En algunos matrimonios, la llegada del divorcio es motivo de satisfacción y alivio, una manera civilizada de poner punto y final a una relación de pareja que, por el motivo que sea, no ha funcionado. Sin embargo, no es ningún secreto que en muchos casos, incluso en personas que ya llevaban meses separadas, la finalización “oficial” del matrimonio es una experiencia emocionalmente dolorosa o, como mínimo, causante de una cierta sensación de desorientación o incluso vacío existencial.
Este último tipo de vivencias suele ir acompañado de dificultades emocionales tanto en la relación con uno/a mismo/a como en las relaciones ante los demás, especialmente si hay hijos de por medio. Por ello, aquí abordaremos algunas pautas de gestión emocional de la experiencia del divorcio, a modo de consejos generales.
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Las claves de la gestión emocional del divorcio
Evidentemente, cada caso presenta sus particularidades, y si ya es cierto que cada persona es única, en el caso de un divorcio, que involucra directamente a dos individuos, aún hay más variables en juego. De todos modos, y partiendo de la base de que la mejor solución a los problemas de tipo emocional es asistir a psicoterapia (para obtener un apoyo profesional totalmente personalizado), varias de las pautas que te pueden servir para afrontar un divorcio son las siguientes.
1. Céntrate en la aceptación
Aceptar la situación actual por la que uno está pasando durante un proceso de divorcio es la primera pauta, una imprescindible, con la que podemos gestionarlo del mejor modo posible.
Aquellas personas que no aceptan su divorcio o que no quieren reconocer la realidad de los hechos tienden a frustrarse, a sentirse mal e imaginar constantemente posibles escenarios alternativos idealizados o estrategias para evitar la situación actual. Esto no solo impide pasar página, sino que con frecuencia lleva al enfrentamiento y a la adopción de una actitud hostil (o más hostil, si la relación ya no era buena) frente a la expareja, porque esta dinámica mantiene a flote la ficción de que uno mismo tiene el control sobre la existencia o no existencia del matrimonio.
En lugar de hacer eso, se recomienda centrarse en el presente y en el futuro que tenemos por delante como personas solteras; hay que tener claro que no se acaba el mundo y que es perfectamente posible ser felices más allá del matrimonio que se ha terminado, y poner nuestro empeño en alcanzar el bienestar emocional propio a través de aquellos elementos de nuestra vida que sí podemos controlar.
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2. No intentar arreglar la situación
Incluso entre quienes aceptan que el divorcio es la opción “por defecto” que existe en el presente, algunas personas se aferran a la esperanza de “arreglar” la relación que se ha roto, una intención muy poco constructiva y que no se corresponde en absoluto con las posibilidades de éxito.
Aunque es cierto que algunas relaciones pueden llegar a reconciliarse, eso suele pasar al cabo de un cierto tiempo, y es importante que algo así suceda sin presionar ni obsesionarse, sino de manera espontánea y sin buscarlo.
Por eso resulta de gran importancia que durante el proceso de divorcio se mantenga un estado de calma y mantenimiento del foco atencional en metas que nos involucren a nosotros solos (o a nuestra familia en caso de tener hijos).
3. No ocultarlo
Durante un proceso de divorcio, también es recomendable no mantener en secreto este hecho, ni tardar mucho en comunicar la noticia al resto de seres queridos. Si se tarda mucho, ese tema se puede llegar a convertir en un secreto que es complicado “tapar” y que a la larga genera más preocupaciones añadidas, porque se siente la presión de tener que justificar por qué no se dijo nada en su momento.
Si cuesta mucho comunicar la noticia del reciente divorcio, se pueden establecer fechas y horas concretas para dar el paso y olvidarse de esa preocupación cuanto antes.
