El sacrificio ritual ha sido una práctica bastante extendida en todo el globo. De hecho, los antropólogos consideran que todas las religiones arcaicas han ejercido algún que otro sacrificio, que no tiene por qué ser, por supuesto, humano, sino que a menudo se circunscribe a ciertos animales imbuidos de caracteres especiales o consagrados a ciertos dioses. Es el caso, por ejemplo, de la paloma, un animal dedicado a la diosa Afrodita en Grecia y a Venus en el mundo romano.
La pregunta es: ¿cuáles son los orígenes del sacrificio ritual? ¿Qué impulsó a las primeras sociedades humanas a matar, ya fueran hombres, mujeres o animales, en un acto religioso? Si te interesa el tema, sigue leyendo. En el artículo de hoy intentamos responder a la pregunta de por qué se practicaban sacrificios en algunas religiones.
Los orígenes del sacrificio ritual
En todos los actos humanos, en general, convergen una serie de factores que dan como fruto el acto en sí. Estos factores pueden ser de índole religiosa, pero también social, cultural o, simplemente, relacionada con la supervivencia. En el caso del sacrificio ritual, y de acuerdo con las investigaciones de los antropólogos e historiadores, también encontramos diferentes causas. A priori, podríamos pensar que solo es posible explicar estas prácticas (que, a nosotros, seres humanos del siglo XXI, nos resultan completamente ajenas) a través de la religión, pero el caso es que existen otros factores en el proceso. Veámoslo a continuación.
1. Causas religiosas
Es innegable el importante papel de la religión en la gestación de la práctica del sacrificio. A pesar de que encontramos una gran diversidad de modus operandi, el denominador común de todos ellos es establecer una conexión con los dioses (bien para aplacar su ira, bien para pedirles favores) o garantizar, a través del derramamiento de sangre ritual, la pervivencia de la tribu.
La sangre como dadora de vida
Detengámonos un momento en la sangre y en su simbolismo. Hoy en día conocemos cuán importante es esta sustancia para el mantenimiento del cuerpo, pues garantiza el transporte de los nutrientes y del oxígeno. Nuestros antepasados, si bien no conocían todos los detalles, sabían perfectamente que la sangre era un elemento indispensable para la vida y que, cuando salía del cuerpo, el sujeto fallecía.
En este sentido, se estableció un paralelismo entre la sangre y la continuidad de la tribu. El hecho sigue una idea bastante común en todas las culturas, por la que “si yo ofrezco algo a escala pequeña, esto se multiplicará a escala universal”. Se trata de una especie de “magia simpática”, por la que la sangre derramada en el sacrificio garantiza la continuación de la sangre (o sea, de la vida) en todos los seres.
- Artículo relacionado: "¿Qué es la Psicología Cultural?"
El sacrificio como ofrenda a los dioses
La sangre, en tanto que garante de vida, conectaba directamente con los dioses; era su alimento y su renacer. A través de la sangre los dioses se fortalecían, y, si ellos seguían viviendo, también lo harían los humanos por ellos creados.
En este sentido, hay que tener en cuenta que son muchas las mitologías que insisten en un “sacrificio” primigenio y total; el que realiza la divinidad para crear el mundo. En algunos de estos mitos, se trata de un desmembramiento literal, como se narra en el mito de la creación escandinavo: tras vencer al temible gigante Ýmir, Odín y los otros dioses lo despedazaron y moldearon el universo con su carne (que dio origen a la tierra), sus cabellos y, por supuesto, con su sangre (con la que formaron el mar y los ríos).
A partir de este sacrificio primordial, las diversas culturas entendieron que los seres humanos, la principal criatura de la creación divina, debían todo a los dioses, que los habían creado “con dolor”. Así, el sacrificio ritual se convertía en una manera de devolver a la divinidad el enorme favor de la vida.
El sacrificio como alimento divino
Existe todavía otro motivo religioso, que es el del “alimento de los dioses”. En la mayoría de las religiones antiguas, los dioses, aunque inmortales y omnipotentes, eran muy parecidos a los seres humanos. Entre sus necesidades básicas estaba la alimentación, que debía cuidarse escrupulosamente pues, de lo contrario, se podría desencadenar la furia divina.
