La gran mayoría de los padres y madres desean lo mejor para sus hijos y suelen actuar con buena fe, pensando que hacen lo correcto a la hora de educarlos. El estilo educativo que utilizamos a la hora de criar a un hijo o hija puede tener tanto un efecto positivo como dramático en el desarrollo de estos jóvenes, y sus estrategias disciplinarias van a influir en el tipo de relación que se establezca entre ambos.
A la vez, los estilos parentales ejercen una gran influencia en el estado de ánimo, el comportamiento y el bienestar del niño tanto en el presente como en el futuro.
Existen cuatro estilos educativos. En este artículo profundizaremos en sus características y explicaremos sus diferencias.
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Historia de los estilos educativos
Los estilos educativos, también llamados estilos de crianza, han sido ampliamente estudiados por la psicóloga del desarrollo Diana Baumrind. A principios de los años sesenta, Baumrind investigó de manera detenida a más de 100 niños en edad preescolar, observándolos y entrevistando a sus padres. Sus estudios dieron pie a lo que ahora conocemos como estilos educativos o de crianza.
Asimismo, Baumrind estudió cuatro dimensiones que consideraba importantes: calidez y nutrición, estrategias disciplinarias, estilo de comunicación y expectativas de madurez y control. A su vez, en el 1966, Baumrind identificó tres estilos de crianza: autoritario, democrático y permisivo, y publicó un texto llamado: Child Care Practices Anteceding Three Patterns of Preschool Behavior.
Según la autora, los niños desconfiados e infelices tenían padres controladores y poco afectuosos, los dependientes tenían padres cálidos que no ponían límites, y los autosuficientes y felices tenían padres exigentes pero comunicativos. Unos años más tarde, en 1983, Maccoby y Martin ampliaron el trabajo de Baumrind y desarrollaron el cuarto estilo de crianza, el estilo indiferente o negligente.
Los 4 estilos parentales
Cada estilo educativo tiene diferentes características. A continuación puedes encontrar una lista que te ayudará a comprender los 4 estilos de crianza.
1. Estilo autoritario
El estilo autoritario se basa en la disciplina severa, donde los padres establecen las reglas y esperan que los niños las sigan sin excepción. También se conoce como estilo de crianza militar, porque el padre o madre emplea reglas muy estrictas en la familia, fomentando la obediencia.
Los padres con este estilo parental son controladores, prestan poco apoyo a sus hijos y son propensos al castigo, las amenazas e incluso pueden ejercer la violencia. Si el hijo infringe las normas familiares, será castigado severamente sin escuchar su explicación.
Pese a que los niños autoritarios siguen las reglas la mayor parte del tiempo, suelen desarrollar problemas de autoestima, puesto que los padres nunca han tenido en cuenta sus necesidades o sus sentimientos y emociones. También pueden convertirse en niños hostiles o agresivos, que no saben tomar decisiones y resolver problemas. Varios estudios sugieren que los niños criados con este estilo de educativo tienen un buen desempeño académico, pero corren el riesgo de desarrollar habilidades sociales pobres, por lo que se considera un estilo de crianza negativo.
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2. Estilo permisivo
El estilo permisivo puede parecer un buen estilo parental porque muchos padre lo emplean pensando que así su hijo o hija será más feliz; sin embargo, a la larga, puede traer consigo consecuencias emocionales serias. Los padres permisivos tratan de proteger a sus hijos de incidentes dañinos, no establecen ningún estándar para el comportamiento de sus pequeños y son muy tolerantes.
Estos padres se caracterizan por ser poco firmes y tener poco control sobre la situación. Los estudios demuestran que los niños que crecen en entornos con este estilo de crianza tienden a tener un bajo rendimiento académicamente, y pueden presentar más problemas de comportamiento, ya que probablemente no harán caso a la la autoridad y las reglas. A menudo tienen baja autoestima y pueden experimentar tristeza. Suelen convertirse en personas caprichosas y consentidas.
3. Estilo democrático
Este es, sin duda, uno de los estilos educativos más saludables para la crianza de los hijos. Los padres democráticos suelen ser firmes pero también brindan apoyo y cariño a sus pequeños. Establecen límites, pero también consideran el punto de vista del infante. Dicho de otro modo, ponen reglas que esperan que los hijos sigan; sin embargo, consideran que existen excepciones en estas reglas.
Los padres democráticos suelen explicar las consecuencias que tiene la conducta negativa de sus hijos en vez de aplicar castigos. Asimismo, emplean el refuerzo positivo para los buenos comportamientos y pueden estar más dispuestos que los padres autoritarios a usar sistemas de recompensa y elogios.
Los estudios muestran que los niños criados con este estilo educativo tienden a ser más felices y exitosos. A menudo son buenos para tomar decisiones y gozan de una mayor autoestima, y de mayores son más responsables y se sienten cómodos expresando sus opiniones.
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4. Estilo negligente o indiferente
Este estilo se caracteriza porque los padres no están implicados en crianza de sus hijos y, por tanto, no proporcionan el apoyo necesario a sus niños ni les sirven de guía. No muestran ningún cariño o disciplina y, en resumidas cuentas, no prestan atención a sus pequeños.
Las investigaciones muestran que este es un estilo muy dañino para los jóvenes, y la conducta de los padres tiene un impacto negativo a nivel global en el desarrollo de sus hijos tanto en el presente como en el futuro.
Los padres indiferentes ponen en riesgo la salud emocional de sus hijos y su autoestima y causan serios problemas psicológicos en diferentes ámbitos de su vida futura, por ejemplo, las relaciones interpersonales o el trabajo.
¿Cómo son los padres tóxicos?
El papel de los padres es fundamental para el desarrollo de los hijos. Aunque la gran mayoría de progenitores desean lo mejor para sus pequeños, desafortunadamente, algunos cometen errores parentales que pueden perjudicar el crecimiento y la salud emocional de sus descendientes.
Ahora bien, tampoco hay que obsesionarse con hacerlo todo perfectamente a la hora de criar a los hijos; los pequeños tienen una sorprendente resiliencia ante las situaciones de malestar y de crisis. E este sentido, lo más importante es acordarse de que hay que mantener un equilibrio entre protegerlos, por un lado, y darles libertad para explorar el mundo y aprender de sus errores, por el otro. Y por supuesto, tener siempre en mente las situaciones potencialmente peligrosas para su integridad física.
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