Cuestionar y comprender si los animales experimentan emociones y respuestas conductuales en base a ellas es un interrogante que ha perdurado a lo largo del tiempo, generando interés científico y de mano de la investigación. A medida que nuestra comprensión de la inteligencia emocional ligada al mundo animal se expande, surgen dudas sobre si las experiencias traumáticas tienen afecciones similares a las que tienen para los humanos.
A lo largo de la historia, hemos observado en los animales comportamientos complejos y muestras de emociones que generan evidencias de una rica vida interior. Hemos sido testigos de sus expresiones de alegría, tristeza y miedo; por ejemplo, la ilusión de tu perro cuando se da cuenta de que le vas a sacar a pasear, o el bufido de tu gato cuando le pegas un susto inesperado. ¿Estas emociones pueden expresar también traumas?
La ciencia ha puesto de manifiesto que animales y humanos compartimos muchas similitudes en términos de biología, emociones y comportamientos. Por ello, en este artículo, haremos una revisión de las investigaciones actuales centradas en la emocionalidad animal y su posibilidad de experimentar traumas para intentar dar respuesta a este interrogante.
Los animales y las emociones
Un trauma, en el contexto humano, se define como una respuesta emocional abrumadora y duradera a un evento traumático, que tiene un impacto emocional significativo en la persona. Estos eventos pueden ser situaciones de peligro extremo, abuso o pérdidas significativas. La experiencia de un trauma puede dejar secuelas emocionales y psicológicas en las personas, afectando su bienestar a largo plazo.
Durante mucho tiempo, la percepción predominante en relación a los animales se centraba en considerarles seres puramente instintivos, carentes de emociones complejas. Sin embargo, en las últimas décadas, la ciencia ha desmontado este mito y ha demostrado que los animales tienen capacidades emocionales más ricas y variadas de lo que solíamos pensar. Las investigaciones en etiología y psicología animal han revelado que numerosas especies, desde mamíferos hasta aves y algunos invertebrados, son capaces de sentir emociones básicas como miedo, alegría, tristeza y ansiedad, que son fundamentales para su supervivencia y adaptación a su entorno.
El miedo es fundamental
El miedo es una de las emociones que ha sido caracterizada como crucial para la supervivencia de la mayoría de especies. Antes amenazas inminentes, los animales experimentan miedo, lo que les permite activar la respuesta de “lucha o huida” para protegerse. Esta respuesta, tal y como indica el nombre, determinará si los animales desarrollan una conducta de afrontamiento al miedo o de evitación para ponerse a salvo. De forma similar, la alegría se manifiesta en su comportamiento al encontrar alimentos, establecer lazos sociales o experimentar bienestar con su entorno.
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Los mamíferos, los más emocionales
Los mamíferos, particularmente, han sido objeto de mayor escrutinio en lo que respecta a sus emociones, principalmente por su mayor similitud con los humanos que animales pertenecientes a otros reinos o familiar. Los elefantes, por ejemplo, son conocidos por su fuerte sentido de la familia y el duelo experimentado tras la muerte de un miembro de la manda.
Los perros, que han estado estrechamente vinculados con los humanos durante miles de años, son considerados expertos en entender nuestras emociones y dar respuestas empáticas en función a estas.
Comportamientos emocionales
Además de la consideración de estas respuestas de perros como empáticas, la investigación en animales ha desarrollado también estudios para evaluar sus capacidades emocionales. Un ejemplo muy destacado es el trabajo realizado con primates no humanos, como chimpancés y bonobos. Estos estudios han evidenciado la existencia de comportamientos emocionales similares a los de los humanos en situaciones que involucran empatía, compasión y, en algunos casos, incluso sentimientos de culpa.
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El trauma en la naturaleza
El reino animal es un entorno de constante interacción con su entorno y otros miembros de tanto su especie como de diferentes. En la naturaleza, los animales se exponen a desafíos y amenazas muy diversas que pueden llevar a experiencias potencialmente traumáticas, al menos entendidas desde el ojo y la perspectiva humana. Si bien estas experiencias pueden variar ampliamente entre entornos y especies animales, algunas situaciones comunes pueden resultar estresantes y tener un impacto duradero en su bienestar emocional.
1. Depredación y supervivencia
Los depredadores naturales son una parte esencial del ecosistema y juegan un papel en el control de las poblaciones de presas. Sin embargo, ser perseguido o atacado por un depredador puede ser una experiencia aterradora para el animal presa. Aunque algunos animales pueden escapar con éxito, otros pueden sufrir heridas físicas y emocionales graves como resultado del encuentro.
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2. Pérdida de crías o compañeros
Los lazos familiares y sociales son comunes en muchas especies animales. La pérdida de una cría o de un compañero puede ser devastadora emocionalmente para un individuo y puede afectar su comportamiento y bienestar a largo plazo.
