Las relaciones sociales son en muchas ocasiones una red de apoyo fundamental, algo que necesitamos tanto para desarrollarnos psicológicamente como para ser felices. Sin embargo, a veces ocurre que surgen dinámicas de interacción dañinas, capaces de afectar negativamente al modo en el que pensamos y percibimos la realidad.
El caso más claro quizás lo tengamos en las sectas en las que se manipula a las personas para que le deban obediencia ciega a la élite de la organización y corten el resto de vínculos con los demás; sin embargo, un fenómeno similar puede darse a pequeña escala, en las relaciones entre dos personas.
Es este el tema en el que nos centraremos en este artículo; aquí pondremos el foco en el modo en el que la dependencia emocional en las relaciones interpersonales da lugar a pensamientos de autoengaño para mantener ese vínculo a pesar de que nos resulte perjudicial.
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¿Qué es la dependencia emocional?
La dependencia emocional es un patrón psicológico disfuncional con el cual algunas personas desarrollan una dependencia permanente hacia otra persona, de quien necesitan constante reconocimiento, aceptación, apoyo y, a poder ser, afecto en cualquier ámbito de sus vidas. Lo que caracteriza la dependencia emocional es la asimetría de poder y el rol de sumisión a la persona de la que se depende, así como el miedo a perder su apoyo.
Se trata de una modalidad de relación muy negativa para la persona que desarrolla esa dependencia constante hacia otra persona, quien puede ser la propia pareja, una amistad cercana o bien un familiar.
La dependencia emocional funciona habitualmente de manera bidireccional, ya que necesita una persona dependiente que se sitúa en una posición de sometimiento e inferioridad y una persona controladora que va minando progresivamente la personalidad de su víctima y afianzando cada vez más la dependencia de la misma. A menudo, ambos roles se refuerzan mutuamente, de modo que la situación empeora con el tiempo.
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Pensamientos de autoengaño típicos en quienes sufren dependencia emocional
Existen una serie de pensamientos clásicos basados en el autoengaño que ocultan una situación de manipulación psicológica y/o sometimiento constante al otro. Vemos cuáles son esas maneras de pensar que desarrolla la persona emocionalmente dependiente.
1. “Solo esa persona me entiende”
La dependencia emocional se basa en la mayoría de casos en albergar una serie de pensamientos de autoengaño que hacen creer a la persona que su relación de amor o de amistad es real y que no le perjudica de ninguna manera.
Uno de estos pensamientos tienen que ver con creer que se ha establecido con esa persona de la cual se es dependiente, una relación de complicidad muy especial en la que ambas partes se entienden y comprenden a la perfección siempre.
De esta forma se pasan por alto cualquier signo de maltrato, abuso o violencia por parte de la persona que está en situación de superioridad, argumentando que nadie nos entiende como él o ella y que nuestra relación debe seguir existiendo.
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2. “No puedo confiar en mí mismo/a”
La falta de confianza que presentan las personas con dependencia emocional se explica por un bajo nivel de autoestima, otra de las características clásicas en el desarrollo de este tipo de relaciones de dependencia.
Es habitual creer con total convicción que no somos capaces de lograr por nosotros mismos ninguno de los objetivos que nos proponemos y que solo con la ayuda de quienes somos dependientes podremos conseguir nuestras metas.
Este fenómeno de falta de confianza es muchas veces causado por el gaslighting u otras técnicas de manipulación psicológica y destrucción de la personalidad de la víctima, usadas por la otra persona que ejerce la dependencia.
3. “Estar con esta persona es mi destino”
El pensamiento mágico es una de las modalidades intelectuales que más habitualmente ponen en práctica las personas que dependen emocionalmente de otras personas.
Pensar que debemos seguir con nuestra pareja o con nuestro amigo porque estamos destinados a hacerlo es otra de las formas con las que nos autoengañamos y seguimos anclados en una relación de tipo dependiente.
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4. “He sacrificado tanto por esta relación que en algún momento tiene que funcionar”
Las personas dependientes emocionalmente suelen sacrificarse de manera sistemática por el bienestar de la otra persona, cediendo en todo momento y poniendo siempre los intereses de la otra persona sobre los propios.
Este sacrificio permanente acaba generando en la mente de la persona pensamientos del tipo “tanto sacrificio valdrá la pena al final”, una idea falsa de que tarde o temprano van a estar mejor con esa persona y todo se arreglará.
Sin embargo, la realidad es totalmente opuesta y lo que suele suceder es que la relación de dependencia se agrava y cada vez es mayor, con la correspondiente afectación en la salud mental que ello conlleva.
5. "Si toma las decisiones por mí es porque se le da mejor todo”
Creer que la otra persona siempre es mejor que nosotros se relaciona también con una progresiva reducción de la propia autoestima y con el hecho de creer que el otro siempre lo hará mejor que nosotros.
En una relación de dependencia, la víctima acaba dependiendo de la otra persona en todos los ámbitos de la vida y para realizar cualquier actividad por sencilla o cotidiana que sea.
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6. "Esta persona me conoce mejor de lo que me conozco yo"
La baja autoestima y la pérdida de confianza en uno mismo llega a niveles tan elevados como el hecho de considerar que la otra persona nos conoce mejor que nosotros mismos y sabe lo que más nos conviene.
Esto posibilita que el control y la sumisión hacia la otra persona sea total y que dependamos de ella absolutamente en cualquier ámbito de la vida.
Centro Psicológico Cepsim
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7. “Sin él/ ella nunca seré feliz”
Vincular la propia felicidad a la persona de la que somos dependientes es también un signo inequívoco y clásico de las relaciones de dependencia emocional.
Esto predispone a la necesidad de querer estar a toda costa con la persona de quienes somos dependientes ante el miedo de no poder ser felices jamás si no es con él o ella.