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4. No limitarse a comunicar los hechos a los hijos
En el caso de que se tengan hijos, sobre todo si son muy jóvenes, es importante no solo comunicar la noticia del divorcio, sino aclararles también lo que ocurrirá a partir de ahora en el ámbito familiar y ofrecerles apoyo emocional, sin dar por sentado que son “robots” que simplemente tienen que procesar información de tipo verbal. Todo ello en un tono calmado y abierto a la participación, reservando para ello un lugar que ofrezca intimidad y un momento en el que no existan distracciones ni otras cosas por hacer.
Conviene tener en cuenta que en el caso de que a los hijos les falte información sobre el porvenir tras un divorcio, tienden a adoptar un punto de vista pesimista y a ponerse en el peor escenario posible: ante la ambigüedad, es fácil que surja la ansiedad. Por eso resulta de gran importancia aclarar cualquier duda y abordar la situación presente y futura, en vez de limitarse a hablar sobre lo que ya ha ocurrido.
5. Potencia tu vida social
Es bastante habitual que tras una ruptura sentimental de este tipo, si coincide con la separación conyugal, dispongamos de mucho tiempo libre que antes pasábamos con la otra persona. Algunas personas suelen malgastar este tiempo libre a solas por inercia, algo que debemos evitar a toda costa.
Tras un divorcio es recomendable dar un empujón a tu vida social para compensar el hecho de que las horas pasadas en compañía de tu pareja ya no están ahí. Es mejor participar en actividades sociales nuevas para no estar solo/a por pura pasividad. No hay que olvidar que pasar de vivir con la pareja a no hacerlo tiene implicaciones objetivas que van más allá de lo mental: las rutinas cambian sensiblemente, y hay que saber adaptarse a ello.
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6. No te obsesiones con encontrar pareja
Este es un tema importante, ya que a muchas personas les obsesiona encontrar una nueva pareja cuanto antes después de un divorcio doloroso, ya sea por la necesidad de superar las emociones negativas que genera el divorcio o bien porque les resulta difícil estar solos, o directamente porque la soltería les parece algo vinculado a un estigma (sobre todo en personas que ya no son muy jóvenes).
Para alcanzar un equilibrio emocional tras la ruptura y darnos un tiempo para reflexionar sobre lo sucedido, es importante no obsesionarnos con tener una nueva pareja y centrarnos en nosotros mismos durante las primeras semanas, en parte para tener claro qué queremos realmente, cuáles son los valores y los proyectos de vida en los que nos debemos enfocar.
Esto no significa rechazar citas, simplemente se trata de no centrarse en la necesidad de tener otra pareja y dedicar un tiempo a conocernos mejor a nosotros mismos, descubrir qué queremos en el futuro y con qué filosofía de vida queremos encarar esa nueva etapa de nuestra vida.
7. Apóyate en amigos y familiares
Están ahí para eso. Contamos con el apoyo de nuestro círculo social más cercano, el de los amigos y familiares que nos rodean; si los podemos llegar a necesitar especialmente en algún momento, este es uno de ellos.
Conversar con ellos sobre lo sucedido, de adulto a adulto, ayuda a ordenar las ideas y a dejar de intentar no pensar sobre ciertos temas, de modo que podamos aceptar lo ocurrido e integrarlo en nuestros recuerdos adecuadamente.
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8. Asiste a psicoterapia si es necesario
En caso de que la situación actual nos desborde, es importante asistir a psicoterapia con un profesional cualificado experto en procesos de divorcio y rupturas matrimoniales.
Acudir al psicólogo es una de las mejores formas que existen para empezar a sentirnos mejor, ya que en su consulta no solo podremos expresar todo lo que tenemos dentro y desahogarnos, sino que también se nos entrenará en habilidades y técnicas de gestión de las emociones y de autoconocimiento para pasar página.
Paloma Rey Cardona
Paloma Rey Cardona
Psicóloga General Sanitaria
Si estás pasando por este tipo de experiencias, te invito a ponerte en contacto conmigo y agendar una primera sesión; soy Psicóloga General Sanitaria y trabajo dando apoyo a personas de todas las edades. Ofrezco sesiones presenciales y online.