El drástico descenso de la maternidad (y, por tanto, de la tasa de fertilidad) es un hecho a nivel global. A pesar de que existen muchos factores, uno de los motivos que han provocado el declive de la natalidad en el mundo es la decisión de muchas mujeres de no tener hijos. Según las últimas estadísticas, cada vez son más las mujeres que escogen no ser madres, y esta cifra va en aumento. Es lo que se ha venido denominando child-free o No mom; un nuevo grupo de mujeres que no contemplan (ni desean) la posibilidad de ser madres.
Mujeres que deciden no ser madres: ¿un cambio social?
Solo en España, y según datos del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (CED), el 10% de las mujeres españolas afirman no querer convertirse en madres. Muchas argumentan razones económicas; sin embargo, existe un porcentaje nada desdeñable de mujeres que han tomado esta decisión por motivos que nada tienen que ver con su situación financiera.
Anna Zamora, profesora de sociología de la Washington State University, nos explica que los cambios sociales que se han evidenciado en las últimas décadas son cruciales para entender el auge de las mujeres que deciden no ser madres. En concreto, Zamora contempla tres causas que han motivado este cambio.
En primer lugar, el cambio de perspectiva de las mujeres. “Tenemos ahora unas expectativas que no tenían nuestras abuelas: expectativas profesionales, de independencia económica, expectativas de tener una carrera y una plenitud profesional”. Aunque la socióloga no considera que esto sea incompatible con ser madre, en su opinión “sí que retrasa la maternidad”.
En segundo lugar, la socióloga considera que este cambio no es tal en el caso de los hombres, por lo que las tareas de crianza siguen siendo desiguales. Por último, y como tercer factor, Anna Zamora señala las políticas públicas de conciliación laboral y familiar que, en opinión de la socióloga, son insuficientes.
El siempre presente sentimiento de culpa
Hay algo preocupante que predomina en muchas de estas mujeres que, por el motivo que sea, han decidido no ser madres: el sentimiento de culpa. Marina B. vive en Barcelona y tiene en la actualidad 42 años. Su decisión de no ser madre fue profundamente meditada hace mucho tiempo (en concreto, lo decidió con 23 años), pero, a pesar de ello, todavía apela a su “egoísmo” cuando nos habla sobre los motivos por los que decidió no tener hijos: “Supongo que fue por puro egoísmo. Tengo claro que no quiero renunciar a mi vida tal y como la tengo montada, y soy consciente de que un hijo supone que él sea lo primero y no estoy dispuesta a hacerlo”, afirma.
Algo parecido a lo que nos cuenta Sonia R., una mujer de 39 años que también ha decidido voluntariamente no ser madre. “Hay mucha gente que todavía no lo entiende y piensa que es un capricho pasajero. La realidad es que, al menos en mi caso, se trata de una decisión muy meditada, fruto de una profunda y larga consideración. Desde mi punto de vista, se trata de una demostración de madurez y sensatez, no de egoísmo”.
Ambas han notado el recelo de la sociedad ante su decisión. Sin embargo, según Cristina Mateos, socióloga de la Universidad Complutense de Madrid, el instinto maternal no existe, sino que “es una construcción social, sexista y androcéntrica, que ha pervivido y llegado hasta nuestros días”.
Fue precisamente debido a esta presión social que nació Nunca Madres, una comunidad fundada por Isabel Cortés e Irán Sosa, dos mujeres latinoamericanas que deseaban apoyar emocionalmente a todas aquellas mujeres que han decidido, por el motivo que sea, no convertirse en madres. En una entrevista para la revista Elle, Cortés afirma que la presión a las mujeres que deciden no ser mamás también se ejerce de forma indirecta, “cuando ves cómo las personas de tu círculo que son padres interactúan entre sí y puedes sentirte un poco excluida de la conversación”. Por su parte, Sosa considera que muchas de estas mujeres “deciden ser madres desde el miedo a perderse algo y a dejar de pertenecer”.
¿Qué consecuencias tiene en las mujeres la presión social por ser madre?
La psicóloga sanitaria Elisenda Mas Altayó nos expone una serie de causas que pueden esconderse detrás de la decisión de no tener hijos. Mas identifica causas positivas y negativas. Entre las primeras encontraríamos, además del ya citado deseo de sostener una autonomía, la ausencia del deseo maternal, que no tiene por qué existir por el simple hecho de ser mujer. En cuanto a las causas negativas, la psicóloga hace referencia a “algún trauma o una historia personal compleja” o bien “inestabilidad económica y laboral, tan características de esta época”.
En cualquier caso la decisión, concluye Mas, constituye una elección personal y totalmente válida que no tiene por qué ser juzgada por los demás. En este sentido, al ser juzgada y/o presionada puede ponerse en juego la capacidad asertiva de la mujer, además de su autoestima, lo que puede generar una decisión forzada que, en realidad, no corresponde con la realidad.
Algo parecido opina la psicóloga Laura Andrés, que afirma que “el principal factor para ser madre debería ser el deseo de serlo”. Sin embargo, añade, “esto no siempre es así”. Andrés nos habla también de la presión social (no solo del entorno general, sino también de la pareja y de la familia) que pueden precipitar una decisión no suficientemente madurada. Esta respuesta impulsiva, que nace más bien de una necesidad de complacer al entorno y de ‘cumplir’ con lo que los demás esperan, puede acarrear consecuencias graves. “Desde más probabilidad de depresión postparto (u otros problemas emocionales) hasta dificultades con el vínculo maternal, pasando por sentimientos de culpa y arrepentimiento”, señala Andrés.
Tiempo de cambios en base a la maternidad
En vista de todas las dificultades que conlleva dejarse llevar por la presión social, y también para reivindicar su derecho a escoger, cada vez son más las mujeres que expresan libremente su deseo de no tener hijos. “No se trata de una especie de rebelión contra el mundo; al menos, no en mi caso” sostiene Sonia R. “Es más bien ser coherentes con nosotras mismas. Solo la coherencia comporta estabilidad y bienestar emocional”.
Se trata de un cambio social paulatino pero que todavía representa, demasiado a menudo, un auténtico calvario para muchas mujeres, que se ven impelidas a defender su decisión. Marina B. se muestra convencida de que muchas mujeres que optan por ser madres hubieran decidido no serlo de no ser por la presión que todavía existe, no solo social, sino también cultural y religiosa.
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