3. Cambios en el hábitat o territorio
La deforestación, la urbanización y otros cambios ambientales pueden provocar la pérdida de hábitats naturales y la competencia por territorio y recursos. Estos eventos pueden llevar a conflictos y situaciones estresantes para los animales afectados.
4. Intervención humana
La interacción directa con los humanos, ya sea a través de la caza, el tráfico de animales o la destrucción de sus entornos, también puede provocar traumas en los animales. La caza furtiva y la captura de animales para el comercio ilegal de mascotas son ejemplos de actividades que pueden causar un gran estrés y daño emocional.
Estudios científicos del trauma animal
Llegamos a la pregunta principal del artículo y a la revisión de los estudios científicos centrados en si los animales experimentan traumas y en la comprensión de los comportamientos y respuestas emocionales de diferentes especies.
Evidentemente, no es posible realizar estudios basados en testimonios verbales con los animales, pero la ciencia hace uso de diferentes metodologías y observaciones para abordar esta cuestión. Uno de los campos de estudio más relevantes es la etiología, enfocada en el comportamiento animal. Mediante la observación sistemática y el análisis de comportamientos en entornos naturales y en cautiverio, los etólogos han podido identificar indicios de trauma en animales.
Estudios de etiología
En estudios centrados principalmente en primates no humanos, se han documentado respuestas conductuales que sugieren la presencia de estrés y angustia después de eventos traumáticos, como la separación forzada de sus grupos sociales o la exposición a situaciones amenazantes. Los elefantes, conocidos por su fuerte sentido de la comunidad, también han mostrado signos de duelo y angustia cuando se ven separados de sus seres queridos, tal y como se ha comentado antes. Esto pone de manifiesto la existencia de respuestas emocionales similares a lo que consideramos un trauma humano.
Estudios de laboratorio
Además de las observaciones de campo, se han realizado estudios en laboratorios utilizando modelos experimentales para evaluar la reacción de animales a situaciones estresantes. Estos experimentos han revelado cambios neurobiológicos y hormonales en los animales sometidos a estrés crónico, lo que indica que pueden experimentar emociones similares a las respuestas de estrés observadas en los seres humanos.
Estos estudios de laboratorio son relevantes porque se hace uso de ellos para estudiar diferentes psicopatologías en animales en lugar de hacerlo directamente con humanos. Esta decisión científica, pese a fundamentarse en la ética de la investigación y en la no experimentación humana, demuestra que las respuestas emocionales de animales y humanos son significativamente semejantes, ya que los experimentos animales facilitan llegar a conclusiones aplicables a humanos.
Estudios de memoria traumática
Un área emergente de investigación es el estudio de la memoria traumática en animales. Los recuerdos traumáticos pueden afectar la forma en que los animales interactúan con su entorno y con otros miembros de su especie. Algunos estudios han demostrado que animales como ratones y ratas pueden desarrollar respuestas de evitación después de experimentar eventos estresantes en ciertos contextos.
Debate ético
El reconocimiento de la posibilidad de que los animales puedan experimentar traumas plantea importantes consideraciones éticas. Si aceptamos que los animales pueden tener experiencias emocionales complejas, incluidas respuestas traumáticas, surge la responsabilidad de proteger su bienestar y evitar acciones que les causen daño innecesario. Este debate ético se extiende a diversas áreas, como el uso de animales en la investigación científica, la industria alimentaria, la cría de animales para el entretenimiento y el turismo, y la destrucción de hábitats naturales. Las discusiones sobre la caza deportiva, el comercio de especies amenazadas y el tratamiento de los animales en zoológicos y acuarios también se ven influenciadas por esta comprensión más profunda de su capacidad emocional.
A medida que la conciencia sobre el bienestar animal crece en la sociedad, también lo hace la necesidad de considerar las implicaciones éticas de nuestras acciones hacia los animales. Las leyes y políticas relacionadas con el trato a los animales han evolucionado en muchos países para reflejar una mayor consideración de sus necesidades emocionales y físicas.
Conclusiones
Entender y comprender de forma más profunda si los animales experimentan traumas es un terreno fértil para la investigación y la reflexión. Aunque no podemos acceder a las mentes animales para saber a ciencia cierta lo que sienten, la ciencia ha permitido comprender sus reacciones emocionales y respuestas antes situaciones traumáticas.
Es esencial que, como sociedad, nos alejemos de la visión reduccionista de los animales como seres meramente instintivos y adoptemos una perspectiva más informada y compasiva. Considerar el bienestar emocional de los animales no solo enriquece nuestra comprensión del mundo natural, sino que también nos permite abogar por prácticas más éticas y sostenibles en nuestras interacciones con ellos.
Tenemos la responsabilidad de asegurarnos de que nuestras acciones y decisiones promuevan un entorno en el que todos los seres vivos puedan prosperar y vivir sin sufrimiento innecesario. Al profundizar en el estudio de las emociones animales, nos acercamos a una coexistencia más armoniosa y respetuosa con todos nuestros posibles compañeros de vida.