¿Cuál es el origen de los Juegos Olímpicos?

Así nacieron los Juegos Olímpicos, uno de los eventos culturalmente más relevantes de la Historia.

¿Cuál es el origen de los Juegos Olímpicos?
Mark Cartwright

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Los Juegos Olímpicos son quizá el evento deportivo más esperado. Divididos en dos acontecimientos principales (los Juegos de Verano y los Juegos de Invierno), en ellos participan más de doscientos países, por lo que es un acontecimiento internacional.

La sede de cada evento varía según las circunstancias y dependiendo de motivos varios, pero siempre siguen una asiduidad fija, en virtud de la Carta Olímpica; sus reglas marcan que los Juegos de Verano se realizan durante el primer año olímpico, mientras que los de Invierno se realizan en el año tres. En resumen, el evento olímpico al completo tiene lugar cada cuatro años.

Los Juegos Olímpicos son de sobras conocidos por todos, pero ¿cuál es su origen? ¿Cuándo se empezaron a celebrar? En el artículo de hoy repasamos el recorrido histórico y cultural de los Juegos, desde la antigua Olimpia, en Grecia, hasta el inicio de los Juegos Olímpicos modernos en 1896.

El origen de los Juegos Olímpicos modernos: Atenas, 1896

Nuestros Juegos actuales tienen una historia relativamente breve. El 6 de abril de 1896, se iniciaba en Atenas, la capital de Grecia, el que sería el primer evento olímpico de la modernidad.

Entre el 6 y el 15 de abril de 1896, en el Estadio Panathinaiko de Atenas, se juntaron más de 200 atletas de 14 países, que se enfrentaron en diversas disciplinas deportivas. Como anécdota, el primer atleta de la modernidad en ganar una medalla de oro fue el estadounidense James Connolly (1868-1957), que se distinguió en triple salto.

Estos primeros Juegos modernos fueron un auténtico éxito, por lo que pronto se habló de realizar una segunda edición, en esta ocasión, en París. Sin embargo, el ansia de recuperación de las antiguas pruebas atléticas griegas venía de muy atrás; en concreto, desde que Grecia obtuvo su independencia del Imperio Otomano, en 1829.

Recuperar la gloria de la antigüedad

Tres años después de la anhelada independencia, el poeta romántico griego Panagiotis Soutsos (1806-1868) anunció la posibilidad de rescatar la gloria de los antiguos griegos en la forma de unas nuevas Olimpiadas. Recordemos que era la época del Romanticismo, en el que todos los pueblos intentaban rescatar su pasado (idealizado, en la mayoría de los casos) para construir su presente nacional.

Tras los pasos de Soutsos, en 1856, el empresario griego Evangelos Zappas (1800-1865) escribió al mismísimo Otón I de Grecia y se ofreció como patrocinador económico de los Juegos Olímpicos modernos. Zappas era un patriota convencido; había participado en la Guerra de Independencia Griega y reconocía la necesidad de unirse ante un pasado común y ‘glorioso’.

De su mano nacieron los llamados Juegos Olímpicos de Zappas, que, entre los años 1859 y 1875, sirvieron para menguar las ansias de los patriotas de tener unos juegos modernos que emularan a la antigüedad. Los Juegos Olímpicos de Zappas tenían un alcance local, puesto que sus cuatro ediciones se celebraron en Atenas; además, su financiación fue privada. A pesar de los escollos, estos juegos sentaron las bases de lo que más tarde serían los Juegos oficiales, auspiciados por el COI.

Pierre de Coubertin entra en escena

El barón Pierre de Coubertin (1863-1937) se inspiró en estos Juegos de Zappas para crear un evento deportivo internacional que emulara los antiguos Juegos Olímpicos griegos. Coubertin estaba convencido de que los Juegos modernos debían ser internacionales, ya que a los de Olimpia habían acudido atletas de diversas polis helenas.

