¿En qué consisten los experimentos conductuales en terapia?

Los terapeutas pueden usar estas técnicas en según qué casos.

experimentos conductuales en terapia
Una sesión de terapia.Unsplash

En este artículo vamos a hablar de uno de los componentes fundamentales de la conocida técnica de Reestructuración Cognitiva: los experimentos conductuales.

¿Por qué decimos que estos experimentos son fundamentales? Muy sencillo: en el contexto de terapia es relativamente “fácil” para el paciente someter a prueba algunas creencias a nivel verbal, pero el reto definitivo viene cuando el terapeuta le propone realizar una actividad en el exterior, por cuenta propia, para poner a prueba conductualmente esas creencias o pensamientos distorsionados o disfuncionales.

Habitualmente, es en ese momento cuando aparecen las reticencias que no habían surgido hasta el momento en terapia. Y es que pasar de lo abstracto a la acción (de lo verbal a lo conductual) supone un reto para cualquiera.

¿Qué es un experimento conductual?

Tranquilos, no se trata de hacer experimentos con fines poco éticos con los pacientes, sino que son “ejercicios” o actividades que el paciente lleva a la práctica, de forma voluntaria y consciente, en su día a día para superar un problema o una situación difícil.

Un experimento conductual puede consistir en hacer (en casos de fobia social, por ejemplo) o en dejar de hacer algo (sobre todo en casos de trastorno obsesivo compulsivo), en observar el comportamiento de otros, en atreverse a preguntar a otra gente acerca de lo que piensan, sienten o hacen (especialmente interesante en casos de fobia social), en obtener información de otras fuentes como libros…

El objetivo que persiguen estos experimentos son poner a prueba las creencias/cogniciones distorsionadas de los pacientes, las cuales tienen que ser específicas (p. ej., “me van a criticar”, “me quedaré en blanco y no sabré qué decir”) en vez de demasiado generales (“no valgo”, “no sirvo”).

Para asegurar la utilidad de los experimentos conductuales es muy importante que el paciente no centre su atención en sí mismo cuando los lleve a cabo, sino en la tarea. Además, es esencial que deje de utilizar sus conductas defensivas, pues contribuyen al mantenimiento de las creencias y pensamientos disfuncionales que queremos modificar.

Tipos y ejemplos

Existen 2 tipos básicos de experimentos:

Experimentos activos

Son los más frecuentes y los que hemos explicado. Consisten en que el paciente hace o deja de hacer algo.

  • Hacer algo: imaginemos una persona que tiene mucha ansiedad al hablar en público, y cree que la ansiedad es percibida por los oyentes. Se le pide en terapia que se grabe en vídeo, le pedimos que vea la grabación a posteriori y compruebe cuáles son los signos de ansiedad y el grado en que se aprecia.
  • Dejar de hacer algo: persona con Trastorno Obsesivo Compulsivo que cree que si tiene cerca un objeto afilado no será capaz de resistir el impulso de usarlo. Entonces, el experimento consistiría en que permanezca en la consulta con un cuchillo de cocina encima de la mesa y con la punta dirigida hacia el terapeuta durante un tiempo.

Experimentos de observación

En estos casos el paciente solamente es un observador que se dedica a recolectar datos, no tiene un rol activo como en el tipo anterior. Serán de utilidad en los casos en que el paciente tenga mucho miedo de llevar a cabo un experimento activo, o cuando se necesita más información para hacer uno activo. Ejemplos: observación directa (modelado), realizar encuestas o información de otras fuentes.

¿Cuándo utilizarlos?

Prepararemos junto con el paciente y utilizaremos los experimentos conductuales cuando estemos aplicando la técnica de la reestructuración cognitiva, de forma paralela. Es decir, cuando se quieran flexibilizar y modificar creencias de la persona, los experimentos conductuales son un buen aliado.

Algunos autores recomiendan introducir los experimentos conductuales lo antes posible, ya que se entiende que los avances terapéuticos van cogidos de la mano de los cambios conductuales. A los psicólogos nos interesa la consecución por parte del paciente de cambios amplios y prolongados en el tiempo (cambios afectivos, cognitivos y conductuales), que casi siempre requieren del cuestionamiento conductual.

En este sentido, el cuestionamiento verbal que realizamos en la técnica de Reestructuración Cognitiva al buscar pruebas a favor y en contra de determinados pensamientos es muy útil para “allanar” el terreno y ponérselo más fácil al paciente, pero si no se introducen pequeños “empujones” para que la persona haga o deje de hacer cosas, la terapia se puede prolongar de forma indeterminada el tiempo (p. ej., siempre moviéndonos en lo abstracto y en lo verbal, en nuestra “zona de confort”). Esto supone un coste económico elevado para el paciente, la no consecución de los objetivos terapéuticos y una posible frustración profesional para el psicoterapeuta.

¿Cómo prepararlos?

Los experimentos conductuales se preparan en la terapia junto con el psicoterapeuta, el que supondrá un guía importante para lograr los cambios que se esperan. Nunca serán experimentos predeterminados, sino que variarán mucho en función del paciente y la problemática.

Conviene que en sesión se prepare un autorregistro del experimento, en el cual deben constar:

  • Fecha
  • Predicción del paciente (suelen ser consecuencias específicas anticipadas, la gravedad o intensidad de las mismas, y grado de creencia en dicha predicción). Por ejemplo: “cuando salga a hacer la exposición oral me voy a poner roja como un tomate, voy a sudar mucho, me va a temblar la voz, me quedaré en blanco y entraré en pánico, tendré que salir corriendo del lugar y habré hecho el ridículo”.
  • Perspectiva alternativa y grado de creencia en la misma.
  • Experimento (detallar qué se hará y en qué se va a fijar el paciente -antes de realizarlo-, escribir qué se ha hecho realmente, incluidas todas las conductas defensivas -después de haberlo llevado a cabo-).
  • Resultados (consecuencias que han ocurrido realmente, su gravedad, y medida en que se ha cumplido la predicción del paciente).
  • Conclusión (qué ha aprendido en relación a su predicción ansiosa y a la alternativa, grado de creencia en las mismas).
  • Qué hacer a partir de ahora y en qué se fijará a partir de ahora en situaciones parecidas.

Psicóloga Forense y Sanitaria

Psicóloga graduada en Psicología por la Universitat de Barcelona. Ha realizado el Postgrado en Peritaje Forense y Asesoramiento Psicológico en Derecho Civil, Familiar y Laboral y el Postgrado en Peritaje Psicológico Penal Forense en la UAB.

Cuenta con el Máster Universitario en Psicología General Sanitaria (MUPGS) de la UB y dos años de formación intensiva cognitivo-conductual como psicoterapeuta en la Unidad de Terapia de Conducta de la UB.

Además de haber trabajado con personas que padecían trastorno mental severo, está especializada en terapia en depresión, ansiedad, relaciones tóxicas, baja autoestima, control de la ira, traumas, víctimas de violencia de género, etc. También realiza peritajes psicológicos en materia civil, familiar, laboral y penal.

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