Seguro que entre tus amistades o incluso familiares hay una persona que vive una crisis que se repite y necesita de tu consuelo y consejo.
Puede ser que cada vez que se enamore intensamente viva un fracaso amoroso y por ello se angustie; que ante las mismas discusiones pierda el control y reaccione con ira sin pensar en lo que dice; que sienta una fobia paralizante a los ascensores o situaciones sociales, lo reconozca con gran vergüenza y solo te lo cuente a ti; o incluso que le cueste salir de casa. En estos casos, es normal sentirte mal, notar que te preocupa mucho su estado de ánimo cada vez que os reunís.
Las buenas amistades conllevan esa responsabilidad, tomar acción en caso de preocupación. La pregunta es... ¿qué podemos hacer ante la crisis de un amigo o amiga? ¿Cuál es el límite para actuar? ¿Y si genero rechazo por insistir en una solución o buscar ayuda? ¿Qué diferencia hay entre la actuación de un profesional y la de un amigo?
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Cómo ayudar a un amigo en un mal momento
Si buscas conocimiento para paliar situaciones en la que personas cercanas estén pasándolo mal y no parezca haber remedio y su angustia te desborda, esta información es para ti.
1. Escuchar siempre es el primer paso y el más importante
Cuando hablamos de escuchar, lo diferenciamos de “oír” en que no sólo prestamos atención a lo que nos cuentan, sino que estamos presentes y nos fijamos en lo que siente al contarlo. Puede que nos transmitan tristeza, frustración y enfado, sensación de impotencia… Y la manera de responder para cada circunstancia cambia notablemente.
Si consigues este estado de receptividad, al responder lograrás que te escuche. De algún modo, para que esa persona se deje aconsejar o animar es necesario que te dejes influir; así funcionan las relaciones sanas, y a eso nos referimos cuando, en muchos artículos de compañeros y compañeras al respecto, mencionamos que no hay que lanzarse a aconsejar antes de escuchar.
2. No hay que tener prisa en responder ni en buscar una solución
Sabemos que cuando hay ansiedad, tensión y muchos nervios la sensación es que hay que encontrar una salida urgente. Pero por experiencia podemos transmitirte que no es así, sino al contrario, hay que respirar, rebajar los nervios, pensar con la mayor claridad posible.
Algo muy significativo que habitualmente nos expresan los pacientes sobre sus amigos/as es que “lo más importante cuando le conté…. Es que me escuchó, no me juzgó y se quedó conmigo”, y notamos cómo se relajan cuando lo cuentan, cómo encuentran algo de serenidad en el silencio. Por ello te decimos que, aunque parezca que no haces nada guardando silencio y esperando, realmente haces mucho.
3. Que no siga tu consejo, no significa que no te escuche
Si al hablar, tu amigo o amiga permanece en silencio, es que deja que tu mensaje le llegue. Es una muestra de que su relación contigo es importante, y si no sigue ese consejo, probablemente es porque no encaje con su situación, o que no sabe cómo seguirlo.
En muchas ocasiones, algo más interno que el comportamiento es lo que impide llegar a cambios que mejoren el bienestar de las personas. Crisis de ansiedad, bloqueos mentales (“quedarse en blanco”), confusión, darle vueltas a la misma idea una y otra vez… dificultan extremadamente poner en marcha las acciones necesarias para llegar a la solución. Insistimos en esa idea, sabemos que es frustrante ver cómo una persona querida permanece en el mismo problema, pero mantener tu presencia es importante.
4. ¿Cuándo es importante recomendar seriamente buscar ayuda?
Tal y como mencionamos en el apartado anterior, cuando la situación se repite y no parece haber razones para que el problema persista, es momento de recomendar ayuda profesional.
Puede que en ocasiones genere algo de malestar recomendar acudir a un psicólogo o psicóloga, porque parece que le estas llamando “loco/a” o que reconoces que “no es capaz de solucionar su problema”. Pero nada más lejos de la realidad, es un gesto de cuidado y de honestidad, muy importantes en la amistad ante situaciones difíciles.
Te lo planteo de esta manera: ¿permitirías que tu amigo/a siguiera bebiendo alcohol una vez ha perdido el control después de unas cuantas copas? ¿Dejarías que siguiera haciendo deporte si tuviera un pie lesionado, o le recomendarías seriamente acudir a un profesional para curarse? Esta es la misma lógica que seguimos, si hay una crisis personal que no se resuelve y se repite, es momento de recomendar a un profesional de la psicología.
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5. Para cuidar de tu amigo/a, es importante que cuides de ti
Es cierto que, en algunos contextos, tu amigo/a puede saturarte con su problema, ser muy insistente y no saber parar. Esto puede llevarte a sentirte abrumado y sin posibilidad de actuar al respecto.
Hay que saber decir basta y reconocer que, solo actuando desde nuestra seguridad podemos ayudar a quien nos necesita. Si perdemos el control, solo añadiremos frustración y tensión al problema. Es en esta situación cuando puedes encontrarte dando consejos apresurados, tratando de consolar con frases típicas (“no pasa nada”, “con el tiempo se te pasará”…) o incluso expresando que “no haces nada para remediarlo” “siempre te pasa lo mismo” “parece que te gusta sufrir”. Antes de arrepentirte por perder el control, mejor parar y recuperarlo, sólo cuidando de ti podrás cuidar de quien te importa.