¿A qué llamamos “atentado”? La Real Academia Española lo define así: “Agresión contra la vida o la integridad física o moral de alguien”, entendemos que independientemente de la causa que lo motiva. ¿Cuáles son los atentados más importantes de la historia? En verdad, es difícil realizar una lista concreta, puesto que a lo largo de los siglos se han cometido un sinnúmero de atentados por diferentes motivos.
Algunos no tuvieron más consecuencias que las personales (el perjuicio de la víctima y de su círculo cercano), pero otros tuvieron relevancia política, social e histórica. En el artículo de hoy, repasamos las causas y las consecuencias de 5 de los atentados más importantes de la historia.
Causas y consecuencias de 5 atentados que marcaron la historia
Desde el asesinato de Julio César hasta el atentado terrorista que segó la vida del entonces presidente de gobierno español, Luis Carrero Blanco, en 1973, pasando por el atentado de Sarajevo de 1914 que condujo a la Primera Guerra Mundial. A continuación, repasamos los detalles de cada uno de estos atentados históricos.
1. Julio César: muerte a los pies de su enemigo
El asesinato de Cayo Julio César en aquellos famosos idus de marzo del año 44 a.C. cambió el curso de la historia de Roma. Y es que el Senado le había otorgado, poco antes de su muerte, el título de dictador vitalicio (dictator perpetuus), cosa que, por supuesto, no había gustado a todos los sectores de la vieja República romana.
Se cuenta que un augur le advirtió a César que el día 15 de marzo guardara cuidado, puesto que corría peligro su vida. El dictador pareció burlarse de la profecía; al menos, cuando volvió a encontrarse con el hombre la mañana del día señalado, le dijo que “había llegado el día y no había pasado nada”. A lo que el adivino, taciturno, le contestó: “el día no ha terminado todavía”.
Y así fue. Ocurrió en la denominada Curia de Pompeyo, a la que había acudido César para discutir algunos asuntos pendientes antes de su partida inminente de Roma para luchar contra los partos. Tras la señal pertinente (alguien le cogió de la toga), se lanzaron sobre él los conjurados, sobre cuyo número no se ponen de acuerdo los historiadores. Sea como fuere, César cayó cosido a puñaladas y herido de muerte a los pies de la estatua de Pompeyo, su antiguo rival. Se cernía sobre Roma la sombra de otra guerra civil.
2. Juan Prim: la nieve se tiñe de rojo en la Calle del Turco
La noche del 27 de diciembre de 1870 fue gélida en Madrid. Había nevado todo el día y una gruesa capa de nieve cubría las calles. No había un alma por la ciudad porque, además del frío intenso, las tinieblas dominaban los rincones desde hacía horas.
En la confluencia de la Calle del Turco (actualmente, Calle del Marqués de Cubas) y la de Alcalá acaeció una extraña escena: dos carruajes parados obligaron a detenerse a la berlina que llevaba a Juan Prim i Prats (1814-1870), el entonces presidente del gobierno, hacia su domicilio, el Palacio de Buenavista. Pero lo que pareció un caos momentáneo se tornó un acontecimiento trágico; inmediatamente, tres personajes embozados hicieron fuego repetidamente sobre el carruaje del presidente.
Se trasladó rápidamente a Prim al palacio, herido, pero todavía consciente. A partir de aquí, todo fue (todavía lo es hoy en día) un mar de paradojas y contradicciones. Se anunció durante los días siguientes que el presidente se recuperaba de sus heridas, pero tras poco más de 48 horas, el 30 de diciembre, se hizo pública la muerte del general a causa de una septicemia. Sin embargo, empezaron a correr ciertos rumores, que sostenían que alguien se había asegurado de “rematarlo” en su lecho…
La exhumación de la momia del general en el año 2010 y los estudios que se llevaron a cabo lanzaron informaciones diversas. Parece ser que, en el cuello del cadáver, se podía advertir una señal de ahogamiento con cuerda, lo que corroboraba la versión de que fue muerto de forma “definitiva” en su cama… conclusión que se revisó y se desmintió un año después gracias a un nuevo estudio de la momia.
El hecho es que alguien atentó contra Prim en la Calle del Turco, con la intención obvia de darle muerte. ¿Quién deseaba la desaparición del general? Demasiadas personas, por desgracia. El atentado pudo haber sido orquestado por el duque de Montpensier, ávido de conseguir el trono vacante tras la expulsión de Isabel II de España, o pudo haber sido el político José Paúl Angulo (al que se culpó en la investigación inmediata). Sea como fuere, la muerte de Prim dejó sin apoyo al nuevo monarca, Amadeo de Saboya, que lo primero que hizo cuando desembarcó en suelo español fue visitar la capilla ardiente de su valedor. Se abría un período convulso para la historia de España.
3. El archiduque Francisco Fernando: el atentado que empezó una guerra mundial
A pesar de que la Primera Guerra Mundial se llevaba gestando durante casi todo el siglo XIX, es indudable que la chispa que prendió definitivamente la mecha fue el atentado acaecido en Sarajevo el 28 de junio de 1914 y que acabó con la vida del heredero del trono austrohúngaro, el archiduque Francisco Fernando, y la de su esposa Sofía Chotek.
Los detalles de la conspiración que desembocó en el doble asesinato no están del todo claros, aunque se conoce que fue llevado a cabo por un grupo de jóvenes nacionalistas radicales bosnios, conducidos por el terrorista Gavrilo Princip (1894-1918). Bosnia era uno de los territorios que se encontraban anexionados al Imperio Austrohúngaro y, como muchas otras naciones bajo la égida imperial, ansiaba su independencia.