En junio de 1894, Coubertin expuso sus planes en la Sorbona de París, y propuso que los primeros Juegos modernos internacionales se celebraran en 1900, para hacerlos coincidir con la Exposición Universal de la capital francesa. Sin embargo, finalmente se consideró mejor decisión ubicarlos en Atenas, en honor a los antiguos Juegos Olímpicos, y en una fecha mucho más temprana (para no entibiar las ansias de la población con una larga espera): abril de 1896.

En aquella reunión de la Sorbona también se sentarían las bases del Comité Olímpico Internacional, el COI, que a partir de entonces sería el encargado de regular los eventos olímpicos internacionales.

El Romanticismo y su mirada nostálgica del pasado

Ya hemos visto cómo los fundadores de los Juegos Olímpicos modernos se inspiraron en la Antigüedad. De hecho, el motor fundamental que impulsó las Olimpiadas modernas fue el Romanticismo, que, con su fervor por el nacionalismo y la libertad de los pueblos, establecía como necesario un resurgimiento del pasado glorioso de Grecia. Más aún teniendo en cuenta que los griegos acababan de emanciparse del yugo otomano, al que hacía siglos estaban encadenados. Era la época de las libertades nacionales y del revival histórico.

¿Hacia dónde tenían que mirar los griegos recién liberados? Obviamente, hacia la antigua Grecia, que, ante los ojos de aquel Romanticismo exacerbado, resurgía como la época dorada de la tierra helena, un pasado brillante que era menester recuperar. Soutsos, el poeta romántico griego, así lo condensó en su magna obra Diálogo con los muertos, donde resucita el fantasma de Platón y le hace preguntarse aquello de “¿Dónde están vuestros Juegos Olímpicos...?”.

¿Dónde estaban, en efecto? Perdidos entre el polvo de Olimpia, la gran ciudad de los atletas. Retrocedamos unos milenios en el pasado para estudiar qué fueron estos Juegos de la antigüedad que tanto añoraban los románticos del siglo XIX.

Olimpia: un evento puramente religioso

El nombre de ‘Olímpicos’ proviene de la ciudad-santuario donde se celebraban estas competiciones atléticas antiguas: Olimpia, situada en la Élide griega. Una de las fechas que se barajan como posible inicio de estos Juegos antiguos es el año 776 aC. A partir de entonces, y cada cuatro años, Olimpia era testigo del evento sagrado más importante de la sociedad helena.

Porque, si hablamos de la antigüedad, las Olimpiadas no eran tanto un fenómeno deportivo (como podríamos considerarlo hoy en día), sino una manifestación religiosa. Los atletas competían en honor a Zeus, y obtener los laureles del triunfo era convertirse en auténtico héroe. Por otro lado, las Olimpiadas eran una competición más de las cuatro que se realizaban en la Hélade: las otras eran los Juegos Píticos (en honor a Apolo), los Juegos Nemeos (en honor a Zeus Nemeo) y los Juegos Ístmicos (en honor a Poseidón).

Las competiciones deportivas eran, pues, una manifestación puramente religiosa. De hecho, eran tan sagradas que los posibles conflictos que mantenían en guerra a las polis se suspendían hasta el fin de los juegos, lo que se conocía como la “tregua olímpica o sagrada” (ἐκεχερία).

Cabe destacar que, si una polis no accedía a someterse a la tregua, quedaba automáticamente descartada de los Juegos. Más grave aún era la aceptación y posterior violación de la norma; se consideraba una afrenta a los dioses y, en este caso, la ciudad en cuestión debía afrontar fuertes multas como compensación, además de la tajante expulsión de sus representantes.

De la misma forma que con su inicio oficial, desconocemos cuándo dejaron de celebrarse las Olimpiadas griegas. En el siglo IV, el emperador Teodosio decretó la eliminación de cualquier culto pagano, por lo que se calcula que la última edición debió celebrarse alrededor del año 393 dC. Tendríamos que esperar a la Guerra de la Independencia Griega de la década de 1820 para que un nuevo fervor nacionalista llevara su mirada hacia las antiguas competiciones.

