Es común que los adultos utilicen el teléfono para hacer anotaciones rápidas. Las libretas, agendas y cuadernos escasean en los bolsos. Esto, aunque todavía no es tan evidente en las mochilas escolares, preocupa a los neurocientíficos y psicólogos que observan en sus estudios un detrimento del desarrollo del cerebro por el abuso de pantallas y teclados digitales.
La psicoanalista y escritora Lola López Mondéjar plasma en su libro Sin relato “una atrofia asociada a la dificultad no solo para poner en palabras el pensamiento, sino a un déficit del pensamiento mismo y de la imaginación”. “Un mal -sentencia López Mondéjar- que, pese a su afectación común, sufren en mayor medida quienes han nacido en la era digital”.
La lectura y la escritura han moldeado el desarrollo de la humanidad durante siglos. Como describe Mondéjar, dejar de hacerlo tiene un impacto profundo en la forma de pensar y sentir de cada individuo, particularmente durante los primeros años de vida. ¿Por qué?
“La escritura a mano sigue siendo un acto profundo, casi ritual, que conecta al ser humano con su pensamiento de una manera única, íntima y tangible. Escribir de esta manera también es darle a cada frase un rostro único”, explica la Fundación Alfredo Harp Helú, de Oaxaca, que promueve la educación en poblaciones infantiles vulneradas.
Además de esa singularidad caracterizada por la propia letra, el acto de sentarse con un bolígrafo en las manos a describir o narrar (dejando de lado otro tipo de actividades) mejora la concentración, la memoria y la relación con los sentidos.
El impacto digital y el beneficio de la escritura a mano
Desde hace una década, cuando las pantallas táctiles se abrieron paso en las casas y escuelas, neurocientíficas como Karin James alertaron sobre su impacto en niñas y niños que todavía no sabían leer. Tras algunos estudios compararon los efectos en el cerebro de aprender las letras con la mano o en un teclado.
La conclusión fue que quienes lo hicieron a través de un lápiz demostraron capacidades parecidas a las personas que ya sabían leer y escribir, lo que no pasó con el grupo que utilizó el teclado. “Escribir con un utensilio no solo facilita la lectura, sino que contribuye al desarrollo de habilidades motrices finas”, sustentó James.
Este tipo de investigaciones se han ido actualizando con los años y, aunque su evidencia apela a conclusiones similares, las sociedades parecen no darle la importancia suficiente. Al contrario, cada vez más delegan actividades fundamentales para el desarrollo del pensamiento, como la redacción de textos, a sistemas de Inteligencia Artificial (IA).
Según la lingüista y autora de ¿Quién escribió esto?, Naomi S. Baron: “A medida que la tecnología se vuelve más sofisticada y fluida, es tentador tomar el camino más fácil y dejar que la IA haga el trabajo por nosotros. Esa eficiencia no siempre nos beneficia. A medida que la IA nos bombardea con sugerencias o textos completos, corremos el riesgo de perder no solo nuestras habilidades técnicas, sino también el poder de la escritura como trampolín para la reflexión personal y la expresión única”.
Una tarea de la escuela, en la que una niña o adolescente debe escribir un ensayo, un cuento o un relato, es hoy un desafío tanto para los jóvenes como para sus cuidadores, por la conciencia que se necesita al momento de llevarla a cabo utilizando su propia capacidad analítica y creativa.
Las últimas investigaciones de la profesora de neuropsicología Audrey Van der Meer, de la Universidad de Noruega en Ciencia y Tecnología subrayan que a medida que la escritura tradicional está siendo sustituida progresivamente por dispositivos digitales, es esencial investigar las implicaciones que esto tiene para el cerebro humano. “Nuestros hallazgos sugieren que el patrón espacio-temporal de la información visual y propioceptiva obtenida a través de los movimientos precisos de la mano al utilizar un bolígrafo contribuye en gran medida a los patrones de conectividad cerebral que promueven el aprendizaje”, resalta.
Van der Meer, una de las expertas más actualizadas sobre este fenómeno, hace un llamado urgente a los adultos encargados del cuidado: “Instamos a que los niños, desde una edad temprana, se expongan a actividades de escritura a mano en la escuela para establecer los patrones de conectividad neuronal que proporcionan al cerebro las condiciones óptimas para el aprendizaje”, concluye la experta.
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