Ángela lleva tiempo dándole vueltas a lo mismo: su hijo Julián, de 15 años, pasa casi todo el día en su cuarto. Solo baja a comer, habla poco y, cuando ella intenta conversar con él, recibe respuestas sumamente cortas.
Aunque esta historia es una simple referencia y los nombres son ficticios, refleja la realidad que muchos padres y madres viven en casa. Ver a un hijo encerrado puede preocupar, generar inseguridad e incluso miedo de estar haciendo algo mal. Y, claro, es normal que los padres se pregunten: ¿qué hago ahora?
Cuando los hijos prefieren encerrarse
Que un adolescente pase más horas en su cuarto no es extraño, pero hoy ese comportamiento se ve de otra manera por el papel que juega la tecnología. Aunque a veces se sienta así, este aislamiento no siempre es rebeldía, sino que puede tener varias explicaciones.
Desde fuera parece que se encierran y se desconectan del mundo, pero para ellos el cuarto no es solo un espacio físico, es su lugar de calma, su manera de tomar aire sin la mirada constante de los adultos.
Claro, todo esto puede poner nerviosos a los padres, porque no saben si dejarlo pasar o empezar a preocuparse. Y, ¡a ver!, la respuesta no es la misma para todos, porque cada chico o chica vive esta etapa de manera distinta.
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Mi hijo no quiere salir: razones que pueden estar detrás
El aislamiento puede tener muchos orígenes, y casi nunca hay una sola causa. Estas son algunas de las más comunes:
1. Deseo de privacidad
La adolescencia es un periodo en el que el espacio propio cobra un valor enorme. Ese cerrar la puerta no tiene por qué ser un rechazo hacia la familia, más bien es la manera de decir “necesito un lugar para mí”. Allí piensan, se relajan, escuchan música o simplemente descansan. Puede incomodar, pero es un paso natural en la búsqueda de independencia.
2. Descubrimiento de la sexualidad
Aunque a veces se evite hablar de este tema, también es una realidad. En esta etapa necesitan intimidad para conocerse y entender lo que sienten. Negarlo o convertirlo en tabú solo hace que lo vivan en silencio. Lo mejor es darles información clara y abrir la puerta al diálogo sin juicio.
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3. Amistades digitales
Para muchos adolescentes, quedarse en el cuarto no significa estar solos. Pasan horas en videojuegos, chats, redes sociales o viendo transmisiones en directo. Es su manera de socializar. Aunque no se parezca a la adolescencia que los adultos vivieron, para ellos estas interacciones son tan reales como una salida con amigos. El reto está en que esa vida online no reemplace del todo la experiencia fuera de la pantalla.
4. Otros factores emocionales
También hay casos en los que el encierro es una forma de escapar de problemas. Puede haber miedo a socializar, falta de confianza o incluso acoso escolar. Si antes disfrutaba salir y de repente dejó de hacerlo, ese cambio merece atención, porque tal vez esté pasando por algo más complejo.
¿Debo preocuparme?
La gran duda aparece aquí. Lo importante es distinguir cuándo el aislamiento es una preferencia y cuándo se vuelve un obstáculo.
Si tu hijo tiene amigos, aunque no sean muchos, cumple con sus responsabilidades y no se muestra triste todo el tiempo, probablemente no hay razón para alarmarse. Hay personas que disfrutan más de los planes pequeños y tranquilos, y eso está bien.
Pero, ojo, si no tiene amigos, evita todas las invitaciones, baja el rendimiento en la escuela, se aísla incluso de la familia y parece triste o irritable todo el tiempo, es importante prestar más atención. Cuando eso pasa, lo mejor es hablar con calma y, si no mejora, buscar orientación profesional.
Formas de acercarte sin presionarle demasiado
Lo primero que hay que tener claro es que obligarle a salir a la fuerza casi nunca funciona. La idea es generar confianza para que sea él o ella quien dé el paso. Estos son algunos puntos que podrían ayudar:
1. Habla, pero escucha más
Preguntar con interés real qué le gusta, qué juego o libro tiene entre manos o qué serie está viendo abre más puertas que interrogar con “¿por qué nunca sales?”. Escuchar sin emitir juicios hace que, gradualmente, se sientan motivados a compartir más.
2. Respeta su espacio
Tener un cuarto propio no es el problema; lo complicado es cuando se convierte en un encierro. Presionar o criticar solo alimenta esa necesidad de estar lejos, así que deja que sienta que puede elegir cuándo compartir y verás que lo hará con más disposición.
3. Invita sin imponer
En vez de exigir que se una, ofrece alternativas atractivas: preparar algo rico en la cocina, ver juntos una película, dar una vuelta corta o invitar a un amigo a casa. Que tenga opciones claras le permite decidir sin sentir que lo obligan.
4. Predica con el ejemplo
Si pasas todo el día frente al smartphone o la computadora, será difícil pedir que no haga lo mismo. Con tu ejemplo, puedes mostrar que también hay otras formas de pasar el tiempo fuera de la habitación y lejos de las pantallas.
5. Toma en cuenta la diferencia entre edades
En la niñez, el aislamiento prolongado suele ser más extraño y conviene prestarle más atención. En la adolescencia es más común, pero siempre hay que observar cuánto dura y qué impacto tiene en su vida diaria.
6. Busca apoyo si notas señales de alarma
Si el encierro va acompañado de mucha tristeza, agresividad, desinterés total o problemas para cumplir con lo básico, es momento de considerar pedir ayuda profesional. Este recurso brindará herramientas tanto al hijo como a la familia.

Tomas Santa Cecilia
Tomas Santa Cecilia
Psicologo Consultor: Master en Psicología Cognitivo Conductual
Mirar más allá del cuarto cerrado
Un hijo que pasa mucho tiempo en su habitación no siempre significa un problema grave. Puede ser su forma de ganar independencia, de conectar con sus intereses o de explorar quién es. Pero también puede ser una señal de que algo lo está incomodando.
La clave está en observar, mantener el diálogo y acompañar con paciencia. A veces lo que más necesitan no es que los saques de su cuarto, sino que sepas que, cuando estén listos para abrir la puerta, vas a estar ahí.
Referencias
- Martínez-Casasola Hernández, L. (2025, 3 agosto). «Mi hijo no sale de la habitación»: aislamiento social en adolescentes. Psicología y Mente.
- Teo, A. R.; Stufflebam, K.; Saha, S.; Fetters, Michael D.; Tateno, Masaru; Kanba, Shigenobu; Kato, Takahiro A. (2015). "Psychopathology Associated with Social Withdrawal: Idiopathic and Comorbid Presentations". Psychiatry Research. 228 (1): 182–183.


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