Todos y cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles, y tenemos muy diferentes vivencias y percepciones del mundo y de la realidad. En su mayoría son interpretaciones que nos permiten dar sentido a lo que vivimos de una manera que nos permiten sobrevivir y adaptarnos al medio que nos rodea.
Pero en ocasiones aparecen alteraciones del contenido del pensamiento que hacen que interpretemos la realidad de una forma concreta que resulta desadaptativa e incluso lesiva para uno mismo o para el entorno, impidiendo nuestra correcta adaptación y sesgando nuestra visión de tal modo que hacemos juicios falsos sobre el mundo. Es lo que ocurre con los delirios.
Dentro de los delirios podemos encontrar diferentes tipologías, diferenciadas por el aspecto o temática a la que hacen referencia. Una de ellos vincula estados de alteraciones sensorial propiamente psicóticas a creencias de tipo espiritual, haciéndonos considerar por ejemplo un ser con una misión divina o incluso un mesías. Estamos hablando del delirio místico o mesiánico.
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¿Qué es el delirio místico?
Entendemos por delirio místico a una alteración del contenido de pensamiento, producto de una interpretación anómala de la realidad, de temática religioso-espiritual.
Como delirio que es, supone un juicio o idea inmodificable y fija que persiste con gran intensidad a pesar de la existencia de pruebas en contra, que suele generar un elevado nivel de preocupación o ansiedad en quien la padece (o impide a la persona su funcionamiento habitual) y que es como mínimo muy poco probable, habiendo además una completa falta de apoyo social o cultural a dicha idea. A menudo es producto de la interpretación de una percepción alterada (como una alucinación), y suele conllevar una cierta ruptura para con la realidad.
En el caso que nos ocupa, el delirio en cuestión tiene un contenido vinculado a la espiritualidad y religiosidad. Se realiza una interpretación del mundo, del sí mismo y de los demás únicamente en base a la fe, viendo en todo lo que ocurre una confirmación de sus creencias y de la consideración de su papel en el mundo.
Tienden a tener una consideración de que la mayoría de actos llevados a cabo son pecado y buscando expiar sus culpas o las del resto, en algunos casos incluso de manera violenta. No es raro asimismo que existan ideas de autoreferencia o incluso de grandeza, considerandose el sujeto un ente superior, un enviado divino o incluso una deidad.
Diferencia entre creencia religiosa y delirio místico
Para una persona sin creencias religiosas, puede ser relativamente sencillo atribuir a las personas que sí las tienen este tipo de delirio, dado que las creencias religiosas per se tienden a ser poco modificables y autoexplicativas (si bien la mayoría de las personas consideran estas creencias moldeables e interpretables, otras las presentan con fijeza). Pero ello no es así, del mismo modo en que tener un buen nivel de autoestima no implica un delirio de grandeza: simplemente estamos ante una exacerbación psicótica de unas creencias que ya estaban de base.
En el delirio místico se requiere de la existencia de revelación y misión, vivida con éxtasis por parte de quien lo padece, además de la sensación de tener un conocimiento claro de la verdad a través de dicha revelación. También es frecuente el abandono del estilo de vida llevado hasta entonces y la total abnegación hacia la que consideran su misión. Todo ello separa al delirio místico de la creencia religioso-espiritual normativa, en la que no aparece una confusión seguida de la idea de significación de la experiencia alucinatoria.
Causas de este delirio
El delirio místico, como puede verse, tiene una fuerte influencia religiosa y cultural como una de sus principales bases. Sin embargo, las causas de la aparición de este delirio no dependen solo de este factor si no que son múltiples los factores que contribuyen a su génesis. El delirio es percibido como una explicación racional por parte del sujeto, a menudo sirviendo para justificar la existencia de una experiencia alucinatoria que les perturba.
La religiosidad en sí es un factor relevante pero no necesariamente determinante (existiendo controversias según el estudio respecto a si su papel es fundamental o una variable más), si bien las creencia religiosas concretas de una persona con este tipo de delirio suelen determinar el tipo de contenido del delirio. Por ejemplo, en la religión cristiana tienden a abundar más los delirios relacionados con la culpa mientras que en el judaísmo suele existir mayor experiencia alucinatoria nocturna asociada a la vinculación de la noche con espíritus.
Eso sí, muchas personas con este tipo de problema no tienen ninguna creencia religiosa concreta, con lo que no en todos va a tener un efecto. Otros factores relevantes son el nivel y tipo de educación de la persona y su estado civil.
Asimismo, se ha asociada principalmente la existencia de este tipo de delirios místicos a la presencia de una intoxicación por drogas, alimentos o fármacos, algunas enfermedades médicas o psiquiátricas (incluyendo especialmente los trastornos psicóticos como la esquizofrenia), el dolor agudo o crónico (interpretable como una señal), o las demencias. Suele ser típico de personas que padecen lo que Emil Kraepelin denominó parafrenia, un trastorno psicótico crónico en que los delirios tienen carácter relativamente fantasioso y en que salvo en la temática en cuestión la personas no presenta grandes alteraciones.
Tratamiento de este tipo de delirios
El tratamiento de un delirio, independientemente de su tipo, es complejo y relativamente lento. Y es que todos tenemos tendencia a mantener nuestras creencias de forma más o menos firme. Ello hace que las experiencias delirantes, que para quienes las tienen representan mejor la realidad que otras, se intenten perpetuar y los intentos de modificación directa sean directamente rechazados. Asimismo los sesgos interpretativos de los fenómenos que ocurren hacen que el sujeto refuerce su ideación delirante.
En todos los casos en primer lugar es necesario estabilizar al paciente si estamos ante un trastorno psicótico o bien combatir el agente infeccioso o tóxico si estamos ante una infección o intoxicación de algún tipo. Una vez empezado el proceso psicológico se requiere primeramente vencer la actitud de vigilancia y aversividad del paciente hacia el terapeuta y ganarse su confianza, sin realizar una confrontación directa con sus creencias delirantes. Se busca fomentar la relación terapéutica y lograr acceder poco a poco y a medida que se aumenta la confianza al núcleo de la ideación.
Se plantea que el paciente vaya poco a poco haciendo introspección y visualizando qué le ha llevado a pensar de tal manera. Generar un aumento de la comunicación y poco a poco ajustando los procesos de pensamiento hacia un esquema de la realidad más adaptativo.
El tipo de entorno que tenga el paciente también puede llegar a tener un papel relevante en su tratamiento, debido a que es posible que en sus inicios la sintomatología no sea considerada aversiva hasta pasado un tiempo prolongado. Ello aumenta el riesgo de cronicidad y consolidación del delirio. En este sentido algo de psicoeducación al entorno referente al problema que el sujeto presenta (siempre respetando las creencias religiosas que posean), podría ser beneficioso tanto para éste como para el paciente.
Referencias bibliográficas:
- Bastidas, M. y Alberto, C. (2004). Vigencia del delirio místico en la semiología contemporánea. Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIII (2): 172-181. Asociación Colombiana de Psiquiatría. Bogotá, D.C., Colombia.
- Rodante, D.E. y Fuentes, P. (2013). Delirios Místicos-religiosos: recorrido histórico, vigencia actual e implicancias culturales en su génesis. Clepios. 62. Revista de Profesionales en Formación en Salud Mental.
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