de los/as demás, y que se expresan en diferentes sintomatologías, tal y como trastorno límite, psicosomatizaciones, dolores crónicos, abuso de sustancias, autolesiones, ideación suicida, ansiedad, depresión, entre muchas otras expresiones.
Un profesional informado/a en trauma, o sensible al trauma va a ser respetuoso/a, compasivo/a y va a poder hablar en el lenguaje del cuerpo y acompañarte a poder leer ese lenguaje y comprenderlo, para lograr darle al mismo seguridad, y así mapear todo lo que nos gatilla, lo que nos desregula, entender de dónde viene y poder crear estrategias para regularnos y abordar lo que nos pasa, compasivamente. Un buen profesional más allá del modelo con el que trabaje, va a saber que seguridad y co-regulación en el espacio de terapia son fundamentales.
¿Cuánto tiempo suele tardarse en superarse un trauma yendo al psicólogo?
Es una pregunta difícil de responder, ya que como en cualquier proceso psicoterapéutico, no hay manera de predecir. Si hablamos de disminuir ciertas sintomatologías específicas provenientes del trauma, quizás se puede dar una ventana de tiempo, pero somos seres únicos, con una neurobiología única y vivimos en una sociedad donde no se le da importancia a conocer sobre nosotros/as, sobre nuestro sistema nervioso, o nuestras emociones, y muchas veces debido a el o los eventos traumáticos que nos pasaron, podemos llevar toda una vida desregulados, en modo supervivencia, atrapados/as en el pasado debido al las memorias traumáticas no procesadas y aún estancadas en nuestro cuerpo.
Traer ese cuerpo al presente requiere respeto y hablar en su lenguaje, que es distinto al lenguaje que nuestra corteza prefrontal (cerebro racional y pensante) conoce. Es aprender a hablar el lenguaje de nuestro cerebro mamífero y reptiliano, el más antiguo evolutivamente, y llevar a nuestro cuerpo de un estado de activación y alerta a poder sentirnos seguros/as en primera instancia, y eso no ocurre rápidamente, cada persona tiene sus ritmos para ir conectando con la seguridad, ir reconectando con el cuerpo y sus sensaciones, de a poco, para luego poder ir a ver la herida, de forma compasiva y sin tratar de acortar el camino.
El sanar y reprocesar lo traumático que nos pasó, requiere respetar nuestros límites de ir tolerando lo que sentimos, lo que mirar esas heridas nos genera, y hacer todo eso requiere de un buen vínculo terapéutico, de aprender a regularnos (autorregularnos y co-regularnos) y para eso debemos conocernos y observarnos, y entrenar a nuestro cuerpo a volver a estados regulados, donde lo que nos pasa es tolerable y no amenazante. Muchas veces vamos sanando partes de nuestra(s) herida(s) en diferentes tandas de terapia, y vamos avanzando al ritmo que nuestro cuerpo puede ir tolerando, por lo que es complejo poner un periodo limitado de tiempo para superar el trauma.