El estrés se suele relacionar con el afecto negativo, pero se ha comprobado que en situaciones de estrés crónico el afecto positivo puede aparecer también con frecuencia y que no es incompatible.
Por otro lado, el afecto se puede definir como un estado emocional que es central en una experiencia. Se puede dividir según su valencia en afecto positivo o negativo; o según su intensidad, en afecto débil o fuerte.
El afecto negativo comprende las emociones desagradables, como la tristeza, la ansiedad, el miedo, el enfado, la hostilidad y la culpa. Por su parte, el afecto positivo comprende las emociones agradables, como la jovialidad, la amabilidad, el alivio, la seguridad en uno mismo, la búsqueda de experiencias y la vitalidad.
En general, todos tenemos una mayor tendencia a experimentar afectos positivos o negativos ante las circunstancias de nuestra vida. Esta tendencia dependerá de factores genéticos y de aprendizaje. A pesar de ello, los afectos son dinámicos y dependen del contexto, existiendo una variabilidad inter e intrapersonal. Esto abre la puerta a la posibilidad de aprender estrategias de afrontamiento nuevas, que aumenten la probabilidad de experimentar afectos positivos incluso en situaciones de estrés crónico.
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El afecto positivo ante el estrés crónico
Históricamente, se ha considerado que el afecto negativo tiene una función adaptativa cuando aparecen situaciones que exceden nuestros recursos de afrontamiento y nos generan estrés. Esto es así debido a que las emociones, como la ansiedad o el enfado, nos permiten tomar conciencia de que existe un problema, focalizar nuestra atención en él y nos proporcionan energía y motivación para realizar algún tipo de acción frente a dicho problema.
El afecto positivo, contrariamente, se ha relacionado con la reducción de la atención hacia los problemas y la disminución de la motivación para hacernos cargo de ellos, al proporcionar una sensación de seguridad.
Sin embargo, los estudios han encontrado que el afecto positivo, lejos de lo referido, amplía nuestra creatividad y flexibilidad, fomentando que seamos capaces de ampliar el abanico de conductas que ponemos en marcha para afrontar los estresores. Además, nos ayuda a procesar la información incluso cuando se trata de malas noticias y nos permite tomarnos un respiro de tanto malestar.
Esto puede considerarse adaptativo, sobre todo en situaciones en las que el estrés se mantiene a lo largo del tiempo. También, puede suponer una medida de prevención del desarrollo de sintomatología clínica de tipo obsesivo y/o depresivo.
¿Cómo podemos generar afecto positivo en situaciones de estrés crónico?
Folkman y Moskowitz (2000) realizaron un estudio longitudinal con cuidadores de personas con VIH. En él, identificaron tres tipos de afrontamiento relacionados con la aparición y el mantenimiento de afecto positivo: la reinterpretación positiva, el afrontamiento orientado a objetivos y la búsqueda de un significado a las situaciones cotidianas.
1. Reinterpretación positiva
La reinterpretación positiva es una estrategia cognitiva que se resume en lo comúnmente conocido como “ver el vaso medio lleno” en lugar de “medio vacío”. Incluye la valoración primaria de la situación como algo que reporta algún beneficio, por pequeño que sea, y la evitación de la comparación con las circunstancias de otras personas.
Además, suele ir de la mano de la activación de valores personales. En el caso de los cuidadores, el esfuerzo realizado suponía algo valioso al ser una demostración de amor y al ayudar a preservar la dignidad de las personas enfermas a quienes cuidaban.
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2. Afrontamiento orientado a objetivos.
Este tipo de afrontamiento es activo y se dirige a objetivos específicos para resolver un problema concreto. Puede incluir la búsqueda de información, la toma de decisiones, el desarrollo de un plan de acción, la resolución de conflictos, la adquisición de nuevos conocimientos o el desarrollo de nuevas habilidades.
Incluso en situaciones en las que la controlabilidad del curso de los acontecimientos sea baja, como es el caso de los cuidadores, se ha comprobado que centrarse en las tareas concretas favorece el afecto positivo. En especial, aumenta la percepción de efectividad y de dominio, fomentando la confianza en los propios recursos y habilidades para hacer frente al estresor mientas dure, independientemente del desenlace final. 3. Dotar de significado a situaciones cotidianas.
“¿Hay algo que hayas hecho hoy, o algo que te haya pasado, que te haya hecho sentir bien y que haya tenido un significado para ti y te haya ayudado a pasar el día?”. Esta es una de las preguntas que se realizaron a los cuidadores en el estudio descrito. El 99.5% dijo que sí. La mitad de las situaciones descritas fueron planificadas e intencionales (por ejemplo, hacer una comida especial o quedar con amigos) y la otra mitad fueron sucesos que simplemente ocurrieron (por ejemplo, ver una flor bonita o recibir un cumplido por algo menor).
El significado que damos a las situaciones cotidianas es lo que da forma a las emociones concretas que sentimos cada día cuando estamos pasando por una época de estrés. Cabe diferenciarlo del sentido que podemos dar a nuestra vida, el cual supone algo abstracto y está relacionado con creencias y expectativas sobre nosotros mismos, el mundo y el futuro.
Conclusiones
Tanto el afecto negativo como el positivo cumplen una función adaptativa en situaciones de estrés.
Si bien emociones como la tristeza o el enfado pueden ayudarnos a tomar conciencia de que algo está pasando y a poner nuestra atención en ello, las emociones positivas también nos ayudan a hacer frente a situaciones difíciles, especialmente cuando dichas circunstancias se mantienen por un tiempo prolongado. No se trata de emociones incompatibles, sino que pueden darse simultáneamente ante un mismo suceso.
En concreto, el afecto positivo puede prevenir la aparición de síntomas psicopatológicos, estimular nuestra creatividad y aumentar nuestra flexibilidad y capacidad de adaptación.
Cada uno de nosotros, a través de nuestras experiencias, vamos descubriendo qué cosas nos ayudan a enfrentar los momentos difíciles de nuestra vida. Lo que los estudios nos sugieren hacer para generar afecto positivo mientras estamos atravesando circunstancias difíciles o de estrés crónico son tres estrategias: la reinterpretación positiva, el afrontamiento orientado a objetivos y, muy especialmente, dotar de significado a las situaciones cotidianas. En procesos de psicoterapia, los profesionales que damos apoyo a pacientes también hacemos uso de estos principios.
Referencias bibliográficas:
- Folkman, S., & Moskowitz, J. T. (2000). Positive Affect and the Other Side of Coping. American Psychologist, 55(6), 647-654. https://doi.org/10.1037//0003-066X.55.6.647
- Naragon-Gainey, K., McMahon, T. P., & Park, J. (2018). The contributions of affective traits and emotion regulation to internalizing disorders: Current state of the literature
- and measurement challenges. American Psychologist, 73(9), 1175-1186. https://doi.org/10.1037/amp0000371