Constantemente se nos habla de la importancia de pensar las cosas antes de tomar decisiones, de procesar las opciones de respuesta para no equivocarnos en las elecciones que debemos tomar en el diario vivir, pensar en si no es algo inadecuado es algo normal y vital.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando pensamos demasiado? ¿Cuándo este pensar y pensar se convierte en un estilo de vida que lleva a la indecisión y/o frustración?
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Comprendiendo la tendencia a pensar demasiado
Pensar en exceso es una costumbre destructiva y tóxica, cuantas más vueltas le damos a las cosas, más perdidos estamos, más postergamos lo que tenemos que hacer. Sobre-pensar demasiado disminuye la energía, agota mentalmente, estresa, genera ansiedad y en casos más críticos si no se controla puede llevar a la depresión, ya que comenzamos a sentirnos cada vez peor con nuestras vidas, con nosotros mismos. Y esto perjudica nuestra salud, bienestar, calidad de vida y, con el tiempo, nuestra autoestima.
En ocasiones pensamos demasiado las cosas y no prosperamos en lo que tenemos que hacer, nos afligimos la vida recordándonos una y otra vez los fracasos del pasado, nos abrumamos con nuestros problemas del presente y nos preocupamos por la incertidumbre del futuro, las personas tenemos más de 5000 pensamientos diarios y la mayoría de estos pensamientos son repetitivos, este hábito diario de pensar lo mismo una y otra vez como un disco rayado, nos hace caer en bucles de pensamiento no deseados, negativos e infructuosos, rumiar un pensamiento a lo largo del día es tan perjudicial y nocivo para nuestras vidas, ya que aquello en lo que centramos nuestra atención crece y si nuestra atención se centra en lo malo, en lo negativo de la vida esto se termina configurando en nuestra realidad y en quienes somos.
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¿Por qué pensar demasiado desgasta la autoestima?
El problema con esto de pensar demasiado es que resulta poco fácil identificar el ciclo de pensamiento cuando estamos inmersos en él, por eso sin darnos cuenta acabamos cayendo a menudo en estos pensamientos repetitivos que no nos llevan a ninguna parte, tratamos de convencernos de que pensar tanto las cosas es algo bueno para nosotros, pues tiene sentido que entre más pensamos en algo mejores decisiones tomaremos, más preparados estaremos para no cometer los errores del pasado y más herramientas tendremos para afrontar los desafíos del futuro.
Decimos que pensar demasiado es un enemigo de la autoestima, ya que cuando surge un pensamiento rumiante nos sentimos mal con nosotros mismos, priman en nosotros la procrastinación y la inacción, lo que repercute en buscar actividades que nos permitan distraernos de él como: beber, fumar, buscar compañía, consumir sustancias psicoactivas, generar adicciones (juegos de azar, sexo, celular, redes sociales), las cuales proporcionan un bienestar efímero, circunstancial y momentáneo, pero cuando acaba su efecto terminan deteriorando la autoestima, el autoconocimiento y el autoconcepto.
Señales de alerta
Algunas señales que nos indican que estamos teniendo el hábito de pensar demasiado son:
- Dificultades para dormir (interrumpir el ciclo de sueño pensando en lo que paso, pasa o pasará).
- Dificultades para tomar decisiones en donde al final no se toma ninguna o si hay una elección se duda que haya sido la correcta.
- Rememorar continuamente momentos del día en que surgen sentimientos negativos hacia nosotros mismos.
- Formular demasiadas preguntas por el estilo ¿Qué pasaría sí? O, ¿por qué me ha sucedido esto? (estas son preguntas negativas que abren bucles de pensamiento rumiante).
- Dificultad para concentrarse.
- Tratar de imaginar o interpretar constantemente lo que otras personas piensan de nosotros o lo que han querido decir o van a ser.
Consejos
¿Pero cómo hacemos para dejar de pensar y pensar? ¿Cómo nos desconectamos de nuestros bucles de pensamientos negativos y repetitivos que tenemos a lo largo del día? ¿Cómo hacer para pensar de una manera más adecuada y saludable?
Un primer paso es ser conscientes de que estamos pensando demasiado; esto nos permite detectar los bucles de pensamiento que nos bloquean, detenerlos y estar alerta para romper esa conexión con la atención, calmar la mente centrando la atención en el momento presente a la experiencia del aquí y el ahora, reconocer que perciben nuestros sentidos, que vemos, que escuchamos y que sentimos nos aleja de los pensamientos indeseables.
Otro factor a tener en cuenta es reconocer que esta costumbre de pensar demasiado no sirve de nada, ni para nada productivo, que, por el contrario, trae más consecuencias negativas para nosotros, nuestras vidas, ya que nos limita, nos genera indecisión, frustración, deterioro de nuestras relaciones sociales y de nuestra autoestima.
Claudia Cárdenas Barrera
Claudia Cárdenas Barrera
Psicóloga, especialista en educación y orientación familiar
Por último, es importante incluir en la rutina diaria actividades que sean productivas para nosotros y que fomenten nuestro bienestar, físico, emocional y social (por ej., realizar ejercicio, pintar, bailar, leer, cantar, etc.), una de las estrategias para disminuir los pensamientos rumiantes, está en no ensimismarse, sino en estar en interacción alerta con el exterior, en conclusión, es salir de la mente para darse la oportunidad de vivir.