El desarrollo del atentado fue francamente caótico. De hecho, se puede decir que fue una equivocación lo que permitió a Princip, que se encontraba en uno de los cafés de la ciudad, tener al heredero al alcance de su arma. Él y los suyos habían intentado acabar con él durante el primer desfile, pero no lo habían conseguido.
El archiduque manifestó su enfado a las autoridades, que decidieron cambiar la ruta del coche imperial. Desgraciadamente, nadie comunicó al chófer este cambio, por lo que Francisco Fernando y Sofía pasaron exactamente por donde no tendrían que haber pasado; es decir, por delante de un asombrado Princip. El resultado ya lo conocemos: uno a uno, los países europeos se declararon la guerra en virtud de sus alianzas, y de esta forma comenzó uno de los conflictos más sangrientos de la historia de Europa.
4. John Fitzgerald Kennedy y la “bala mágica”
Nadie podía adivinar, ese soleado día de noviembre de 1963, que la historia de Estados Unidos se detendría de golpe y que toda una nación contendría la respiración. Ese día, 22 de noviembre, hacia las 12:30 del mediodía, el entonces presidente, John F. Kennedy, y su esposa, Jacqueline, subieron al coche que tenían reservado para su desfile oficial por la ciudad de Dallas, en el estado de Texas. La mala suerte quiso que, al haber salido el sol (por la mañana había llovido) el vehículo no fuera cubierto, como estaba previsto.
Justo cuando el coche gira por una de las avenidas más importantes de la ciudad, al pasar delante del depósito de libros escolares, se escuchan varias detonaciones que parecen fuegos artificiales. El presidente hace un gesto de dolor y parece inclinarse bajo un impacto desconocido. Inmediatamente, todo el mundo se da cuenta de la terrible realidad: han disparado a Kennedy.
A pesar de que el presidente seguía con vida y fue trasladado de urgencia al Hospital Parkland de Dallas, nada pudo hacerse por salvar su vida, y fue declarado muerto a las 13.00 h. Poco después, de forma inusitadamente rápida, la policía dio caza al sospechoso, que se había refugiado en un cine y que se proclamó inocente desde el principio.
Su nombre, Lee Harvey Oswald, de veinticuatro años; un joven vinculado con la URSS y casado con una ciudadana rusa, que trabajaba en el depósito de libros y que, al parecer, había comprado el arma homicida. El caso parecía cerrado, pero el hecho es que Oswald insistió hasta el final en que él “no había matado a nadie”, y que le estaban usando como chivo expiatorio. Poco después de la detención, un mafioso apodado Ruby apareció en el momento del traslado de Oswald a la prisión y le descerrajó un tiro mortal. El supuesto asesino había muerto… y, por tanto, ya no podía dar su versión de los hechos.
Las teorías conspiratorias se dispararon. Se murmuraba que Oswald solo había sido el cabeza de turco de todo un complot orquestado para acabar con el presidente, que se había hecho con muchos enemigos durante su corto mandato (entre otras cosas, por acercar posiciones con el lado soviético). Actualmente, sin embargo, el asesinato de Kennedy es un asunto que todavía no está nada claro.
Uno de los hechos más curiosos es el de la “bala mágica”, denominada así porque, según la versión oficial, habría entrado por el cuerpo del presidente para volver a salir, dar un curioso rodeo y penetrar luego en el del gobernador de Texas, John Conally, que resultó herido. Se trata, a todas luces, de una trayectoria harto extraña para una bala.
Una manera más sencilla de justificar las múltiples heridas sería considerar que hubo más disparos de los que se dijo y, además, desde sitios diferentes, lo que vendría a significar que Oswald no era el único asesino… En cualquier caso, el magnicidio sigue entrañando misterios que difícilmente se podrán esclarecer; al menos, en un futuro cercano.
5. Luis Carrero Blanco: golpe mortal al franquismo
El 20 de diciembre de 1973 se escuchó una enorme detonación en la confluencia de las calles Claudio Coello y Maldonado, en Madrid. Al parecer, un escape de gas había provocado la explosión, que había abierto un boquete colosal en el pavimento (de nada menos que 19 metros de largo). ¿Qué había sucedido exactamente? ¿Había víctimas?
Sí, las había, pero esto no se supo de forma inmediata. En el momento de la detonación estaba pasando por ese punto exacto el coche oficial de Luis Carrero Blanco, el entonces presidente de gobierno, pero la ausencia del mismo hacía pensar que había conseguido esquivar la explosión, aunque pareciera inaudito …
Poco después, se descubrió el coche destrozado en el techo del edificio que la Compañía de Jesús tenía en la calle. El vehículo había volado unos 40 metros de altura, y sus tres ocupantes habían fallecido en el acto: el presidente, su escolta y el chófer. Tras el atentado (pues la detonación nada tenía que ver con una fuga de gas, sino con kilos y kilos de explosivos), se encontraba la banda terrorista ETA, que reivindicó inmediatamente el magnicidio, e incluso contó los detalles del mismo en el famoso libro Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco.
Con la muerte del presidente, mano derecha del dictador Francisco Franco, se producía un colapso importante del régimen. Franco perdía a su mayor apoyo, y el futuro de la dictadura quedaba en entredicho. Cuando Franco falleció, en noviembre de 1975, se abría un camino incierto para la historia de España. Empezaba la Transición.
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