Trastorno de apego reactivo: síntomas, causas y tratamiento

Los conflictos y la falta de afecto en la infancia pueden alimentar a este trastorno.

Niño rubio triste.
Este desorden mental afecta a niños y niñas de pocos años de edad.Pixabay

Un beso, un abrazo, una caricia… Todo ello tiene algo en común: en la mayoría de los casos se llevan a cabo con cariño, y a la mayoría nos despiertan sensaciones de calidez y afecto. Imaginemos por un momento que nunca hemos recibido ninguno en la infancia. O que lo hemos hecho, pero sin que se haya manifestado ningún afecto o emoción en ello. Imaginemos también que siempre nos hemos sentido secundarios, poco importantes para nuestros seres cercanos. ¿Cómo nos sentiríamos? ¿Cómo nos relacionaríamos con los demás?

No sería raro que ello nos provocara severas limitaciones, que marcarían y dificultarían nuestro desarrollo como personas y nuestras relaciones sociales. Es lo que les ocurre a aquellas personas con trastorno de apego reactivo. Veamos en qué consiste.

El trastorno de apego reactivo: síntomas principales

El trastorno de apego reactivo es uno de los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés. Se trata, además, de un nuevo trastorno incluido en la última versión del manual de psicología clínica y psiquiatría de referencia, el DSM 5.

El trastorno de apego reactivo se caracteriza por la presencia en niños de más de nueve meses de edad de un patrón de comportamiento en el que se manifiesta una elevada inhibición emocional y afectiva hacia sus cuidadores, no buscando e incluso evitando contacto y consuelo en ellos incluso cuando se produce algún estímulo o situación que le asusta o le causa dolor o inquietud. En general, el sujeto se siente poco importante y valorado, y no posee una vinculación emocional potente con ellos.

Este patrón de inhibición se mantiene no solo con sus cuidadores sino también a nivel social, expresando dificultades para reaccionar emocionalmente al entorno social y manifestando con cierta frecuencia irritabilidad, tristeza o miedo de los cuidadores aún en situaciones que no les supongan una amenaza. Es frecuente que expresen pocos sentimientos o emociones positivas en la interacción social.

Los síntomas antes descritos se pueden observar antes de los cinco años de edad, y es importante tener en cuenta que sólo se puede diagnosticar en el caso de que no se cumplan los criterios diagnósticos para el autismo. En este sentido, resulta fácil observar cierta semejanza entre algunos aspectos de la sintomatología de ambos trastornos, pero existen grandes diferencias. Una de ellas es su causa, que en el caso del trastorno de apego reactivo se ha identificado y de hecho forma parte de sus criterios diagnósticos.

Causas

Las causas del trastorno de apego reactivo, requisito de hecho para que pueda ser diagnosticado, se encuentran principalmente en el cuidado insuficiente durante los primeros años de vida. El sujeto no ha recibido suficiente afecto ni suplido sus necesidades emocionales y de cuidado, cariño y protección y/o las fisiológicas básicas.

Resulta más frecuente en familias en que los progenitores tienen pobres habilidades parentales, o en las que tienden a no expresar sentimientos. Es habitual que se de en familias desestructuradas, que no ofrecen ni suplen las necesidades básicas del menor.

También es posible que se hayan dado violencia intrafamiliar, sea o no física o se dirija o no al menor en cuestión, o abusos sexuales. Sin embargo, esto no quiere decir que no pueda producirse en familias sin grandes dificultades a nivel socioeconómico, siendo lo definitorio el hecho de que no han satisfecho o no han sabido satisfacer suficientemente las necesidades de afecto, o bien han resultado excesivamente ambivalentes en la expresión de la afectividad hacia el sujeto en cuestión.

También pueden tener este trastorno menores que hayan pasado por diversos cambios de cuidadores principales (por temas de custodia), o aquellos que hayan sido educados en instituciones y contextos como orfanatos o auspicios en que no se les ha dedicado suficiente tiempo ni se atiende suficientemente a sus necesidades afectivas. Hay que tener en cuenta que la vivencia de estas circunstancias no tiene porqué causar un trastorno.

Tratamientos

El tratamiento del trastorno del apego reactivo es complejo y requiere de un abordaje multidisciplinar en que pueden confluir profesionales de la psicología, la medicina, la asistencia social, la educación y el ámbito.

Es necesario que el sujeto pueda establecer una vinculación sólida con un cuidador de referencia que le proporcione apoyo emocional. Por ello frecuentemente los sujetos con este tipo de trastorno se van a beneficiar del uso de terapia familiar, de cara no solo a tratar aak sujeto sino a lograr que se establezcan pautas educativas apropiadas en los casos en que haya déficit de habilidades parentales.

Es esencial trabajar el componente afectivo con el menor. En este sentido va a ser de gran utilidad el uso de terapias dedicadas a fortalecer la autoestima del sujeto, así como entrenamiento en habilidades sociales. La reestructuración cognitiva va a permitir cambiar las cogniciones disfuncionales que el sujeto pueda tener respecto a la vinculación social.

Hay que tener también en cuenta que algunos casos se produce en un contexto de negligencia severa de las necesidades del menor, con circunstancias que supongan incluso un peligro para la vida del sujeto. como la existencia de dependencia a las drogas por parte de los padres. En este aspecto puede ser necesaria la retirada de la tutela o custodia por parte de un juez sea de forma temporal o permanente.

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  • American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.

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Oscar Castillero Mimenza. (2017, octubre 19). Trastorno de apego reactivo: síntomas, causas y tratamiento. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/clinica/trastorno-de-apego-reactivo

Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica

Barcelona

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.

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