¿Cuáles eran las disciplinas de los Juegos Olímpicos antiguos?

Llegados a este punto, podemos preguntarnos: ¿existían muchas diferencias a nivel competitivo entre estos Juegos antiguos y los modernos?

En las Olimpiadas griegas antiguas existían disciplinas de carrera (incluidas las carreras de cuadrigas) y combate. Entre las disciplinas más conocidas tenemos el Pentatlón (de pente, cinco), que consistía en cinco eventos de índole deportiva que se celebraban en una misma jornada: la carrera a pie (el stadion), lanzamiento de jabalina y disco y salto de longitud. El pentatlón finalizaba con la lucha griega, un combate cuerpo a cuerpo. Como podemos ver, estas disciplinas deportivas eran muy parecidas a algunas de las que podemos ver en nuestros Juegos modernos.

Las carreras tenían diversas modalidades. Además de la ya citada stadion (la carrera corta a pie), estaba el diaulo, una carrera de ida y vuelta. Quizá la más sorprendente sea el hoplitódromo, una carrera que cubría unos 384 metros y que los atletas debían recorrer armados con escudo, grebas (armadura que iba desde la rodilla hasta el pie) y casco.

Los atletas de Olimpia tenían que ser varones griegos libres. Su triunfo era un auténtico honor para su polis natal, que los recibía como héroes. De hecho, se levantaban estatuas de los ganadores y se escribían poemas sobre su gesta. En sus cabellos se colocaba la guirnalda, generalmente de olivo o laurel, único premio que se llevaban a casa, además de la bien merecida fama.

Conclusiones

Los Juegos Olímpicos tienen un claro origen en la antigüedad griega; en concreto, en la ciudad-santuario de Olimpia, donde se celebraban en honor a Zeus. Formaban parte de cuatro grandes competiciones sagradas, que también incluían los Juegos Píticos, los Juegos Nemeos y los Juegos Ístmicos.

Por tanto, es necesario resaltar que el origen de este tipo de competiciones es religioso. Los atletas corrían para honrar a su dios y a su propia ciudad natal, a la que volvían victoriosos, coronados de laurel u olivo, si conseguían el galardón. La polis los recibía como auténticos héroes, y levantaban para ellos estatuas colosales y les ofrecían desfiles y fiestas.

Con el advenimiento de la era romana y, sobre todo, con las prohibiciones del emperador Teodosio, las Olimpiadas fueron decayendo para acabar extinguiéndose. Nadie se acordó de ellas hasta el siglo XIX, cuando, a propósito de la independencia de Grecia del Imperio Otomano, muchos autores griegos, imbuidos del Romanticismo imperante, giraron sus ojos hacia el pasado de su patria y reivindicaron la necesidad de recuperar las Olimpiadas.

Así, de esta forma, surgieron primero los Juegos de Zappas, financiados de forma privada y que tuvieron solo cuatro ediciones. Más tarde, el barón Pierre de Coubertin, considerado el ‘padre de los Juegos Olímpicos modernos’, rescató definitivamente la contienda deportiva en 1894 y la presentó en la Sorbona de París. Se oficializaban, así, los Juegos Olímpicos modernos, que, con algún que otro altibajo, continúan hasta la actualidad.

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  • Young, D. C. (2004). The Beginnings. A Brief History of the Olympic Games, Wiley-Blackwel
  • Young, D. C. (1996). The Modern Olympics: A Struggle for Revival, John Hopkins University Press
  • Segura Munguía, S. (1992), Los Juegos Olímpicos. Educación, deporte, mitología y fiestas en la antigua Grecia, ed. Anaya.

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Sonia Ruz Comas. (2025, noviembre 4). ¿Cuál es el origen de los Juegos Olímpicos?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/origen-de-juegos-olimpicos

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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