Vivimos en la era de preocupación constante. Nos preocupamos por tener el coche, la casa, la pareja, o el trabajo que serán el elixir para una vida feliz. Nos sentimos bajo la presión constante de cumplir con nuestras obligaciones y expectativas.
Y sin embargo, muchas veces, logramos nuestros tan ansiados objetivos pero percibimos que nos falta algo más, que con eso solo no basta, entonces nos volvemos a preocupar porque no nos sentimos bien. Pensamos sin cesar que será lo que nos genera malestar y cómo atenuarlo. Normalmente, buscamos la salida preocupándonos por ir a por nuevos desafíos que suponemos bastarán para terminar con este círculo vicioso solo para descubrir que no es así.
Las causas del estar constantemente preocupados
Nuestra tendencia a preocuparnos tanto suele tener sus orígenes en una edad temprana. Desde pequeños se nos inculca la idea de que alcanzar logros, como obtener buenas calificaciones o popularidad en nuestras tareas extraescolares, es la medida de nuestra valía como individuos. Esta concepción se arraiga profundamente en nuestras mentes jóvenes, y lo más probable es que terminemos asociando nuestro valor como personas con nuestra capacidad de lograr metas impulsadas por la búsqueda constante de éxito y reconocimiento externo. La presión por alcanzar objetivos puede ser abrumadora, y a menudo nos encontramos atrapados en un ciclo interminable de deseos insaciables. Después de todo, si esto fuera cierto, ¿cuánto tenemos que alcanzar para sentirnos valiosos?
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Los efectos de este problema
La adicción a la preocupación tiene efectos perjudiciales tanto a nivel emocional como físico. Desde el punto de vista emocional, puede llevar a la ansiedad, depresión, la rumiación constante, la búsqueda obsesiva de tener todo bajo control, o a tendencias perfeccionistas poco saludables.
A nivel físico, el estrés crónico relacionado con la preocupación puede tener efectos adversos como trastornos del sueño, fatiga mental y física, problemas cardiovasculares y compromiso del sistema inmunológico. Una persona que vive en estado de alerta activará el sistema nervioso simpático del cuerpo sintiéndose en estado de lucha, huida, o parálisis frente a los diferentes estresores del día a día. Esto libera las hormonas del estrés que nos impiden sentir bienestar. Es por todo esto que es imprescindible revertir nuestra tendencia a preocuparnos en demasía y crear un refugio en nuestro interior donde encontremos dicha y paz.
¿Cómo podemos superar nuestra preocupación constante?
En primer lugar, es fundamental tener conciencia de este patrón de pensamiento. Con la ayuda de un profesional es importe identificar lo que nos está sucediendo, aceptarlo, e investigar cómo cambiar nuestra inclinación a abrigar pensamientos negativos y/o a agobiarnos. Es muy importante pausar, observar, y reconocer lo que nos sucede para poder desarrollar estrategias de afrontamiento más saludables. Victor Frankl lúcidamente dijo al respecto, “Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad”.
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¿Cómo podemos encontrar dicha y paz?
Se trata de instalar hábitos que nos ayuden a vivir auténticamente siendo fieles a nuestras necesidades, valores y pasiones. La dicha y la paz provienen desde adentro, no dependen de factores externos como la riqueza, el éxito o las relaciones. La verdadera felicidad y el bienestar son estados internos del ser que pueden ser desarrollados y mantenidos, independientemente de nuestras condiciones externas.
La dicha y la paz son estados de bienestar que trascienden la satisfacción superficial y están conectadas con una sensación de significado y de propósito en la vida. Cultivar la dicha y la paz implica reconocer que la felicidad genuina no proviene únicamente de la búsqueda de placeres momentáneos, sino de la conexión con aspectos más profundos de uno mismo. Estas emociones van más allá de la ausencia de malestar emocional. Esto sería una utopía. Es poder convivir en calma con el abanico de emociones que nos generan los estímulos del día a día.
¿Qué acciones concretas pueden ayudarnos a cultivar la dicha y la paz?
1. Practicar el mindfulness
Éste se centra en la atención plena en el momento presente. Meditar, comer, compartir con familia y/o amigos, y jugar involucran la inmersión en esas actividades sin preocupaciones por el pasado o el futuro, lo que fomenta una experiencia plena del "aquí y ahora". Esta conexión con el presente puede ser una vía poderosa para aliviar la ansiedad y el sobre pensar.
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2. Estar en contacto con la naturaleza
El senderismo, ciclismo, o simplemente caminar por un parque son actividades divertidas y terapéuticas al mismo tiempo. Otra práctica efectiva es ponerse de cara al sol y cerrar los ojos. Sentir ese calor y esa luz en la cara por un par de minutos nos calma. Contemplar la copa de los árboles y las hojas en movimiento tiene el mismo efecto.
3. Practicar la contemplación por 12 segundos
Observar la belleza de un atardecer, escuchar el canto de los pájaros o sentir la brisa en la piel son profundamente satisfactorios y relajantes. El secreto es hacerlo durante 12 segundos. No basta con ver las olas romper y seguir rápidamente con otra actividad. Para retejer nuestro cerebro necesitamos 12 segundos de contemplación saboreando el momento.
4. Arte y Expresión Creativa
Fomentar la creatividad a través de actividades artísticas como la pintura, la escritura, la música, la cocina, la jardinería, o la danza puede ser una forma poderosa de juego y diversión para los adultos. Estas actividades permiten la expresión de emociones y pensamientos de una manera lúdica y gratificante.
5. Practicar la gratitud
Siempre hay motivos para agradecer, sin embargo, vamos por la vida dando por sentados esos motivos. Es importante contactar con la alegría interior que nos produce la sonrisa de un ser amado, la compañía de nuestras mascotas, el plato caliente en la mesa, entre tantas cosas más. Recordemos que no son las personas felices las que son agradecidas sino las personas agradecidas las que son felices.
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Concluyendo...
Siempre que estemos completamente inmersos en una actividad y experimentemos un sentido profundo de satisfacción será más fácil encontrar las vías para experimentar dicha y paz en nuestra vida.
Es fundamental también reconocer que nuestra valía como seres humanos no está vinculada a preocuparnos por nuestros logros y nivel de ocupación. Este enfoque es simplista y limitado, ya que ignora la riqueza de nuestra compleja identidad y el valor intrínseco que todos tenemos como seres únicos.
Georgina Hudson
Georgina Hudson
Terapeuta Transpersonal, Coach Vida Y Estrategia, Coach Transformacional
Nuestra dicha y paz radican en abrazar nuestra humanidad, en nuestras relaciones y en la calidad de nuestras vidas. La toma de conciencia de cómo estamos viviendo y la elección intencionada de cómo queremos hacerlo es el primer gran paso hacia nuestro bienestar.