Jean-Martin Charcot fue un investigador francés y uo de los pioneros de la neurología, la rama de la medicina que estudia los trastornos del sistema nervioso. Sin embargo, fuera del ámbito de esta disciplina, y en particular en el mundo de la psicología, es conocido sobre todo por su trabajo sobre la histeria y la hipnosis.
Las aportaciones de Charcot no sólo serían fundamentales para el desarrollo de la neurología, sino que también constituirían una pieza clave en el desarrollo científico de la psiquiatría y en la aparición del psicoanálisis freudiano.
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¿Quién fue Jean-Martin Charcot?
El neurólogo y anatomopatólogo Jean-Martin Charcot nació en París en 1825. Estudió con Guillaume Duchenne de Boulogne, que realizó grandes aportaciones a los campos de la neurología y la electrofisiología. Se suele considerar a Charcot el padre de la neurología, pero su obra se debió en buena parte a las enseñanzas de Duchenne.
Durante más de 30 años Charcot trabajó como médico, investigador y profesor en la Escuela de la Salpêtrière, que en aquella época funcionaba como un centro psiquiátrico y albergaba a 5 mil pacientes aproximadamente. Sigmund Freud fue uno de los muchos estudiantes que aprendieron de Charcot, que había alcanzado la fama en toda Europa.
Además de su carrera en La Salpêtrière, Charcot fue profesor de anatomía patológica en la Universidad de París, donde fue nombrado Director de Neurología. Murió en 1893, a los 67 años, a causa de un ataque cardíaco y de un edema pulmonar.
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La histeria en el siglo XIX
La histeria fue el trastorno psicológico más popular del siglo XIX. Este concepto se utilizaba para englobar un amplio conjunto de síntomas neuróticos y entró en declive con la consolidación de la psicología científica. El DSM-IV incluye en las categorías de trastornos disociativos y somatomorfos manifestaciones que antes se categorizaban como histeria.
Dado que los síntomas típicos de la histeria, como las crisis convulsivas psicógenas, se debían en gran medida a la sugestión provocada por la popularización de ciertos casos, la prevalencia de estos trastornos es muy baja en la actualidad. No obstante, algunos trastornos somatomorfos siguen siendo habituales, como el dolor crónico y la hipocondría.
Durante mucho tiempo se creyó que la histeria sólo podía afectar a mujeres porque se atribuía a alteraciones en el útero, pero también se detectaron casos en varones. En el siglo XIX la histeria era considerada una enfermedad física de origen desconocido, mientras que previamente muchos expertos pensaban que se debía a una deficiencia moral o volitiva.
Inicialmente Charcot pensaba que la histeria tenía causas biológicas hereditarias: aceptaba la hipótesis de la “degeneración neurológica”, muy popular en su época. Más adelante llegó a la conclusión de que en realidad se debía a un evento traumático que lesionaba el cerebro de un modo específico. Éste sería el origen de las tesis de Freud sobre la histeria.
Curación mediante hipnosis
En tiempos de Charcot la falta de eficacia y la agresividad de los métodos terapéuticos convencionales hacían que estuvieran extremadamente cuestionados. En el caso de la histeria, algunos de los “tratamientos” habituales consistían en aplicar descargas eléctricas, dar duchas de agua fría, insertar tubos por el recto e incluso en extirpar los ovarios.
Este contexto favoreció la aparición y la popularización de terapias alternativas como la hipnosis, que se desarrolló a partir de los estrambóticos métodos de Franz Mesmer y se consolidó con las aportaciones de Charcot, James Braid y Pierre Janet, entre otros. Lo mismo sucedió con el psicoanálisis, ideado por Freud a causa de sus limitaciones como hipnotista.
Charcot propuso que la hipnosis era útil para reproducir los síntomas de la histeria. Al principio pensaba que podía ser útil también para tratar esta alteración, pero su confianza en el método que contribuyó a popularizar disminuyó con el tiempo, especialmente debido al sensacionalismo que surgió en torno a la hipnosis y que la alejó de la comunidad científica.
Según Charcot, la propia susceptibilidad a la hipnosis denotaba la degeneración neurológica que era a su vez la causa de la histeria. Posteriormente distinguió la “gran histeria” y la “gran hipnosis”, que se relacionaban con alteraciones hereditarias, de la “pequeña histeria” y la “pequeña hipnosis”, debidas a la inducción de un trance mediante sugestión.
Ambroise-Auguste Liébeault y Hippolyte Bernheim, de la Escuela de Nancy, se opusieron al punto de vista de Charcot y el resto de integrantes de La Salpêtrière: para ellos la histeria y la hipnosis se debían exclusivamente a la sugestión. Las disputas entre las dos escuelas dañaron la reputación de la hipnosis, que ya se hallaba en cuestión a causa de su acientificidad.
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Aportaciones a la neurología
Aunque Charcot es conocido sobre todo por sus aportaciones a la histeria y a la hipnosis, lo cierto es que dedicó su vida a la neurología. Contribuyó de forma clave al conocimiento científico sobre la enfermedad de Parkinson, la epilepsia y las neuropatías en general.
Charcot describió la esclerosis múltiple, a la que denominó “esclerosis en placas”. Para este autor los signos principales de la enfermedad eran el nistagmo, los temblores intencionales y el habla telegráfica; esto se conoce hoy en día como “tríada de Charcot”. También señaló que la memoria y la velocidad mental están alteradas en las personas con esclerosis múltiple.
Existen diversas neuropatías que llevan el nombre de Charcot porque fue el primero en describirlas o hizo aportaciones importantes al respecto. Destacan el síndrome de Charcot-Marie-Tooth y la enfermedad articular neuropática de Charcot (también llamada artropatía neuropática y pie diabético), que afectan a las extremidades inferiores.
Por otra parte, “síndrome de Charcot-Wilbrand” es el término que se utiliza para describir la pérdida de la capacidad de soñar. Este trastorno se produce como consecuencia de lesiones localizadas en el lóbulo occipital que alteran el reconocimiento de caras y el recuerdo de imágenes.
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