Autocuidado en la maternidad: cómo superar la culpa para cuidar bien a tus hijos y a ti misma

Priorizar el bienestar emocional materno es clave para una crianza saludable, según los expertos.

Autocuidado en la maternidad: cómo superar la culpa para cuidar bien a tus hijos y a ti misma
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“El cuerpo habla, y el mío ha dicho basta”. Así lo cuenta Enara, madre de dos niñas de 4 y 6 años, mientras reflexiona sobre su lumbago que la ha obligado a volver a casa del trabajo. Entre dos empleos —uno a media jornada con sueldo fijo y otro, su proyecto personal como diseñadora de iluminación— y la crianza de sus hijas, reconoce que aunque es consciente de que es necesario cuidarse para poder cuidar, “el día a día te come”.

Maite Vilabeitia, experta en autoestima, es categórica al respecto: “Cuidarse a una misma es un principio fundamental para poder cuidar adecuadamente a otros, y esto cobra aún más relevancia cuando hablamos de la crianza”, asegura. Y añade que “un bebé es completamente dependiente del entorno para sobrevivir y necesita que los adultos cubran tanto sus necesidades físicas como emocionales”. Por eso, prosigue, “si la persona que se encarga de su cuidado no está emocionalmente regulada o tiene dificultades para sostener sus propias emociones, difícilmente podrá ofrecer la disponibilidad emocional que un niño requiere para crecer de manera saludable”. Para esta psicóloga “el bienestar emocional de los cuidadores no es un lujo, sino una necesidad para el desarrollo integral del niño”.

Autocuidado y sentimiento de culpa

“Con la primera niña tuve muy claro mi autocuidado, hice todo lo que tenía que hacer en el postparto, por ejemplo —comparte Enara—, pero con la segunda te das cuenta que tu bienestar o las pequeñas necesidades van quedando relegadas a último lugar”, admite esta madre. “Ahora me duele el lumbago y tengo problemas para que mi hija pequeña lo entienda”. Su experiencia ilustra lo que Vilabeitia encuentra con frecuencia en su consulta. “Una de las señales más frecuentes que observo es la presencia de exigencia extrema y sentimientos constantes de culpa”, explica la psicóloga. “Muchas madres viven la crianza desde el sacrificio o una enorme exigencia: sienten que deben hacerlo todo bien, llegar a todo, y que si se priorizan o se toman un espacio para sí mismas, aparecen pensamientos como ‘soy una mala madre’”.

Esta dinámica es tan poderosa que incluso afecta a mujeres altamente conscientes de estos mecanismos. Beatriz, consultora de género y formadora, madre de un niño de 5 años, reconoce que aunque está “muy trabajada” en estos asuntos, tampoco está exenta de los mandatos sociales: “Cuando mi hijo era más pequeño y me empecé a tomar el tiempo para mí, para disfrutar con amigas, para irme a un retiro de teatro, —en ocasiones— me asaltaba la duda: ‘¿Estoy siendo buena madre?’”, admite.

Tanto Beatriz como Enara viven en familias donde los cuidados están repartidos y hay corresponsabilidad, pero aun así el sentimiento de culpa al priorizarse persiste. Y es que, reflexiona Beatriz, “socialmente tenemos muy incrustado el rol de madre por y para sus hijos, da igual el modelo de crianza”.

Consecuencias de postergar el autocuidado

“Cuando tengo que ir a la peluquería, porque ya no me queda otra, o me quiero hacer cualquier cosa como una manicura, me lo saco del horario que tengo para mis proyectos”, confiesa Enara. Para esta madre, el autocuidado —muchas veces— se convierte en algo que debe “robarse” de otros espacios vitales. Las consecuencias no tardan en manifestarse. Vilabeitia explica este fenómeno: “Las necesidades personales no desaparecen al convertirse en madre; si no se atienden, el malestar termina manifestándose de diversas formas: físicas, emocionales o en las relaciones”, apunta.

Detrás de estos patrones está la autoestima, un concepto que Vilabeitia define de manera precisa: “Es el valor que una persona se otorga a sí misma, reflejado en cómo se trata y se prioriza”. Una autoestima dañada se manifiesta en perfeccionismo y autocrítica, actitudes que se transmiten de manera implícita e inevitable. A pesar de las dificultades, tanto Enara como Beatriz han encontrado formas de resistir a la corriente. “Con mi marido establecimos un día para cada uno: él va a escalar y yo a yoga. Eso es sagrado”, cuenta Enara. “Tienes más paciencia y encaras los problemas de otra manera”. Sus retiros, clases de teatro o escapadas con amigas se han convertido en “respiros fundamentales”, aunque reconoce que inicialmente le costó tomar esas decisiones.

Beatriz ha encontrado claridad en la redefinición de conceptos: “Cuando hago un ejercicio de recapacitar, pienso que lo que le estoy dando a mi hijo es un modelo donde la crianza y los cuidados están más repartidos y que yo soy madre, soy profesional, soy amiga, soy muchas cosas”. Vilabeitia añade: “Si una madre no se trata bien, no se escucha ni responde a sus propias necesidades, ese será el modelo de relación que transmitirá a sus hijos”, advierte la psicóloga. “No solo educamos con palabras; educamos con nuestra forma de estar en el mundo”.

Estrategias para cuidarse sin culpa

Vilabeitia propone herramientas concretas para este cambio de paradigma: “La primera y más importante es recordar que nadie puede cuidar bien a otros si no se cuida a sí misma primero. Cuidarse no es un acto de egoísmo, sino de responsabilidad”. También invita a revisar conceptos distorsionados como el egoísmo: “Priorizarse no significa desatender al bebé o a tus hijos, sino reconocer que para estar disponible emocionalmente, necesitas estar bien”.

El testimonio de Enara, que asiste con su pareja a una escuela de padres, muestra cómo crear espacios y redes de apoyo puede marcar la diferencia: “Cuando aprendes a cuidarte, tomas mejores decisiones”. Su hora semanal de yoga, que considera “sagrada”, le ha demostrado que tiene “más paciencia” y que encara los problemas “de otra manera”.

Para la psicóloga, pedir ayuda no es señal de debilidad, sino de fortaleza: “Reconocer que una no puede con todo es sano y necesario. Crear red, apoyarse en otros y permitirse espacios personales es esencial para sostener una maternidad equilibrada y saludable”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce en su Guía para la integración de la salud mental perinatal que “la generación de espacios de encuentros entre madres y/o familias que permitan que se genere de modo natural una red de apoyo social entre personas que viven situaciones similares” es fundamental para una maternidad saludable. La OMS subraya que “sin la salud mental no hay salud” y que es necesario “cambiar las estrategias de asistencia maternal para fomentar el apoyo y la prevención como prioridades”.

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Natalia Pérez. (2025, junio 19). Autocuidado en la maternidad: cómo superar la culpa para cuidar bien a tus hijos y a ti misma. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/clinica/autocuidado-en-maternidad-como-superar-culpa-para-cuidar-bien-hijos-y-ti-misma

Periodista

Natalia Pérez es licenciada en comunicación audiovisual, tiene un máster en periodismo y una extensa formación en documental social. A lo largo de sus 20 años de experiencia profesional se ha especializado en la búsqueda de contenidos diferenciales de actualidad política y social y ha trabajado en la producción de artículos para prensa y televisión con un amplio currículo en cuestiones centradas en la salud mental y la psicología.

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