En la antigua Grecia, por ejemplo, existían dos tipos de sacrificio ritual: por un lado, el moirocausto, por el que el oferente (que podía ser alguien a título particular o una ciudad entera) ofrecía el sacrificio a los dioses como alimento divino (en forma de combustión), pero reservaba una parte de la carne del animal para su propio consumo. Este era, en realidad, el sacrificio ritual más habitual. Por otro lado, encontramos el holocausto, que consistía en ofrecer el animal entero a los dioses (también a través de la combustión de la carne con el fuego).
En ambos casos, se entendía que la divinidad consumía el animal a través del humo. Y, también en ambos casos, el sacrificio ritual no era posible sin una fase previa, la consagración, mediante la que el sacerdote o el pater familias (en el caso de ser un sacrificio particular) seguían unos pasos indispensables para preparar religiosamente al animal y a los asistentes.
- Quizás te interese: "Antropología: qué es y cuál es la historia de esta disciplina científica"
El sacrificio como agradecimiento
Por último, encontramos también el sacrificio religioso como método de agradecimiento a los dioses por algún acontecimiento beneficioso para la persona, para la familia o para la comunidad. Por ejemplo, en Roma era bastante usual ofrecer sacrificios a los lares, los espíritus que protegían la casa, como agradecimiento a una circunstancia favorable: un matrimonio provechoso, el nacimiento de un hijo, la cura de una enfermedad…
2. Causas sociales
Además de los motivos religiosos, y aunque, a priori, no los detectemos, también existen motivos sociales para realizar los sacrificios rituales. Según un estudio que se llevó a cabo en 2016 por algunos antropólogos de la Universidad de Auckland y la Universidad Victoria de Wellington, ambas de Nueva Zelanda, los sacrificios habrían facilitado la transición desde las primeras comunidades igualitarias a las crecientes sociedades jerarquizadas.
Para sacar sus conclusiones, los investigadores se basaron en el estudio detallado de diversas culturas. Los científicos hallaron evidencias de práctica de rituales de sacrificio en un 43% de estas sociedades, de las que un alto porcentaje pertenecía a comunidades altamente jerarquizadas.
Es decir, que existen pruebas de una fuerte conexión entre los sacrificios rituales y la jerarquización social. ¿En qué se basa esta conexión? Puede que tenga mucho que ver con el poder de las élites y su dominio sobre las clases menos favorecidas. El sacrificio sería, en este sentido, un vehículo propicio para inculcar miedo y respeto en estas últimas.
- Artículo relacionado: "Las 12 ramas de las Ciencias Sociales (explicadas)"
Morir por el rey
Debemos recordar, además, que en muchas culturas antiguas los gobernantes eran considerados seres divinos, lo que hacía que el sacrificio se convirtiera, de nuevo, en algo sagrado. El egiptólogo Nacho Ares nos cuenta en su artículo Sacrificios humanos en Egipto y Mesopotamia que, con anterioridad al periodo dinástico, en la tierra del Nilo eran bastante usuales los sacrificios humanos; en general, de los esclavos y criados que habían servido a un señor.
En Abydos, por ejemplo, en la tumba del faraón Horus Aha (h. 3100 a.C), se encontraron 36 tumbas anejas en las que se habían enterrado los sirvientes sacrificados del faraón, con el objetivo de que le sirvieran en el más allá. Con el tiempo, esta práctica se fue sustituyendo por el ritual de enterrar los ushebtis, pequeñas estatuillas que representaban al servicio, con la momia del monarca.
Más allá del sentido religioso de estos sacrificios, existe un motivo social, que no es otro que asegurar el poder del gobernante por encima del de sus súbditos. Está claro cómo el sacrificio ritual acrecentó (y mantuvo) las jerarquías en las sociedades primitivas.
3. Causas relacionadas con el castigo
Por último, no podemos obviar otra de los posibles orígenes del sacrificio ritual: el castigo de las desviaciones y/o la violación de ciertos tabús. Es decir, cuando el individuo no se comportaba como la comunidad esperaba de él, el sacrificio podía ser la penalización por esta desviación de la moral comunal.
En resumen, el sacrificio, tanto humano como animal, ha estado siempre presente en las culturas de todo el mundo, ya fuera por motivos religiosos, sociales o punitivos, y, más comúnmente, como una mezcolanza de todo ello. Para nosotros es difícil entender este tipo de prácticas, pues vivimos en una sociedad muy alejada de estos conceptos, pero sí que podemos hacer un esfuerzo para comprender cómo y por qué surgió el sacrificio ritual.